“Es un día para recordar que somos parte de la Tierra, y que todos tenemos el deber de cuidarla. Que dos siglos de desarrollo impulsado por combustibles fósiles está empujando a la humanidad al límite. Y tenemos que cambiar de rumbo”. Con esta sentencia, la filósofa y ecofeminista india Vandana Shiva, ganadora del Premio Nobel Alternativo en 1993, comenzó la carta que se replicó a lo largo del mundo a partir del Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado el 5 de junio. Pero el rumbo de sus preocupaciones, cuyo foco ahora está puesto en los problemas ambientales que asolan al planeta, venía de posarse sobre la Argentina. Unas semanas atrás, Shiva hizo llegar un escrito judicial a la Corte Suprema de Justicia con el objetivo de participar en el juicio que la ONG Naturaleza de Derechos inició contra la corporación Monsanto y el Estado Nacional, mediante el que se intenta prohibir la liberación y comercialización de la soja transgénica RR2 en el territorio argentino.
Convertida en una de las principales referentes mundiales dentro de los movimientos ecologistas, Vandana Shiva fue una de las promotoras de la conformación del Tribunal Civil Monsanto que durante el mes de octubre de 2016 recibió decenas de testimonios de todas parte del mundo sobre las implicancias en la salud y el ambiente de los agrotóxicos y órganos genéticamente modificados, y que en abril pasado declaró a Monsanto culpable del delito de ecocidio en la Corte Internacional de La Haya. Tras su visita el año pasado a la Argentina, durante el Festival de Cine Ambiental realizado en la Ciudad de Buenos Aires, Shiva estableció un vínculo con organizaciones socioambientales locales que se convirtió en un puente para que el 22 de Mayo pasado acudiera por escrito ante la Corte Suprema de Justicia, declarando su interés por “presentarse en la causa judicial como Amicus Curiae, a fin de dar una opinión a esta Corte sobre la necesidad de decretar la suspensión de la Soja Intacta RR2 de la empresa Monsanto Argentina SAIC, que representa un riesgo de daño grave e irreparable a la agricultura tradicional, salud humana, ambiente y biodiversidad”.
En ese mismo escrito, Shiva explica a la Corte Suprema la necesidad de una audiencia pública previa al tratamiento del caso que acaba de llegar a sus manos, que permita la opinión de expertos independientes sobre los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Sin ese paso, para la filósofa hindú es imposible poder determinar las consecuencias sociales y los efectos ambientales producidos por los agrotóxicos de Monsanto, cuya inocuidad alimentaria y ambiental –esgrimida por la multinacional desde sus comienzos–, nunca fue probada en estudios a largo plazo. Por otra parte, Shiva señala que el cultivo transgénico RR2 está preparado para uno solo de los más de diez sub-biomas de la Argentina, y que se desconocen los efectos que pueda causar en el resto del territorio.
Luego de recibir una mención especial en Nueva Dehli por su “vida de servicio a la Tierra”, durante el Día Mundial del Medio Ambiente, Shiva participó del funeral de Madhav Dave, el Ministro de Medio Ambiente Hindú que había recibido amenazas por desaprobar la mostaza transgénica de Monsanto en la India, y que fue encontrado muerto en su casa el 18 de mayo. Al llegar a su ciudad natal, Dehradun, Vandana Shiva atendió a Páginað12 para hablar sobre el complejo escenario ambiental en el que estamos inmersos.
–¿Cuáles son hoy las problemáticas ambientales más graves que enfrenta la humanidad?
–El problema más profundo es la continuación de la visión mecanicista del mundo, el cual ve la naturaleza como algo inerte, como materia prima a ser explotada, como un vertedero para nuestros desechos. Esta visión del mundo ganó fuerza con los combustibles fósiles, y se impuso en el mundo a través del colonialismo, destruyendo las culturas de Bhoomi, Pachamama, Gaia, las cuales ven a la Tierra como un ser vivo, y a los seres humanos como parte de la tierra. Las diversas expresiones de la crisis ecológica –caos climático, erosión de la biodiversidad, extinción de especies, desaparición y contaminación del agua, desertificación, contaminación tóxica– están todas relacionadas con este paradigma mecanicista anquilosado.
