El cambio de siglo se dio junto con una nueva oleada dentro del heavy metal. Bandas que no se arrogaron grandes inventos, sino un pulido del lenguaje mediante el conocimiento de sus vertientes. Desde su disco debut -Terra Incognita, de 2001-, los franceses Gojira personifican uno de los mejores ejemplos de ese cambio.
El cuarteto partió de la base de un death metal menos cavernoso y más sociable, inyectado de otros estilos -thrash, groove, y más- entre elementos progresivos ejecutados con mucha técnica. Uno de los responsables de esa técnica es su baterista, Mario Duplantier, que comparte banda con su hermano Joe -cantante y guitarrista- desde que eran adolescentes admiradores de Metallica, Pantera y Sepultura.
“Agregar detalles es lo normal para nosotros. Los cuatro somos muy sensibles, tenemos una personalidad compleja, por eso empezamos a hacer esta música”, le comenta desde su casa el artista a Página/12. “Desde que empezamos hubo también una fascinación por los aspectos técnicos jazzeros del death metal. Quizá nos estemos volviendo viejos, pero hoy veo que existe una mirada vintage y cool sobre sonar como Iron Maiden o Metallica. Bueno, en los ’80 y ’90 eso era lo normal para nosotros”.
Ya situada como una de las bandas de heavy metal más importantes del panorama, este domingo desde las 21 Gojira va a concretar su segunda visita a la Argentina, después del paso de 2015, en el que llegaron con Mastodon, otro emblema de la nueva oleada. La expectativa superó la capacidad de El Teatro Vorterix con rapidez, por lo que el evento se movió al Luna Park (Av. Madero 420), con los bonaerenses MAR como número previo seleccionado por los mismos visitantes.
“En cualquier lugar de Sudamérica encontrás algo especial, está en su sangre, por la manera de vivir, el entusiasmo y la generosidad que muestran. La arquitectura de Buenos Aires me hizo acordar a la de San Sebastián, en España, que queda a 20 minutos de acá”, destaca posiblemente uno de los mejores bateristas del mundo.
Sumada a la personalidad y calidad sonora, Gojira también llama la atención por su procedencia. Duplantier concede: “En Francia dicen que somos una especie de embajadores musicales en el mundo. Se siente interesante, hay muchas otras bandas buenas también, pero es cierto que no giran tanto como nosotros, que lo hacemos desde hace 20 años”. No sólo son franceses, ni siquiera son urbanos: se criaron y viven en Bayona, localidad agreste al sudoeste de ese país, contenida entre el mar Cantábrico y los Pirineos. El año pasado editaron Fortitude, su séptima placa, con “Amazonia” como tercer sencillo, canción que reafirma un posicionamiento sobre cuestiones étnicas y medioambientales.
-El sonido de la intro, la furia, las comunidades indígenas del Brasil… es muy difícil no pensar en Roots de Sepultura al escuchar la canción y ver el clip. ¿Qué representó ese disco para ustedes?
-Es definitivamente muy importante, aunque diría que Chaos A.D. y Arise lo fueron aún más. En los comienzos, alrededor de un cincuenta por ciento de nuestro repertorio eran covers de esos dos discos. Cuando salió Roots, nos voló la cabeza, y sigue estando entre los trabajos más importantes de este estilo. Tiene sentido la asociación, nosotros venimos del campo, estamos en el medio de la nada, y acá no había bandas de ningún tipo, somos como unos rednecks franceses. Nos identificamos mucho con las letras de Sepultura también.
-Encima, para mezclar Fortitude lo llamaron a Andy Wallace, que mezcló Roots y es un histórico de la escena. ¿Cómo fue trabajar con él?
-No soy muy técnico en lo que a sonido y mezcla respecta, pero trabajar con Andy me dio una cierta tranquilidad. También mezcló a Slayer y muchos otros discos importantes del género. Tiene una mirada muy orgánica, por ejemplo, para tratar las frecuencias bajas: si escuchás el bajo, el golpe del bombo, los toms, hay algo muy de él ahí. No se suma a la competencia de la compresión y los audios atómicos en la que andan muchas bandas modernas, y aun así lo que consigue es muy poderoso. Andy no quiere romper todo, quiere proponer algo bello, algo rockero y orgánico. En eso creo que es el mejor. Trabajamos durante la pandemia a través de Zoom y de Skype, y fue increíble su humildad.
-Cuando eran adolescentes y empezaron con Gojira, el heavy metal todavía ocupaba un lugar privilegiado dentro de las grandes cadenas de difusión. ¿Cómo lo ves ahora?
-Creo que sigue siendo muy popular. Una banda como Slipknot puede tocar en grandes arenas todas las noches, hasta tener su propio festival. Giramos con ellos siete semanas por los Estados Unidos y no podía creer el nivel de violencia de su música. Por supuesto que tienen esos estribillos súper gancheros, Corey Taylor es “el” frontman. El metal es menos marginal de lo que parece, y con las mezclas que se generaron, por ejemplo con el rap o con lo gótico, se volvió todavía más universal.
-En este disco se te escucha particularmente al servicio de las canciones, en detrimento de las exhibiciones técnicas. ¿Trabajaste para eso?
-No es realmente un trabajo, es más bien un sentimiento. Usé mi sensibilidad e inteligencia musical, porque en esta banda somos cuatro tipos juntos queriendo hacer música. Ahora, en 2022, me comporto con más naturalidad. Joe trae un riff y yo quiero servirle a ese riff, no quiero ser el Mario de los ’90. Tenía 14 años cuando empezamos con la banda, en ese momento mi único objetivo era tocar cosas técnicas. Ahora es más simple, siento la música.
-En esa dirección, ¿creés que Fortitude los puede acercar a un público todavía más amplio?
-Sí. Nuestra popularidad ya había crecido con canciones como “Stranded” o “Silvera”, que están en Magma, nuestro disco anterior. Ahí empezamos a sentir que el show quedaba bien balanceado, podíamos manejar dinámicas, emociones, atmósferas. Me acuerdo de cuando tocábamos death metal, que teníamos que ir al frente todo el tiempo, entre mucha melancolía y oscuridad. Ya con Magma y Fortitude dentro del set, siento que podemos entregar algo que te levante. Algo a veces oscuro, pero también brillante.