El decomiso más grande de droga de la historia de Rosario, curiosamente tiene muy poco que ver con Rosario. Los más de 1600 kilos de cocaína colombiana hallados en un galpón de Empalme Graneros y que tenían a Dubai como destino, corresponden a una investigación federal de un juzgado de Campana y los procedimientos fueron llevados a cabo sin ninguna colaboración de la policía santafesina que, dicho sea de paso, nunca notó nada raro en esa gran estructura donde fue hallada la droga en uno de los barrios calientes de la ciudad. Lo que demuestra que la capacidad de inteligencia de la policía provincial es limitadísima, cuando su accionar no es connivente.
El histórico golpe dado aquí al narco global se relaciona más bien con el fenómeno que se registra hace años de migraciones de bandas narco que descienden para sus operaciones más complejas hacia el sur. El enclave portuario de la ciudad le da condiciones propicias como a todas las ciudades portuarias del mundo donde en la mayoría de ellas se ha frustrado el comercio ilegal de estupefacientes a gran escala.
También confirma lo que se sabe hace tiempo, del caso Alvarado para acá: importantes desprendimientos de bandas bonaerenses trabajan asociadas en los niveles más bajos a delincuentes de la ciudad.
Sin embargo, nada de todo esto es capaz de explicar la extrema violencia que se vive en Rosario que tiene particularidades especialísimas alrededor de un delito complejo de escala nacional e internacional. Esto último no les gusta reconocer a la autoridades locales y provinciales porque entienden que las carga de mayores responsabilidades y les quiebra el discurso de nacionalización del conflicto narco. No debería ser así, no reconocer los trazos finos de un fenómeno local aleja las posibilidades de comprenderlo mejor para tratar de erradicarlo.
Para muchos estudiosos que son raramente escuchados -porque parece que sólo se trata de acción cuando se habla de enfrentar al delito complejo- la particularidad de Santa Fe radica a esta altura en una evolución del rol connivente de la policía que en otras provincias actúa como regulador ilegal de la violencia y aquí se limita a resignarse a los designios de los jefes de banda porque con eso sólo la parte de los recursos percibidos ya es más que suficiente.
Otros déficits del Estado son bien evidentes también y sobre todo la justicia federal en la provincia, que carece más de conducción y objetivos claros de persecución penal, que de recursos y vacantes no cubiertas. “Fijate que en las dos causas más importantes de los últimos días, nada tuvimos que ver nosotros: ni en los allanamientos de Empalme Graneros ni por el lavado de activos por el que se pidieron cinco años de condena para un financista local”, dijo descorazonada una fuente del fuero federal de Rosario a este diario.
A todo esto la política…
Más allá de estos delicados asuntos de seguridad que seguramente formarán parte del próximo debate electoral y, salvo excepciones, se tratará de manera estruendosa y con escasa profundidad, las urgencias no posponen los calendarios de elecciones que se vienen el año que viene y para los que ya hay que empezar a trabajar.
En la oposición provincial reina el desconcierto y la falta de definiciones. La foto de Clara García y Mónica Fein esta semana con el gobernador Juan Carlos Schiaretti logró desconcertar a propios y extraños. “Es muy difícil de explicar que lo puteas todo el tiempo a (Omar) Perotti y después vas y le pedís a Schiaretti que sea tu referente nacional cuando el gobernador cordobés es igual a Perotti pero hablando con tonada”, se quejó un viejo dirigente socialista, hoy más alejado de los centros de decisiones.
También el PS sorprendió estos días al pegar el faltazo en masa a la audiencia pública por Vicentin que impulsó la comisión legislativa de seguimiento del tema. Ni siquiera por cortesía e institucionalidad se hizo presente el presidente de la Cámara de Diputados, Pablo Farías. “¿Tienen miedo de quedar mal con el macrismo? No se entiende bien para qué lado van”, se quejó uno de los diputados miembros de la comisión que investigó la estafa más grande de la historia de Santa Fe y que tiene cables que la conectan con el gobierno del expresidente Mauricio Macri.
Pero también hay espacios que hacen fuerza para mantener el perfil progresista y si bien todavía no enfrentan a la conducción formal del PS, se muestran con otros matices. Es el caso del secretario de Salud Leonado Caruana que empezó despacio a caminar los barrios de la ciudad y a recorrer los centros de salud que conoce de memoria. Su perfil en general y su gestión durante la pandemia lo han puesto en otro lugar. “Es un candidatazo”, se entusiasman los jóvenes de la Fuerza del Territorio, un espacio socialista en el que también se referencia el intendente de Santa Fe Emilo Jatón, su par de Villa Gobernador Gálvez Alberto Ricci, la concejala Susana Rueda y el responsable municipal del Plan Nueva Oportunidad Luciano Vigoni, además de un grupo de legisladores provinciales.
El espacio abre un pulmón entre el intendente Pablo Javkin como precandidato a gobernador de Santa Fe, y el PRO. Trata de evitar que se mezcle todo en un frente de frentes que termine por ser una propuesta que desdibuje a muchos dirigentes. “La salida debe ser progresista y socialista”, dice la concejala Rueda que está convencida de que en la provincia no está cantado ningún viraje masivo hacia la derecha.
El espacio articula además con el ex gobernador Antonio Bonfatti y el ex ministro de Gobierno Rubén Galassi y también la corriente interna Bases que lidera el ex diputado Eduardo Di Pollina. Por ahora junta músculo pero tiene bien claro el camino.