La interna de Juntos por el Cambio domina la escena. Horacio Rodríguez Larreta tuvo que salir a dar una conferencia de prensa en la mañana del martes para mostrarse "duro" frente al peronismo y al juez Roberto Gallardo. Con el fantasma de Mauricio Macri y Patricia Bullrich acosándolo, se dedicó a deformar la realidad. "El juez nos ordenó que no nos ocupemos más de la seguridad de la calle en la ciudad. Lo recusaremos”. Basta una simple lectura de la resolución de Gallardo para verificar que dice todo lo contrario: “la Policía de la Ciudad deberá continuar normalmente con sus tareas de prevención y persecución del delito en las adyacencias del domicilio de la vicepresidenta”.
En su sobreactuación, Rodríguez Larreta afirmó, refiriéndose al peronismo, “quienes están en contra de la ley son ellos, no vamos a entrar en provocaciones”. Lo que ocurrió es lo contrario: quien puso las vallas el sábado, prohibió una manifestación pacífica, fotografió y filmó a los manifestantes, fue el gobierno de la Ciudad, violando la ley y los derechos. En medio del show, más mediático que otra cosa, el gobierno porteño volvió a poner 15 policías porteños en la esquina de Juncal y Uruguay: está claro que quiere ubicarse bien a la derecha y no encuentra la forma de responder a un peronismo que decidió enfrentar los atropellos. Para calmar las aguas, Gallardo había convocado a una audiencia para este miércoles a las 9. Todo indica que el encuentro se suspende.
Con un peronismo a la ofensiva, Rodríguez Larreta parece desbordado por el hostigamiento del dúo Mauricio Macri-Patricia Bullrich que pide más vallas, balas de goma y detenciones. El choque interno fue -y sigue siendo- tan feroz que tuvieron que almorzar para lograr una nueva tregua. El problema es que las treguas duran cada vez menos.
En la disputa por ubicarse lo más a la derecha posible, surgen controversias, algunas de ellas verdaderamente insólitas.
1.- Después de la rueda de prensa del sábado, Rodríguez Larreta intentó exhibirse como un “duro” en una segunda conferencia de prensa
El jefe de Gobierno porteño apareció rodeado de policías, de su ministro de Seguridad y de su jefe de Gabinete. Lo llamativo es que sostuvo que el juez Gallardo le ordenó a la administración de CABA “que liberemos la calle, que dejemos de cuidar a los vecinos y no lo vamos a hacer”. En verdad, falseó la resolución de Gallardo.
El magistrado sostuvo en el fallo que la Policía de la Ciudad tiene que ocuparse del delito en las adyacencias del domicilio de la vicepresidenta, pero debe abstenerse de intervenir en la custodia de CFK y tampoco puede impedir que las personas se manifiesten, a favor o en contra de Cristina.
Gallardo hasta puso un ejemplo en el fallo: “para ser bien gráficos y evitar interpretaciones tendenciosas de lo que aquí se va a resolver. Si se produjese un arrebato o un robo a un kiosco de enfrente de la casa de la señora Kirchner, obviamente esas situaciones corresponden a la policía local. No sea cosa que se pretenda decir ahora que los vecinos de la vicepresidenta quedarán sin protección policial y se los atemorice con esa opción”.
2.- La custodia de la vicepresidenta
El lunes, el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, ordenó reforzar la custodia de Cristina. Más tarde, el texto de Gallardo refrendó que “serán las fuerzas federales las naturalmente encargadas de disponer los operativos de control necesarios y de actuar conforme a los procedimientos legales vigentes en función de los escenarios que se presenten”. En otras palabras: de todo lo que tiene que ver con Cristina Kirchner, se ocupa la Policía Federal, incluyendo manifestaciones a favor o en contra frente a su domicilio.
3.- Audiencia con el juez
En la resolución, Gallardo se lamenta de que los dos gobiernos, nacional y de la Ciudad, no se puedan poner de acuerdo para actuar conjuntamente. Por lo tanto, para coordinar el trabajo, el magistrado citó a los dos ministros para las 9 de este miércoles en la sede de su juzgado.
