Hay una frase que se le suele adjudicar a un viejo caudillo peronista que dice que “Juan Manuel de la Sota y Juan Schiaretti alambraron tan bien su provincia que se quedaron atrapados en ella”. A menudo, la metáfora se repite para explicar las dificultades que los socios políticos que alternaron en el poder cordobés durante casi un cuarto de siglo experimentaron cada vez que quisieron proyectar sus figuras a la escena nacional. Tal como propone hacer con la grieta, salir por arriba, Juan Schiaretti está convencido de que es el momento de saltar el alambrado. Para eso, sincronizó relojes con su mesa chica y fijó fecha. El próximo 11 de septiembre buscará romper con la hegemonía macrista en el sur cordobés, celebrar un triunfo en las elecciones de Marcos Juárez, el pueblo que el macrismo menciona como su kilómetro cero, y posicionarse como uno de los tótems opositores de cara a las presidenciales del año próximo.
Nadie espera que el gobernador de Córdoba se suba al escenario que imagina victorioso y anuncie una candidatura, pero sí que esa imaginada victoria servirá para que las luces y las cámaras giren hacia su figura. Semanas atrás, en medio de la campaña, aseguró estar trabajando en un proyecto a la par de “personas que no quieren la grieta y que defienden la cultura del trabajo y la producción”. En esa alineación, enumeró sin dar nombres a figuras del peronismo federal, el PRO y la UCR. La intención de Schiaretti es seducir a quienes, aún dentro del Frente de Todos o Juntos por el Cambio, sientan la necesidad de abandonar los espacios que integran en la actualidad y sumarse a su tren presidencialista. A juzgar por el compilado de fotos y declaraciones de los últimos meses, lo más probable es que las miradas cómplices deban rastrearse entre la liga opositora y no dentro del oficialismo, por más que Juan, como se lo nombra en las lides cordobesas, sueñe con arrimarse a algún colega “compañero”.
El kilómetro cero del cambio
Pedro Dellarossa es hijo de Henry Bautista Dellarossa, un histórico dirigente del sur cordobés que gobernó la ciudad de Marcos Juárez por casi dos décadas, empezando a contar en 1979 y extendiendo su legado por cinco mandatos más, siempre desde el vecinalismo local que lograba nuclear a diferentes sectores de la vida pública de su localidad.
El 7 de septiembre de 2014, la hegemonía de la Unión Vecinal empezó a decaer para dar paso a un fenómeno que rápidamente iba a expandirse a nivel nacional. Sumado al PRO desde las primeras incursiones del macrismo en Córdoba, Pedro Dellarossa se puso al hombro la primera experiencia victoriosa de la por entonces germinal alianza entre el PRO y la UCR. Por más de que se tratase de una contienda con tintes locales, aquel triunfo fue utilizado por el macrismo para poner una piedra fundacional.
Hubo viajes y festejos que hoy son recordados casi como documentos históricos. Mauricio Macri y Gabriela Michetti llegaron a la ciudad y se encontraron con la primera plana de la alianza cordobesa, en ese momento con Oscar Aguad y Héctor Baldassi como máximos referentes. Durante la campaña, que fue seguida muy de cerca por el mismísimo Jaime Durán Barba, habían pasado por allí los principales popes nacionales del PRO y algunos de los más importantes del radicalismo. Cambiemos todavía no existía y la lista con la que Dellarossa ganó las elecciones se llamó Juntos por Marcos Juárez. Aunque era imposible adivinarlo, una lectura de época hacía imaginar que algo grande podía gestarse desde el sur cordobés, corazón de la pampa gringa antikirchnerista. El que lo pensó, no se equivocó.
La mirada de Schiaretti no dista demasiado de la que hace ocho años analizaron desde el centro amarillo de la polarización. Por eso se imagina ocupando la tierra santa del macrismo y proyectándose desde allí como la nueva referencia opositora a la que el grueso del arco político nacional debería abrevar pensando en los tiempos por venir.
En pos de ese objetivo, no dudó un instante de jugarle a Juntos por el Cambio con sus propias armas. En un movimiento digno del aikido japonés, el PJ cordobés aprovechó una grieta interna del oficialismo municipal y se adelantó en la carrera por la sucesión de Dellarossa. A propuesta del ministro de Desarrollo Social provincial, Carlos Massei, Schiaretti aceptó que el peronismo construya una alianza con el vecinalismo que llevase como candidata a quien hasta hace unos meses fuera la secretaria de Gobierno de la Municipalidad de Marcos Juárez, Verónica Crescente.
La otrora mano derecha del intendente se alejó del espacio que comanda el hombre del PRO cuando, en un gesto que aún hoy le recriminan algunos de sus propios socios políticos, puso las intenciones de Crescente a un costado y eligió como candidata del espacio a Sara Majorel, actual titular del Concejo Deliberante. Para evitar confusiones y sostenerse como centro del poder municipal, Dellarossa irá como primer candidato al Concejo, completando una suerte de fórmula con la candidata de Juntos por el Cambio.
Dos semanas a todo o nada
Aunque siempre se mostró muy seguro de su decisión, al intendente saliente el destino parece soplarle a contraviento. Mientras los números de todas las encuestas ubican a su candidata por detrás de la elegida por Schiaretti, la semana pasada la Coalición Cívica decidió correrse de la campaña cuando se oficializaron listas sin referencias del partido de Carrió entre los aspirantes al Concejo Deliberante. “Ni a favor, ni en contra. No vamos a participar de la campaña”. Asunto cerrado.
En medio de un mar de rumores y ruidos internos, los últimos dos fines de semana tuvieron al gobernador jujeño Gerardo Morales y al expresidente Mauricio Macri en Marcos Juárez. El apoyo de los referentes provinciales y nacionales a Majorel se presenta como el desafío más urgente de los opositores que quieren sostener su bastión para avanzar con mayor confianza hacia las elecciones del año próximo, donde empezarán corriendo desde atrás. En lo que resta de la campaña llegarán otros dirigentes de JxC como María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Toda la carne al asador.
El resultado de semejante despliegue resulta en una discusión electoral nacionalizada en la que los de adentro y los de afuera coinciden en diagnósticos generales y las propuestas tienen los mismos ejes. Cuando se habla de Marcos Juárez, las dos candidatas se presentan como la continuidad de la gestión de Dellarossa y valoran el trabajo conjunto con la provincia. Mientras Crescente tiene a Schiaretti como espalda para sostener sus promesas, Majorel augura un cambio de mando en la provincia y en el país que podrá a hombres y mujeres de su mismo color político al mando. Cuando la conversación apunta hacia la Casa Rosada, las críticas suenan al unísono y los matices respecto al futuro del país apenas si pueden notarse.
En ese contexto, Schiaretti hace cuentas y sonríe. Sabe que el país lo estará mirando y que si logra frenar el envión que Juntos por el Cambio tomó luego de las legislativas del 2021, se habrá ganado el permiso para mirar el horizonte desde otra perspectiva.