El milagro del Padre Stu        6 puntos

Father Stu; Estados Unidos, 2022

Dirección y guion: Rosalind Ross.

Duración: 124 minutos.

Intérpretes: Mark Wahlberg, Mel Gibson, Jacki Weaver, Teresa Ruiz, Annet Mahendru, Winter Ave Zoli y Ronnie Gene Blevins.

Estreno: en la plataforma HBO Max.

La búsqueda de redención es uno de los grandes temas del cine de Hollywood. Algunos personajes la encuentran reparando (o al menos reconciliándose con) el pasado y otros tantos lo hacen direccionando sus vidas hacia caminos menos espurios y más tranquilos, lo que suele traducirse en la construcción de una familia tradicional. Pero están también aquellos que se aferran a la fe como un náufrago a su salvavidas. Tal es el caso de Stuart Long, un muchachón que a sus treinta largos se comporta como un veinteañero convencido de que podrá vivir de su vocación. Pero el boxeo no es para todos, y los largos años de recibir trompadas a cambio de monedas que no alcanzan para nada –salvo para disgustar a su madre– terminan pasándole facturas a ese hombre que, para colmo, vive atormentado por la muerte de su hermano mayor durante la infancia.

El asunto se complica aún más cuando le detecten un problema en el cuerpo que hace que las infecciones demoren mucho más de lo habitual en curarse, un síntoma que el médico interpreta como un mensaje del cuerpo de que las subidas al ring deben terminar. ¿Qué hacer, entonces, cuando aquello a lo que dedicó su vida se convierte en una actividad vedada? Sobre eso versa El milagro del Padre Stu, que en estos días llegó a la plataforma HBO Max.

Basado en una historia real, el debut en el largometraje de la realizadora y guionista Rosalind Ross arranca como una de David O. Russell (Flirting with Disaster, El ganador, El lado luminoso de la vida), una referencia que la presencia de un actor habitual de ese universo como Mark Wahlberg en el rol central no hace más que validar. En ese inicio se describe la relación disfuncional de Stu con mamá Kathleen (la australiana Jacki Weaver) y sobre todo con papá Bill, el mismo que en la primera escena, situada durante la infancia de Stu, le dice a su hijo que la imitación de Elvis que hizo es horrible. Ese hombre está interpretado por un Mel Gibson –actual pareja de Ross– que a estas alturas parece estar de vuelta de todo y hace de la actuación el arte de acumular tics. Alcohólico y con maneras de vincularse cuanto menos extrañas, ese padre es de los menos paternales que se recuerden, al punto que llega a darle un arma a Stu para que haga lo que siempre quiso: matarlo.

Pero El milagro…. no es una película sórdida sobre una familia ídem, sino una amable fábula sobre segundas oportunidades que, en este caso, toman la forma de abrazar el credo católico para convertirse en cura. Ocurre luego de que Stu, trabajando como carnicero, conozca a Carmen (la mexicana Teresa Ruiz), que hace un voluntariado en una iglesia. Lo que arranca como un juego de seducción termina en revelación tras, a falta de una, dos situaciones que no conviene revelar, pero que guían a la película hacia carriles del drama más convencional, incluyendo la confirmación de una enfermedad degenerativa. Habrá, entonces, una deposición de las armas entre todos los integrantes de la familia y la progresiva reconstrucción de los vínculos quebrados. ¿Suena empalagoso? Por momento lo es, pero cuando todo parece desbarrancar hacia el abismo, aparece el inefable Bill para tirar vinagre, por ejemplo, comparando la idea de que Stu sea cura con que Hitler forme parte de una organización judía o diciéndole al hijo que siempre lo quiso “por lo mierda que lo que era”. Cada día más tierno, el bueno de Mel.