La cabeza es la fuerza motriz que se impone en ciertas victorias. Porque gobierna las emociones, dosifica la adrenalina, administra la intensidad que debe ponerse en juego para conseguir un objetivo sin desesperación y con inteligencia. Los Pumas tuvieron todo eso para ganarle a los All Blacks en su propia casa por primera vez en la historia. La segunda si se cuenta el 25 a 15 de 2020 pero en Australia y por el mismo torneo que ahora: el Rugby Championship, una especie de Champions League pero sin Inglaterra. A la marea negra del primer tiempo, Argentina le opuso sabiduría para mantenerse en partido sin desdibujarse. Dos tries abajo, sin demasiadas chances de aproximarse al ingoal de Nueva Zelanda, la precisión de Boffelli pateando a los palos fue clave para no quedar lejos antes del entretiempo (12-15).

Los Pumas tuvieron puntos elevados en todas sus líneas. En defensa y en los últimos minutos del juego, hubo un par de pasajes que hicieron recordar aquella victoria épica contra Irlanda en el Mundial de Gales de 1999. A puro tackle, resistieron oleadas de ataques que nunca encontraron la precisión deseada. Con el parcial 25 a 18 –y diez minutos por jugar- daba la sensación de que el triunfo no se escapaba. Los All Blacks tenían un hombre menos por la tarjeta amarilla de Frizell. Ya no volvería a la cancha y tampoco podrían comprometer el resultado esos hombres de negro, a ciegas, dando topetazos y percutiendo para buscar un try que nunca llegó. Un try que, a los sumo, les hubiera permitido empatar si marcaban la conversión.

Enfrente estaba Argentina, un equipo al que su entrenador principal, el australiano Michael Cheika, le insufló una dosis de fortaleza mental que se nota en los 80 minutos. Una confianza en el buen sentido. Porque no decae, no comete penales bobos, no queda descoordinado ni se distrae. Sí puede que se vea superado en el juego -como pasó en el scrum y en la defensa del maul, sobre todo en el primer tiempo- pero le opuso su equilibrio para jugar un partido táctico, largo, donde había que aprovechar también los errores del rival con kicks quirúrgicos. Así fue el que anticipó la jugada del único try de Los Pumas que nació de un robo de Boffelli en el aire -hizo 20 de los 25 puntos- y la escurridiza aparición del mendocino González para filtrarse entre tres neozelandeses y apoyar en el ingoal.

La victoria en Oregantheory Stadium de la ciudad de Christchurch quedará en la galería de los partidos inolvidables de un equipo que vuelve a ilusionarse con metas más grandes. A un año del Mundial de Francia, la posición actual de líder en el Rugby Championship y sobre todo el juego desplegado, señalan una evolución que invita a creer de nuevo en Los Pumas.

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