Al final, fue una provocación del gobierno porteño la que terminó motorizando una multitudinaria movilización frente a la casa de Cristina Fernández de Kirchner. "Quiero decirles que aunque viviera mil años nunca me va a alcanzar para agradecerles el amor, la solidaridad y la lealtad de todos ustedes. Creanme que, a esta altura de mi vida, no hay nada más importante que eso", terminó cerrando, emocionada, la vicepresidenta en la entrada de su casa en Recoleta. Frente a ella había decenas de miles de manifestantes que, a lo largo de una jornada frenética, se habían movilizado desde todo el AMBA, habían sorteado el vallado dispuesto por Horacio Rodríguez Larreta y habían resistido la represión que desató la Policía de la Ciudad, todo con el objetivo de manifestarle su apoyo frente a la avanzada judicial en su contra. Frente a la violencia --justificada y reivindicada por el jefe de Gobierno porteño y todo Juntos Por el Cambio, ver nota aparte--, CFK terminó teniendo la última palabra y lo cerró con un mensaje de agradecimiento hacia toda la militancia: "Solo les pido que no abandonemos nuestras convicciones nunca, sobre todo ese indestructible amor a la Patria".
Eran las 10 de la noche, la temperatura había bajado, muchos manifestantes todavía estaban mojados como resultado de la represión de los camiones hidrantes, pero predominaba la adrenalina de haber logrado llegar hasta el domicilio de CFK y, a su vez, de una noticia: la vicepresidenta hablaría. Quince minutos después, entre cantos de "Cristina presidenta", CFK se subió a un escenario montado a las apuradas y comenzó: "Desde el día que el partido judicial pidió doce años de condena por cada año de los mejores doce años que tuvo el pueblo argentino se produjeron manifestaciones a lo largo y ancho del país, sin embargo en el único lugar en el que hubo escenas de violencia fue aquí, en la CABA y en la puerta de mi casa", cuestionó, entre los chiflidos de los presentes.
"Después dicen que los violentos somos nosotros", reclamó, y recordó los episodios de violencia en la puerta de su casa cuando dejó la presidencia en 2015 o en las manifestaciones contra el actual gobierno nacional, con bolsas mortuorias, guillotinas y horcas. "Es increíble el grado de cinismo y perversión de no hacerse cargo de lo que quieren: exterminar el peronismo", aseguró, y acusó a la oposición de "competir por quién se hace el más duro". "No repitamos experiencias que después todos lamentamos, ya ha habido demasiado sangre en la Argentina", advirtió y, con ánimo pacificador, agradeció a la militancia por estar presente desde el mediodía y los mandó a "descansar": "Siento que todos son un poco hijos míos, los quiero con el corazón".
En el comienzo fueron las vallas
La jornada había comenzado temprano a la mañana, cuando el domicilio de la vicepresidenta de la Nación amaneció vallado. No se podía ingresar a la calle Juncal ni por Paraná, Montevideo o Talcahuano: una red de metal y de efectivos policiales taponaba cualquier posibilidad de acercarse. "La lógica del señor Larreta es la misma lógica del partido judicial. Para los macristas, cuidado y protección. Para los peronistas, vallas, infantería de la policía de la ciudad", había cuestionado, ya al mediodía, la propia CFK a través de una carta.
Para entonces, con una treintena de convocatorias organizadas en diferentes partes de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires previas, la bronca y el repudio de gran parte de la dirigencia del Frente de Todos llevó a la decisión de transformar todas las manifestaciones en una gran peregrinación hacia el hogar sitiado de la expresidenta.
"Estamos en estado de alerta, nos sorprende todo este aparato represivo en la puerta de la vicepresidenta. Es una locura, no se entiende este despliegue para una manifestación de afecto del pueblo", señaló el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, quien cuando este diario lo alcanzó estaba recorriendo la calle Montevideo, alarmado por el despliegue de infantería.
Espionaje ilegal sobre los manifestantes
La policía aún no había comenzado a reprimir, pero algunos sectores ya habían presentado habeas corpus preventivos. El diputado Leopoldo Moreau, incluso, había presentado una denuncia contra Rodríguez Larreta porque, desde temprano, la policía había estado filmando ilegalmente a los manifestantes.
