Para poder colonizar diferentes territorios, los cactus han incorporado a lo largo de la historia una serie de adaptaciones, entre ellas el epifitismo, es decir, que muchas especies de cactus utilizan las ramas de los árboles como sustrato en lugar del suelo. Es por esta razón, que a diferencia de lo que creen la mayoría de las personas, no sólo habitan en ambientes secos, sino que también crecen en zonas húmedas.
El biólogo Gonzalo Martínez habló con Catamarca/12 y contó sobre éstos cactus de zonas húmedas. “La mayoría de las personas tienen un concepto o bien una creencia equivocada sobre los cactus al pensar que solamente habitan en regiones de clima seco o muy poco lluvioso. Si hay algo en lo que sorprenden las plantas es en su capacidad de adaptación a diferentes ambientes, y los cactus no son la excepción”.
Los cactus tienen tejidos que acumulan agua en su interior para tolerar condiciones más secas, pero no significa que solamente crecen en los lugares más áridos del planeta. Existen numerosas especies que solamente se encuentran en áreas de selvas y bosques húmedos. De hecho, en el mismo Amazonas se pueden encontrar una gran diversidad de especies de cactus.
“En Catamarca, por ejemplo, que tenemos una enorme variedad de ambientes con climas diferentes, la segunda ecorregión con mayor diversidad de cactus es la de las yungas, donde las precipitaciones anuales superan los 1000 mm y en algunos sectores hasta los 1500 mm. Además, la humedad relativa es alta durante prácticamente todo el año y la niebla es un factor meteorológico muy común”, detalló Martínez.
Ante la pregunta de por qué la mayor diversidad está en las yungas, el biólogo señaló: “Para poder colonizar diferentes territorios han incorporado una serie de adaptaciones, entre ellas el epifitismo, es decir, que muchas especies de cactus utilizan las ramas de los árboles como sustrato en lugar del suelo. Debido a que la tierra de los lugares húmedos contiene una gran carga de agua que los pudriría y a su vez es mucha la sombra que generan los grandes árboles de las selvas y los bosques, no encontraron mejor mecanismo de adaptación que pegar un salto hacia las ramas, donde crecen muy bien sin tanta agua y con mayor luz solar”, explica.
Es así, que en las selvas catamarqueñas encontramos cactus colgantes como las especies Rhipsalis floccosa y Pfeiffera ianthothele, epífitas de la ecorregión yungueña. Por otra parte, otras especies que no se adaptaron a la vida epífita buscaron sectores principalmente pedregosos y bien asoleados en las zonas húmedas. “De hecho, la mayoría de los cactus que crecen en zonas húmedas, desde las selvas pedemontanas hasta los prados montanos, logran desarrollarse perfectamente usando como sustrato grandes rocas, donde el agua de la lluvia no se acumula”, explica.
“Las principales amenazas que sufren estas especies son la tala indiscriminada de los árboles que son el sustrato de muchas especies y también la extracción por parte de los coleccionistas o vendedores de cactus. El daño generado en los ecosistemas es muy grande, pues cada vez hay más gente con estas prácticas. La mayoría de los cactus producen frutos comestibles para muchos animales silvestres. Por eso es indispensable la creación de áreas naturales protegidas que preserven los ambientes naturales y donde se puedan limitar las actividades humanas que son destructivas”, concluye.