Es un hecho que el encuentro no se va a concretar. El gobierno de Rodríguez Larreta, a través de la procuración porteña, recusó a Gallardo aduciendo su “falta de imparcialidad y que ha distorsionado notoriamente el trámite del expediente, en detrimento de mi mandante, el gobierno de CABA”. Sobre esa base, D’Alessandro no concurrirá, como una forma de desconocer al magistrado.
En el Ministerio de Seguridad de la Nación tampoco estaban muy convencidos de acudir a la cita. Aníbal Fernández ya tomó la decisión de reforzar la custodia y, por lo tanto, consideran que no hay mucho para hablar.
El escrito de recusación de las autoridades porteñas se presentó fuera de hora, de manera que recién se hará efectivo mañana a la mañana. Todo indica que, sobre esa base, Gallardo suspenderá la audiencia.
4.- Juez K
La calificación de Rodríguez Larreta y, por supuesto, los medios alineados con el macrismo, es que Gallardo es un juez kirchnerista, K. La realidad es que el magistrado dictó fallos incómodos para todos los gobiernos porteños, incluyendo el de Aníbal Ibarra en su momento. A Ibarra hasta le embargó el sueldo.
Lo insólito es que Gallardo sería un juez K y los que dictan fallos a favor de Larreta o Macri -la gran mayoría de los magistrados porteños- no son jueces M, sino “independientes”. Y, además, los que se propagandizan como republicamos directamente desobedecen el fallo que no les gusta: al atardecer se vio a numerosos policías porteños de tránsito en la esquina de Uruguay y Juncal. Es un desconocimiento del fallo que por ahora no fue revocado. Rige lo resuelto por Gallardo: todo el orden frente a la casa de Cristina tiene que estar en manos de la Federal.
5.- Violencias y provocaciones
En su competencia interna con Macri-Bullrich, el jefe de Gobierno porteño trató de aparecer con un fuerte perfil policial, reivindicando el accionar de los uniformados y la colocación inconsulta y sorpresiva de las vallas. “El límite es la violencia, si no lo hacíamos esa violencia podía escalar”, argumentó. En esa misma línea, sostuvo que la violencia -que no existía cuando pusieron las vallas- fue desatada por el peronismo y, por lo tanto, instó a la vicepresidente a “que no siga incitando a las agresiones, no siga echando nafta al fuego”. Incluso advirtió que “no van a entrar en provocaciones”.
La vigilia en Uruguay y Juncal arrancó hace ocho días después del histriónico alegato del fiscal Luciani. A la esquina llegaron autoconvocados republicanos, con megáfono, a reclamar la prisión de CFK. Eso produjo una reacción espontánea, convocada por redes sociales. Al principio no había ningún dirigente del peronismo en Uruguay y Juncal.
No era la primera vez que esos republicanos agredían: lo hicieron cuando asumió Sergio Massa, después, frente al Congreso Nacional en los días posteriores -le tiraron huevos incluso a Miriam Bregman- y son los mismos que colocaron bolsas mortuorias y horcas en las plazas. Para impedir que esos violentos mantuvieran el control de la esquina, los militantes decidieron quedarse en Uruguay y Juncal. Nada había pasado a mayores hasta que el propio gobierno porteño montó la provocación: vallas, filmaciones, fotos, hidrantes, infantería y hasta dos containers con piedras para producir violencia.
El saldo de la patoteada es que la vigilia continúa. Y lo que se ve a las claras es que el macrismo se sorprendió con la respuesta espontánea a la persecución contra Cristina. Juntos por el Cambio está lleno de vacilaciones. Con ese trasfondo sus dirigentes juegan una carrera para ver quién se pone el casco, se sube al camión hidrante y encabeza la ofensiva para frenar a un peronismo que, al menos en estos días, recuperó la mística.