Camina por Heliotropo hasta Clavel. Se esconde tras un auto abandonado. Son las cinco de la mañana. Tiene que aguantar un par de horas hasta lograr salir de la zona de peligro. Escucha unos movimientos a cincuenta metros. Deben ser el Colorado con sus secuaces que lo están oliendo. Tiene una campera de jean con una remera, está temblando de frío y recuerda que siempre le pasa lo mismo, lo agarra la noche y el siempre cagado de frío. 

Aguanta la helada tirándose aliento en las manos. El cielo encapotado no deja ver nada. El auto es un Renault 12 rojo sin cubiertas. Piensa mandarse adentro, pero va a quedar atrapado si tiene que salir de raje. En diagonal al auto, vive doña Azucena. Sale todos los días a las siete a trabajar. La conoce muy bien, es la portera de la escuela primaria del barrio. Quien no conoce a Doña Azucena, no es de Las Flores. La recuerda con cariño, todas las mañana les preparaba unas tortas fritas para aguantar el mate cocido.

El Colorado no va a parar hasta encontrarlo. Tiene gente patrullando el barrio. Es el dueño del barrio. Piensa mandarse en la casa de la portera, y ver cómo hacer para llegar a Nuevo Alberdi Oeste a media mañana, con algún camuflaje. Su primo lo puede esconder y luego irse al Norte; desaparecer. 

Son las cinco y media, no pasa más el tiempo y el puto frío que le está helando el alma. Los bondis no entran hasta pasada las seis y tampoco es una alternativa, porque seguro el Colorado va a esperarlo a la salida del barrio a ver si sale por ahí. Solo le queda irse por abajo, por la zona de quintas. Tiene que esperar que el barrio se empiece a mover y luego pirarse como pueda. 

No tiene el celular. Lo dejó en la mesa antes de que se armara el bardo. Tampoco recuerda el número de nadie. Tiene que lograr llegar a Nuevo Alberdi. Son las seis. Ya tiene el cuerpo entumecido del frío. Falta una hora más. Se promete que si zafa de esta, no vuelve nunca más al maneje. Se va a conseguir un laburo y dejar todo esto atrás. 

El jean se le rompió en la huida. Le entra la helada por ahí. Está temblando de frío y escucha un ruido a dos metros. No puede ser. Lo encontraron. Está listo. “Chau Braian” es lo último que escucha.