El torneo que se adjudicó Boca hace dos semanas ha sido el último antes de la nueva reestructuración que tendrá el campeonato, con la creación de la Superliga, que todavía sigue siendo una incógnita. Pero la particularidad del torneo que finalizó fue que tuvo finalmente la elección presidencial de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), la misma que se había frustrado en diciembre de 2015, cuando el escándalo se adueñó de la escena con la famosa igualdad en 38. Las miserias dirigenciales siguieron presentes a lo largo del certamen, que tuvo su punto culminante con el paro de actividades de los futbolistas, por deudas en sus haberes, lo que provocó un retraso en el reinicio luego del parate veraniego. Las especulaciones fueron múltiples, y se llegó a mencionar que el torneo quedaría inconcluso hasta que todas las entidades ordenen sus cuentas.

El extremo no ocurrió y Boca se pudo consagrar, pero la situación no ha variado respecto de las economías de cada club. Como son pocos los que pueden vanagloriarse de que tienen sus números al día, la mayoría está esperando ansiosa ver qué sucede con el reparto de dinero de la nueva televisación, para intentar al menos el camino de la supervivencia. La situación dejó en claro que las instituciones continúan en el plano de sacar ventaja a su favor, aunque eso actúe en perjuicio de otro. Más de lo que ha venido sucediendo bajo el mando de Julio Grondona. Inclusive, todo quedó más expuesto en los últimos meses.

El candidato que estuvo cerca de provocar una revolución interna de la actividad, Marcelo Tinelli, no sólo sacó los pies de la máxima entidad, dejando que Claudio Tapia (foto) asumiera la presidencia sin ningún rival en el acto eleccionario, sino que también eligió dejar su cargo de vicepresidente en San Lorenzo. La rueda siguió girando, y el hombre que aparece ahora con el poder absoluto de los torneos es Marcelo Elizondo, el presidente de la Superliga. El último campeonato de 30 equipos en Argentina ha marcado un punto de inflexión en la organización, o en todo caso, en la desorganización dirigencial para llevarlo adelante. 

Lo único bueno fue que pudo terminar, con el campeón conociendo esa condición en un hotel, un día que no tenía que jugar. Todo bien argentino. En un mes y medio debería comenzar un nuevo campeonato. Pero nadie lo puede asegurar.