–¿Cuáles son las expresiones materiales más peligrosas de este paradigma mecanicista?
–Como científica ecológica y activista, veo la agricultura industrial como la fuente más importante de destrucción de la salud del planeta y nuestra salud. El 75 por ciento de la destrucción del suelo, del agotamiento del agua, de la erosión de la biodiversidad, están relacionados con los impactos de los productos químicos en la agricultura. Estos productos químicos se derivan de los combustibles fósiles, y la agricultura industrial es responsable de la mitad de los gases de efecto invernadero que contaminan la atmósfera y causan inestabilidad climática. Los alimentos de esta agricultura también son responsables del 75 por ciento de las enfermedades crónicas que afectan a la humanidad. La fumigación de Roundup en Argentina, en la soja Roundup Ready, ha llevado a una epidemia de cáncer. Esto era conocido por Monsanto desde 1984. Sin embargo, mintieron diciendo que el glifosato Roundup es seguro. Pero tenemos una alternativa probada en la agroecología del cultivo de alimentos sin venenos. La agricultura libre ahora se ha convertido en una alternativa para el medio ambiente y la salud. Y creo que está teniendo lugar un gran cambio de conciencia.
–¿Qué posibilidades se abren para prohibir los cultivos transgénicos luego de que La Haya condenase a Monsanto por sus crímenes contra el medio ambiente?
–Creo que se está volviendo inaceptable para la gente que las corporaciones criminales y los gobiernos pícaros puedan destruir la tierra sin ninguna responsabilidad, violando el principio de que el contaminador debe pagar. Creo que el mundo está cada vez más abierto para entender el ecocidio como un verdadero crimen contra la naturaleza.
–Hace pocas semanas, luego de visitar la Argentina en 2016, usted envió a la Corte Suprema de Justicia un escrito para poder atestiguar contra la corporación Monsanto, ¿cuáles son sus impresiones sobre la situación en el país?
–En Argentina e India, Monsanto está atacando las leyes de patentes que reconocen que somos parte de la familia de la Tierra, que las plantas y los animales no son invenciones humanas y por lo tanto no son patentables. La codicia de Monsanto por recaudar derechos de autor a través de patentes sobre semillas está llevándola a atacar nuestras leyes nacionales y la soberanía de semillas
–¿En qué países se ha prohibido el uso de cultivos transgénicos?
–La mayor parte de Europa está libre de OGM, la mayor parte de Asia está libre de OGM. Aparte del algodón transgénico, India no tiene ningún cultivo de alimentos transgénicos. Monsanto trató de impulsar una berenjena transgénica. Se organizaron audiencias públicas en todo el país y se detuvo. Durante dos años, Monsanto-Bayer ha estado intentando empujar una mostaza transgénica que hemos detenido hasta ahora. El Satyagraha (término acuñado por Mahatma Gandhi que se refiere a “la fuerza de la verdad”) y la no cooperación con el Cartel del Veneno son nuestras últimas estrategias de organización para tener zonas libres de OGM y de venenos.
–Los cambios ambientales, con el calentamiento global en primer lugar, hoy amenazan con erradicar la vida en el planeta en el corto o mediano plazo. ¿Cree que es posible revertir esta situación?
–El planeta no terminará con el calentamiento global. Lo que terminarán son las condiciones para la vida humana en la tierra. Científicos como Stephen Hawking dicen que en 100 años estaremos extinguidos, o que deberemos escapar a otros planetas. Pero hay una tercera opción, reconocer que somos terrícolas, miembros de la familia de la tierra. Podemos rejuvenecer este planeta, nuestro hogar, a través de la agroecología, y crear condiciones para la continuación de la vida humana y de otros seres vivos en la tierra. La agroecología no es sólo la solución a la epidemia de veneno y enfermedad. Es la solución al cambio climático porque a través de las plantas y la biodiversidad se extrae el exceso de carbono y nitrógeno del aire, y es devuelto al suelo, como escribí en el libro Soil not Oil. Quedarse aquí y cuidar de la Tierra también nos permite cuidar nuestro futuro. Esta es nuestra mejor opción. Es un imperativo ecológico.