El conjunto de pinturas de la exposición de Diana Dowek (Buenos Aires, 1942), con curaduría de Diana Wechsler, trata sobre la crisis migratoria contemporánea como metáfora del estado del mundo.
“Hija de sirios -escribe la curadora-, Dowek tiene un interés personal en esta problemática y busca con su obra generar una intervención crítica, trabajando siempre desde la urgencia del momento”. Página 12 entrevistó a la artista.
-En sus pinturas hay una evocación de los refugiados, exiliados, emigrados.
-En mis obras busco documentar esas situaciones no solo de Europa y hacia Europa, sino también de Africa hacia Europa. Y me ocupo también de los latinoamericanos que emigran hacia Estados Unidos o hacia otro países latinoamericanos: desde Honduras o desde México, por ejemplo. Que son apaleados en varias fronteras, no solo cuando intentan entrar a Estados Unidos.
-¿Qué la impulsa a tomar esos temas?
-Creo que son un símbolo de nuestro tiempo. Las migraciones son también un síntoma de que las cosas están muy mal. Del mismo modo que los naufragios, por ejemplo en el Mediterráneo, son una metáfora de cómo está el mundo. De cómo se está hundiendo el mundo. Y yo aúno esas cosas. Porque en las migraciones está el hambre, la injusticia, las represiones y persecuciones políticas, la falta de techo y de trabajo. En las migraciones está todo eso junto, todo ese malestar del mundo. Los emigrados llegan a su destino generalmente en situación precaria y de necesidad. En gran cantidad de casos, para llegar caminan muchos kilómetros, o viajan en embarcaciones muy frágiles. Creo que es algo muy fuerte y pienso que eso habla de que nos vamos a pique.
-A su vez el agua es un elemento recurrente en su obra.
-El agua es muy importante en mi obra, porque es algo que se retira y vuelve, cosa que para mí es un símbolo de la historia y de la repetición de los naufragios. El gran cuadro del barco repleto de gente, colgado como un estandarte, entre dos postes, presenta la ilusión de movimiento, como la del agua, y me parece uno de los aciertos de la curadora, Diana Wechsler.
-Hay dos obras con escalerillas de avión en medio de la nada.
-En una no hay gente y le puse el título “Esperando a los bárbaros”. En el cuadro que está al lado, la gente se agolpa en la escalerilla para subir al avión, pero el avión no está. Ahí busqué pintar la idea de ir a ninguna parte. El título es “Centro de permanencia temporaria”. En Italia, por ejemplo, llevan a los migrantes a un lugar donde pueden ser aceptados o rechazados.
-Otro tema presente en su obra son los alambrados.
-Para mí son fronteras que hay que atravesar. En otro de los alambrados que pinté muy recientemente, hay mochilas o camperas, enganchadas y abandonadas. Hace dos meses, por ejemplo, hubo una masacre en Melilla, con emigrados de Africa que fueron atacados cuando intentaban atravesar la frontera entre Marruecos y España. Murieron decenas de personas que huían de los conflictos armados de sus países y querían pedir asilo humanitario. Hice un cuadro sobre eso.
-Hay varias pinturas sobre la guerra en Siria de 2015.
-Son cuadros que trabajé en 2015 y 2016 y que la curadora eligió especialmente para esta muestra.
-Aunque no sea el motivo de los cuadros, las imágenes de la destrucción en Alepo en 2015 remiten a un tema familiar: la migración de sus padres, desde Damasco hasta Buenos Aires, hace un siglo.
-Ellos vinieron de muy chicos a Buenos Aires, con sus respectivas familias. Mi papá tenía diez años y mi mamá, seis. No sé mucho de sus motivos ni de cómo fue su llegada. Lo que sí sé, es que ambos pasaron por este lugar, el Hotel de inmigrantes, donde ahora están colgados mis cuadros. En el caso de mi abuelo materno, que era relojero, no eran pobres, porque mi mamá de muy chica fue a la Alianza Francesa en Damasco. La situación de la familia de mi papá, en cambio, era precaria. Y ambas familias eran de Damasco. Mi papá había ido a la escuela allá, hasta los diez años, y sabía leer y escribir; sabía matemática. No sé cómo hizo, porque a pesar de que después no siguió estudiando, sabía de todo. Ambos tenían preparación.
-La fuente de sus pinturas es casi siempre la fotografía periodística o lo que toma de internet.
-Así es. Y al pintar ‘acomodo’ y ‘desacomodo’; tapo lo que no me interesa y resalto lo que quiero destacar. A veces las pinturas son transferencias de las fotos. En otros casos, primero dibujo y después pinto y transformo. Lo que busco con mis obras es documentar. Y aunque la subjetividad está siempre presente -en la elección de la materia, el color, el motivo que se resalta, etc-, mi idea es la de documentar a través de la pintura.
* En la sede Hotel de Inmigrantes de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en Avenida Antártida Argentina (entre la Dirección Nacional de Migraciones y Buquebus), hasta el 9 de octubre, con entrada libre y gratuita.