Fue en aquella cena de año nuevo que Julián Bressan notó que había logrado sentirse cómodo por primera vez con sus deseos. En la mesa familiar su novia, una chica trans, conversaba con su familia plácidamente. De pronto, ella era parte de la conversación de asuntos íntimos de la familia, cómplice en ese recuerdo que iban a conservar por siempre. Mientras Julián la miraba hablar con su madre sintió la alegría de haber podido, tras años de vivirlo como un trauma, congeniar aquellos mandatos de una familia tradicional con su deseo de estar sexual y afectivamente junto a una chica trans.
Sintió también que ese camino recorrido por él, podía servirle a otros para quitarse de encima esa enorme y pesada mochila. “Me hubiera servido muchísimo escuchar a alguien como yo, hablando de estos temas cuando tenía 17 años y no sabía qué hacer o pensar”, dice Julián. Por eso, cuando llegó la pandemia se puso delante de una cámara, grabó su historia en ocho videos y rompió para siempre aquel closet del que nadie se animaba a hablar.
Cuando me enteré de la existencia de Amor Cis-Trans no supe bien qué pensar. Estábamos con mi novio paseando y me contó que había un grupo dónde varios hombres cis contaban sus experiencias sobre vincularse sexo-afectivamente con chicas trans. Obviamente, desconfíe. Algunos días después Franco me contó que había podido hablar con los chicos del grupo sobre nuestra relación y que se había sentido muy acompañado. Entonces entendí que para nuestros novios/chongos/parejas no hay espacios donde verbalizar esa ansiedad, miedo y presión que pueden sentir estando a nuestro lado. Educados en las lógicas patriarcales, domesticados en la idea de que deben estar sexualmente con mujeres cis y atravesados por una cultura que se burla y maltrata a las trans, no es fácil que encuentren modos de y lugares donde hablar de lo que sienten.
Esa fue la idea que Julián Bressan tuvo en la mente al crear Amor cis/trans. Nada más y nada menos que un espacio seguro. Porque por más increíble que parezca y por mucho que escape de las lógicas punitivas de ciertos feminismos, no todos los hombres heterosexuales están en la cúspide del privilegio. Para quienes eligen decir abiertamente que les gustan las chicas trans, les es impuesto de inmediato la sospecha de una perversión. “La gente te dice cosas cómo que en realidad sos homosexual y que no te gustan las mujeres. O sos bisexual, pero no tanto…”, cuenta Julián sobre aquellas primeras reacciones que recibió.
Otras veces la primera sospecha es que sólo buscan a las chicas trans cómo un fetiche y por puro morbo. Y es que para muchxs en esta sociedad las mujeres trans parecemos imposibles de amar, sólo podemos ser consumidas con un deseo abyecto.
“Al principio yo también lo vivía como un fetiche, como algo meramente sexual. A mis veintipocos años llegué a pedirle al psicólogo que me cure, porque no entendía lo que me pasaba. Me tomó veinte años de terapia y reflexión entender que no sólo era posible enamorarse de una chica trans, era lo que yo quería para mi vida”, cuenta Julián mientras sonríe pleno.
El grupo acompaña a quienes se sienten atraídos por las personas trans a gestionar afectivamente aquello que les pasa. También trata de brindar consejos para que cualquier persona que pueda encontrarse en una situación romántica con alguien trans, sepa qué hacer y qué esperar. De alguna manera, en ese diálogo se construye un saber común que en definitiva tiene por objetivo que la vida nos sea un poco más amigable a todxs.
“Son cosas que no nos enseñan, no tenemos referencias, ni herramientas. No es un tema del que hablan otras personas. Y te puede pasar que conozcas a alguien trans en la facultad, en el trabajo, en una red social y no sepas cómo actuar”. Los grupos de debate y lives en redes sociales son forma de “naturalizar” y volver cotidiano aquello que la sociedad señaló como enfermizo. La voz de Julián alterna en cada encuentro con otras personas cis que cuentan sus experiencias, parejas que narran sus historias, chicas trans que plantean sus cuestionamientos y temores. En ese paréntesis que la virtualidad abre en nuestras vidas, los integrantes de Amor cis-trans pueden hablar abiertamente y sin miedo en clave íntima.
“Las redes sociales son un puntapié inicial, después veremos cómo se sigue”, dice Julián. “Aún el movimiento está bastante desordenado. No estoy solo, pero somos muy poquitos los que interactuamos y participamos. Los grupos de debate son el lugar donde más podemos pensar y planificar cómo lograr que más personas se interesen por este tema”.
Julián aspira a que el tema cobre más relevancia si quienes se vinculan con personas trans en silencio, empiezan a decirlo y vivirlo con orgullo. Ciertamente el tema ha quedado fuera incluso de los propios movimientos de disidencias sexuales y de nuevas masculinidades. En los espacios LGBT aún no somos capaces de imaginar a hombres heterosexuales participando y siendo compañeros de lucha. Los espacios de nuevas masculinidades tampoco se han planteado la temática como parte de su agenda política.
Por ello, quizás desde la precariedad de quien sólo tiene su propia experiencia como arma, Julián habla en voz propia y desde ese saber simple logra vertebrar ideas que te dejan callada, que tienen la potencia de la emoción pura: “Hoy me siento como pez en el agua en los lugares y situaciones donde antes me sentía incómodo. Amor Cis-Trans resignificó mis vinculos sociales, me abrió a un mundo hermoso. Me permitió mostrarme como realmente soy. Vos no te das cuenta de que estás en un closet, porque la sociedad te dice que ser heterosexual y estar con chicas cis es lo normal. Pero cuando lo rompés, te cambia la vida”.