Desde Londres
Hace una semana, el 26 de junio, se cumplieron diez años del debut de Juan Martín del Potro en Wimbledon. Había jugado apenas cinco partidos en césped antes de aquel encuentro ante el italiano Davide Sanguinetti y ahora, una década después, el argentino se ha convertido en uno de los tenistas más peligrosos en la superficie más rápida e imprevisible.
“El otro día caminé por la pista en la que jugué mi primer partido acá con Sanguinetti y cuando me dijeron que habían pasado diez años me sorprendió. Tanto tiempo, seguir acá y volver a este torneo...”, recordó ayer el campeón del US Open 2009 en una rueda de prensa en Londres.
Nacido hace 28 años en Argentina, donde la hierba es sinónimo de fútbol, hockey o rugby pero no de tenis, Del Potro descubrió que su juego casaba muy bien con las condiciones del verde. Un saque demoledor y una derecha plana y que echa fuego son argumentos de peso para considerar a Del Potro un jugador molesto para cualquier rival en pasto.
“Al principio me parecía tan difícil de jugar y después tuve resultados espectaculares. Fue un cambio y un proceso muy importante en mi carrera y diez años después vuelvo a jugar un torneo tan especial”, indicó Del Potro, semifinalista de Wimbledon en 2013 y un año antes bronce olímpico en el mismo escenario.
“Ya juego mejor en una superficie que para los argentinos quizás es la más complicada. Poco a poco le fui dando más interés al pasto”, comentó el actual número 32 del ranking sobre el proceso. “También con Franco (Davin, su antiguo entrenador) creíamos que mi juego se podía adaptar bien y le dedicamos más tiempo en los entrenamientos y hacíamos giras más largas. Fue una gran decisión y hoy es donde mejor me siento para jugar después de las canchas rápidas”.
El argentino, que el año pasado perdió en tercera ronda ante Lucas Pouille tras batir en segunda a Stan Wawrinka, debutará mañana con el australiano Thanasi Kokkinakis, número 486 del mundo con 21 años pero que llegó en 2015 al puesto 69 del ranking antes de sufrir un calvario de lesiones.
Algo de eso sabe también Del Potro, que todavía no ha recuperado su estatus en el circuito –llegó a ser número cuatro del ranking– tras sus múltiples operaciones en la muñeca izquierda. Esa articulación todavía lo condiciona, sobre todo al golpear al revés, pero lo que de verdad lo tiene preocupado a horas de su debut en Wimbledon es el pubis.
“Estoy justo”, reveló Del Potro, que arrastra la lesión desde el torneo de Lyon a mediados de mayo. Pese a las molestias por la inflamación jugó Roland Garros, pero se bajó recientemente de ‘s-Hertogenbosch y Queen’s, los dos torneos sobre hierba que iba a disputar antes de Wimbledon.
“El problema lo sigo teniendo. No hay nada mágico ni nada que en tan poco tiempo convierta algo importante en algo que no sea nada”, indicó. “Siento algo que me molesta un poco, pero puedo manejar el dolor y estoy aquí con mi fisioterapeuta haciendo tratamiento todos los días. No arriesgo nada jugando el torneo”, enfatizó. “Espero que vaya mejor esta semana. Wimbledon es un torneo especial para mí y espero estar en buena forma para llegar lejos”, añadió Del Potro.
El argentino explicó que la única razón para saltarse la gira de hierba previa a Wimbledon es que quiere estirar su carrera lo máximo posible.
“Es feo saltarse torneos como Queen’s, pero cuando hay que tomar decisiones que no son las mejores pienso en jugar mucho tiempo. Hay que hacer balance. ¿Arriesgar en ‘s-Hertogenbosch y Queen’s o jugar toda la temporada o tres o cuatro años más? Internamente pienso en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como una meta lejana, quiero estar sano. Cuando ponés todo eso sobre la mesa, la decisión se hace más sencilla”, comentó en el All England Lawn Tennis and Croquet Club.