Alison Hadley es enfermera. Un trabajo que le permitió conocer de primera mano lo que pasaba para que una adolescente quedara embarazada –básicamente problemas de desigualdad– y lo que sucedía después con ella, su pareja y el bebé: en general, complicaciones de salud, pero principalmente problemas de oportunidades para esos padres jóvenes que hacían que el círculo de la desigualad se repitiera luego en sus descendencias.
Para que las historias no se repitieran, hacía falta un plan y ella lo tenía.
En 1998, cuando el gobierno laborista asumió el gobierno, fue convocada y lideró la implementación de la Estrategia de Embarazo Adolescente en Gran Bretaña, que redujo la tasa de fecundidad adolescente en un 55 por ciento, el valor más bajo de los últimos 40 años.
Cuando hubo resistencias, sobre todo desde los medios de comunicación, el mensaje fue claro: “Decíamos a los colegios y a los padres que la educación sexual protege a los niños. Y que nadie estaba enseñando a los chicos de cinco años a tener sexo, se estaba hablando de relaciones, de amistades, de entender tu cuerpo, de lo que es apropiado y lo que no es apropiado al interactuar, y también dejamos bien claro que no había ningún tipo de evidencia de que la educación sexual alentaba a los chicos a tener sexo”, cuenta Hadley en esta entrevista.
Tiene amplia experiencia en el apoyo a las alianzas entre el gobierno local y todos los sectores involucrados en la problemática.
Unicef-Argentina convocó a Hadley para que su experiencia pudiera ser replicada o por lo menos sirviera de inspiración para fortalecer las políticas públicas sobre el tema en Argentina, partiendo de la base que aquí contamos hay muchos programas análogos que podrían potenciarse o profundizarse.