"Estábamos tranquilos queriendo expresar el cariño a Cristina y Larreta nos valló la Ciudad. Y así al final lo que hizo fue desatar esta reacción popular y que viniera más gente que nunca", señaló en la intersección de Juncal y Paraná el presidente del PJ porteño, Mariano Recalde, quien originalmente había organizado una convocatoria en Parque Lezama. "La idea era seguir en las plazas y mantener el fuego vivo, pero vino Larreta y a ese fuego le tiró nafta", sonrió, intentando hacerse escuchar por encima de las personas que cantaban la marcha peronista.
A unos metros, los puestos de chori y de merchandaising peronista transformaban drásticamente el panorama de la plaza Vicente López. La liturgia peronista seguía interrumpida por el amenazador despliegue de la infantería policial, con camiones hidrantes y decenas de efectivos armados. Eran las tres de la tarde, los manifestantes llegaban aún en olas, con alegría y cantando, pero la presencia policial rompía el clima y comenzaba a generar tensión.
"Lo de las vallas demuestra lo antidemocráticos que son. La sitiaron a Cristina. No me sorprende la actitud de Larreta porque históricamente utilizó a la Policía de la Ciudad para la represión y esto es un capítulo más. Pero hoy llegaron muy lejos", advirtió la dirigenta gremial y diputada Vanesa Siley, anticipando un escenario que terminaría explotando en solo un par de horas.
A unas cuadras, mientras tanto, los movimientos sociales también daban el presente. "Nosotros no participamos de las vigilias, teníamos toda nuestra fuerza comprometida por el Salario Básico Universal, pero la defensa de los humildes y la defensa de Cristina tienen puntos de contacto. Hoy se cruzó un límite, acá hay una militarización de la vivienda de Cristina, hay un cercenamiento del derecho que tiene el pueblo a manifestar su cariño por una líder popular", sostuvo Juan Grabois. En las inmediaciones estaban presentes, además, el gobernador Axel Kicillof, el ministro de Interior Wado De Pedro, las diputadas Mónica Macha y Mara Brawer, el ministro bonaerense Andrés Larroque, entre muches otres.
La represión
Cuando faltaban quince minutos para las 5 de la tarde, en la esquina de Juncal y Paraná se desató un pequeño infierno. Los contingentes de personas continuaban llegando a la plaza Vicente López, muchas provenientes del conurbano y el interior, pero también la infantería hacía lo mismo, presionando de atrás. En un momento, un grupo de manifestantes empezó a patear las vallas y cuando algunos lograron pasar, las tres filas de efectivos policiales y el camión hidratante que se encontraban detrás comenzaron a reprimir. En la primera línea de fuego quedaron muchos dirigentes que, en el medio del caos, lograron ingresar por el espacio que se había abierto entre las vallas, habilitando así a que se las terminaran de correr y la enorme multitud pudo atravesar la frontera y acercarse a la casa de la vicepresidenta.
La policía de la Ciudad tiró, además, con gases lacrimógeno y se escucharon unos pocos ruidos de balas de goma. El periodista Ezequiel Guazzora fue herido en la cabeza. Detuvieron a los diputados provinciales Matías Molle y Facundo Tignanelli, y al dirigente Fabián "Conu" Rodríguez. Después de un rato la policía paró y reinó cierta calma, pero en varias ocasiones volvió a apuntar con el camión hidrante, generando un estado de confusión en toda la militancia. Sólo unas horas después, Cristina Fernández de Kirchner hacía su diagnóstico en un improvisado escenario, frente a la multitud que fue a demostrarle su cariño: "Odian la alegría y el amor peronistas".
Repudios
"Expreso mi más enérgico repudio a la violencia institucional desatada por el Gobierno de la Ciudad frente a una masiva manifestación de ciudadanas y ciudadanos expresándose en libertad y en democracia", sostuvo el presidente Alberto Fernández a través de sus redes sociales, quien denunció que el operativo policial generó "un clima de inseguridad e intimidación".
Juntos Por el Cambio, mientras tanto, respondió defendiendo la represión y endilgándole toda la responsabilidad al Frente de Todos. "La responsable de este desborde y alteración de la paz es CFK, que nuevamente atropella las instituciones, creyéndose por encima de la ley. Se victimiza para promover el caos. Envío mi apoyo a las fuerzas de seguridad y al Gobierno de la Ciudad", sostuvo Mauricio Macri.
Rodríguez Larreta, mientras tanto, encabezó a la noche una conferencia de prensa en la que defendió la actuación policial: "La Policía actuó con firmeza, con determinación y con profesionalismo. La violencia es el límite. No lo vamos a permitir. Siempre que haya situaciones de violencia, la Policía de la Ciudad va a actuar".