Pablo Borda nació en 1993 en Morón. Se define como "hijo del menemismo y la convertibilidad" para trazar una refe histórica, aunque a la hora de buscar su influencia generacional elige por encima de todo el Age of Empires: "Ese juego es casi una representación virtual del Materialismo Histórico y, aunque no lo sepan, inspiró el gusto por la historia en muchos jóvenes de mi generación, sobre todo en la antigua y en la medieval", dice.

Cuando terminó el secundario en la escuela República Argentina, cerca del límite con La Matanza, Pablo ni siquiera sabía qué estudiar. Se terminó inclinando casi por decantación hacia el Profesorado de Historia en la UM, y casi al toque pegó laburo como ayudante de cátedra en un instituto de Merlo. Entre el registro universal y un recorrido conurbano, el moronense comenzó ahí su carrera meteórica en la formación y divulgación. La misma que explotó a partir de la pandemia con Historia para millennials, un formato que inició en Instagram y luego amplió en su propio canal de YouTube.

Todo eso ahora se condensa en una serie de presentaciones con entrada libre y gratuita en el Centro Cultural Caras y Caretas, de Venezuela 330. La próxima es este sábado 27 de agosto, a las 20, con accesos disponibles por orden de llegada y con la conversación dedicada a José de San Martín.

A pesar de su expansión en nuevos soportes y tecnologías, el profe y licenciado en Historia se define "muy clásico" al hablar de sus herramientas pedagógicas: "Siempre fui del pizarrón, la tiza y el fibrón", enumera. "En todo caso aprendí a incorporar elementos como la teatralidad, además de interpelar a los alumnos con estímulos tales como chistes y comentarios sobre la realidad actual. Todo lo que pueda movilizarlos es bienvenido, sobre todo porque a la mañana hay que despertarlos, mientras que los de la nocturna vienen cansados de laburar todo el día".

--Tus contenidos en Instagram son un éxito: ¿cómo deconstruir la Historia, cuando todo ya parece dicho, visto y leído?

--Siempre insisto en socavar esa idea instalada de que la Historia es una asignatura aburrida o poco interesante. O peor aún: que es ajena a nuestra realidad. Para eso trato de reforzar constantemente la noción de que la Historia, como tal, se compone de la acción de los seres humanos, por lo tanto todos somos protagonistas de ella. No existe la Historia hecha únicamente por "los grandes hombres". En tal caso eso es un recorte, aunque el trabajo de los historiadores consiste en analizar el conjunto de la experimentación humana, de sus acciones, su cultura, el desarrollo político, económico, social, intelectual, o las transformaciones dentro de la sexualidad. Todo lo que hacen los seres humanos corresponde al interés de los historiadores. Dicho de otro modo: todo lo que realizamos día a día es parte del desarrollo histórico.

--¿Pero la experiencia propia no termina encolumnada dentro de narrativas históricas ajenas a nosotros?

--Nuestro mundo es, en sí, un producto histórico. Pero hay que tener en cuenta que todo escenario y proceso es mucho más problemático y complejo de lo que nos venden los relatos simplificados. Sobre todo los relatos que llevan a conclusiones simplistas e ingenuas: los absurdos, naives e ingenuos nos llevarán inevitablemente a conclusiones del mismo nivel. Todo implica complejidades de intereses en pugna, de luchas por poder e intereses de sector y de clase que necesariamente debe tener una visión más problemática de las fuerzas que están en conflicto.

--Tu actividad de este sábado en Caras y Caretas se centra en José de San Martín. ¿Cómo se puede profundizar en su figura?

--Siento que es una figura histórica del prócer que representa el consenso nacional. Es casi como si fuera apartidario, apolítico y desideologizado, entonces así se convierte en un lugar común de aprecio para prácticamente la totalidad de los argentinos, sin someterse a cuestionamientos. Me gusta recuperar su dimensión humana, más allá de sus recurrentes problemas de salud o su consumo problemático con el opio, por ejemplo. Entender el trasfondo de un militar de carrera que empieza a los 11 años en España y llega al Río de la Plata ya formado. Por otro lado, hay una visión de la Independencia que alude a la liberación de una nación. Aunque esa nación… no existía, solo se estaba por conformar muy lentamente y luego de una guerra revolucionara pero también civil, donde la Historia también olvida a algunos de sus actores, como los afrodescendientes que integraron el Ejército de los Andes.

--En contrapartida, entonces: ¿cuáles otros "próceres" te interesa recuperar en el relato coral de la Historia Argentina?

--Juan Manuel de Rosas creo que es el personaje más interesante de la Historia Argentina. Tal vez solo comparable en cuanto a complejidad a impacto con figuras como las de Perón o Roca, aunque Rosas es elemento de una transición importante en el siglo XIX. Pero el que creo que realmente merece mucho más espacio en el discurso histórico es Martín Miguel de Güemes. El único motivo para que nuestros grandes próceres de consenso nacional sean solo dos, Belgrano y San Martín, y no realmente tres con Güemes, es ideológico, producto del rechazo que tenían los sectores conservadores y liberales a su figura. Pero aportó tanto a la causa de la independencia como los anteriores dos.

--¿Son este tipo de cuestiones las que encarás en tu ciclo en directo?

--Las presentaciones en Caras y Caretas tienen el objetivo de acercar una mirada problemática sobre nuestros próceres, o sobre procesos que hacen a la historia argentina, pero creando un espacio de distensión. Mostrar que aprender la Historia puede ser un momento de relajación, de disfrute, más allá de la reflexión problemática-intelectual. Diría que las presentaciones se convierten en una especie de show en donde la Historia es la gran protagonista.