Cada vez más sitios de la provincia de Buenos Aires tienen el rostro de una joven víctima de femicidio. Las señalizaciones nos recuerdan que ellas –todas jóvenes, algunas adolescentes— no están, que faltan, que las mataron. Se trata de una iniciativa del Programa Mariposas del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, que encabeza Estela Díaz. “Frente a lo irreparable, aprendimos de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo, que la memoria era una política reparatoria y que obliga al Estado a construir el camino de la erradicación de esas violencias” explica Díaz.
Este viernes, se colocó en los tribunales federales de La Plata una placa con el rostro de Johana Ramallo, desaparecida en el 2017 en un contexto de trata de personas y cuyo cadáver mutilado fue hallado en las costas de la ciudad de Berisso en agosto de 2018.
El Programa Mariposas se fue construyendo junto a familiares de las víctimas: son ellos y ellas quienes deciden de qué forma recordarlas, “como parte de una política de prevención, de sensibilización, para decir que no debe haber más violencia de género ni más femicidios ni travesticidios ni trasfemicidios”, agrega Díaz.
Cada rostro conmueve. Interpela.
Ya se puso casi una decena. En Lanús, en la esquina en la que Érica Soriano fue vista por última vez. En la placita Ameghino, de Azul, donde solía ir Eliana Mendilaharzu con sus hijos. En el ingreso al balneario Palo Blanco, en Berisso, donde se hallaron restos de Johana Ramallo. En la plaza Soberanía Nacional, del barrio Sarmiento, en el partido de San Martín, donde Araceli Fulles se reunía con amigas y amigos. En la Plaza Buján, de Moreno, en el barrio en el que vivía Camila Tarocco. En el edificio del centro de la ciudad de La Plata, donde Sandra Ayala Gamboa fue asesinada. En la Plaza de los Niños, de Pilar, de donde era Laura Sirera. En Mayor Buratovich, en el extremo sudoeste de la provincia, los pagos de Yésica Paredes.
Cada mes se agregan más. Los familiares pueden pedirlas.
“Ante cada señalización hay un trabajo previo con las familias y allegados, de conocer quién era esa mujer, esa travesti, esa trans, qué era lo que le gustaba, qué quería, qué hacía, qué colores prefería, de buscar sus fotos, las imágenes” dice a Página/12 Flavia Delmas, subsecretaria provincial de Políticas contra las Violencias por Razones de Género.
Los materiales de las señalizaciones son diversos: en algunos casos los rostros de estas adolescentes y jóvenes asesinadas están calados en chapa, o hechos en acrílico o en hierro con acrílico. A veces, se elige pintarlas en un mural.
En la señalización de Ely Mendilaharzu, colocada en la placita Ameghino, en el partido de Azul, se inscribió junto a su cara la frase “Sembrar el amor para transformar el dolor”. La propuso su mamá, María Zárate. “No podemos responder con más violencia”, dice. “La posibilidad de que se vea todos los días que nos falta una y que cada mujer que nos arrancan así no se esconda más es un acto grandioso del Ministerio de las Mujeres. Para mí fue muy reparador y sanador en cierta forma”, dice. Luego del femicidio de su hija fundó la asociación civil Vivas, en Olavarría, donde vive, para acompañar a víctimas de violencia de género. Ely murió en octubre de 2020, en el partido de Azul, en plena pandemia de covid-19 como consecuencia de los golpes que le propinó su novio Marcos Ponce: tenía 27 años y era madre de cuatro hijos, el más pequeño de apenas dos meses –en ese momento-- lo había tenido con quien luego sería su femicida. El 27 de abril último, al año y medio de su muerte, se realizó la señalización.
En cada acto en el que se coloca la señalización, están presentes familiares, allegados, y amigxs de la víctima, además de autoridades del Ministerio y municipales, legisladoras y organizaciones locales. Participan también artistas del lugar, hay música y se hacen a la vez talleres y otras actividades de concientización sobre la problemática de la violencia machista para la comunidad.
Como parte del mismo Programa Mariposas, a principios del 2021 se armó en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti “El cuarto de Lucía”, una instalación itinerante con los objetos de la habitación de Lucía Pérez, realizada por Marta Montero, su mamá, y la escritora y editora Claudia Acuña. Lucía tenía 16 años, cuando fue víctima de un femicidio: su muerte derivó en el primer paro nacional de mujeres, el 19 de octubre de 2016.
El nombre del programa se suele relacionar con las hermanas Mirabal conocidas como Las Mariposas, Minerva, Patria y María Teresa, dominicanas asesinadas por la dictadura de Rafael Trujillo. Pero en realidad, tiene otro significado: En una charla con Gustavo Melmann, el papá de Natalia, la adolescente de 15 años, secuestrada, violada y asesinada en febrero de 2001 en la localidad balnearia de Miramar, él le dijo a Delmas que si tenía que representar a su hija de alguna manera, lo haría con una mariposa. “Los familiares se conectan mucho con la idea de la mariposa. Hay algo en su belleza, en cómo te atrapa la mirada, como te queda grabada, también lo efímero de la vida de la mariposa. Con todas esas imágenes e ideas se fue construyendo el programa”, cuenta Delmas.
Las familias de las víctimas de femicidios durante mucho tiempo no han sido escuchadas, necesitan reconstruir la memoria de sus hijas, que sean nombradas, que no se las olvide. “Y tienen que sentir no solo el acompañamiento del Estado, de la comunidad entera. Por eso la presencia de las organizaciones, de las concejalas, hay todo un movimiento muy grande que se logra en cada acto. Y siento que al menos podemos reparar un poco del dolor que es enorme”, dice Delmas.
En la provincia de Buenos Aires hubo 102 femicidios en 2018 y 2019; en 2020 fueron 94 y en 2021, 71, de acuerdo con las estadísticas de la Corte Suprema.