Fue el implacable Saint-Just, fiel colaborador de Robespierre, quien dijo durante los años de la Revolución Francesa que nadie, absolutamente nadie gobierna inocentemente. Lo sabía de primera mano el Arcángel del Terror: tal el mote con el que pasó a la historia quien terminara perdiendo la cabeza por apoyar al líder jacobino, no sin antes intentar demostrar en los hechos cómo -para alcanzar metas virtuosas- se justifica cometer las más brutales tropelías.
Precisamente aquella frase de Saint-Just habría inspirado al filósofo existencialista Jean-Paul Sartre el tema que desarrollaría en su apasionante obra teatral Las manos sucias, donde uno de los protagonistas dice sin remilgues: “Tengo las manos sucias hasta los codos, las sumergí en mierda y en sangre. ¿Y qué? ¿Imaginás que podemos gobernar con inocencia?”.
Quien habla es Hoereder, veterano que dispara crudamente sus verdades a Hugo Barine, el novato idealista que el Partido Proletario le ha enviado en carácter de secretario con velada intención: asesinar a este líder curtido que, según la facción más purista, ha traicionado la causa. Hoereder juega a la realpolitik, dispuesto a torcer dogmas y pactar con el enemigo, siempre y cuando salve vidas. Hugo, mientras tanto, no suscribe a claroscuros, adoctrinado por el Partido y movido por ínfulas de heroísmo y cierta culpa de clase: proveniente de la alta burguesía y solo se ha manchado las manos… de tinta.
Es en Iliria, país imaginario de los Balcanes, donde Sartre ambienta esta pieza teatral del ’48, que escribió desencantado por el rumbo que tomaban ciertas experiencias comunistas, planteando temas que aún hoy tienen urticante actualidad: la disyuntiva entre moral y praxis, la libertad relativa, el poder caníbal que se alimenta y acaba por devorarse a sí mismo, la sumisión ciega… Una plausible decisión, entonces, la de la directora Eva Halac: montar esta obra, de lo más interesante y movilizador que ha ofrecido, hasta el momento, la cartelera escénica 2022.
La puesta ofrece una actuación que brilla especialmente: la de Florencia Torrente, actriz, emprendedora y modelo, que aquí se pone en la piel de Jessica, la esposa de Hugo (Guido Botto Fiora), que involuntariamente termina envuelta en una trama de espionaje donde Hoereder (Daniel Hendler) parece tener los días contados…
Jessica: un personaje ambiguo y superchic
Así, mientras Hoereder y Hugo presentan posturas antagónicas, la bella y sofisticada Jessica va por libre, zigzagueando desde la falsa ingenuidad, guiada por su propio deseo. Coqueta y elegante, se mofa de “los asuntos de varones” y, con humor ácido, hace notar la inoperancia de los muchachos para dirigir un mundo que se va a pique. “¿Por qué me dejaron en la ignorancia para confesarme un buen día que son unos incapaces?”, reacciona ella, a quien Hoereder define como “un lujo importado de una vida pasada, como la libertad de pensamiento o un alfiler de corbata”. Pero queda claro que Jessica de chica florero no tiene ni pizca…
“Nunca sabés qué le pasa por la cabeza ni con qué puede salir. Es enigmática, ambigua, muy inteligente y no parece sentir culpa por nada”, define Torrente a su chica con perfume de femme fatale, que juega, chicanea, seduce, envuelve… “Está entre la gata y el moscardón, también la bicha que va enredando a Hugo”, recurre al paralelismo animal la intérprete sobre un personaje que se sale del molde en que fue formada. “Es muy probable que Sartre la escribiese influenciado por Simone de Beauvoir, que por esos años estaba terminando El segundo sexo”, considera Florencia, fan declarada de la genial filósofa, novelista y activista feminista, cuyo libro La mujer rota leyó en la tierna adolescencia, obsequio de su madre, Araceli González.
“De hecho, en Las manos... está expuesto el pensamiento dominante de esa época -los años 40s-, los viejos patrones en boga: Hoeredor dice claramente que no le interesa la emancipación de las mujeres”, puntualiza Torrente, cuyo trabajo en escena denota sutil comprensión de su papel, de ciertas ironías subyacentes.
Aclara nuestra entrevistada que no hubiese sido posible ese rendimiento sin la confianza que depositó Halac en ella, y sin el respaldo de sus compañeros de elenco, ya amigos: además de Hendler y Botto, María Zubiri, Ariel Pérez de María, Guillermo Aragonés, Nelson Rueda, Juan Pablo Galimberti, Ramiro Delgado. La obra se presenta en la Sala Casacuberta del teatro San Martín hasta este domingo.
Eterna aprendiz
Acostumbrada a calzarse trajes diferentes, en breve FT estrenará nueva faceta: la de cantante. Sobre su primer largaduración, cuenta que ya grabó todas las canciones, “ahora estoy en proceso de masterización. La semana que viene filmo el primer videoclip, así que -como imaginarás- estoy con mucha adrenalina y muchos nervios”. El venidero LP contará con temas con letra y música propias; en algunos casos, en coautoría. Y transitará géneros que le son cercanos al cuore: el jazz, el easy listening, el r&b, el pop, la música alternativa.
El interés por la música no es reciente, ella se viene formando desde hace un buen rato en esa disciplina. Nacida en agosto de 1988, Torrente tenía unos 18 años cuando viajó a Estados Unidos, donde “tomé clases de canto con una profesora del conservatorio Juilliard en Nueva York y, más tarde, en Boston, hice un curso de voz de un año en el Berklee College of Music”. Y precisa sus razones: “Mi desafío era estar en un lugar donde nadie me conociera para poder contar mi historia libremente. No tenía idea de nada pero lo quería todo. Así, estudié desde fotografía, pintura y edición de imagen, hasta teoría del color, incluso cómo abrir una tienda. También teatro shakesperiano en Harvard Extensions”.
“Soy partidaria de leer mucho, de estudiar constantemente”, subraya esta figura que se reconoce en estado de aprendizaje continuo. De vuelta en Argentina, vale subrayar, siguió formándose: actuación, en la prestigiosa escuela de Augusto Fernandes; también con Horacio Acosta, con Norma Angeleri... El trabajo sostenido también le ha afinado herramientas: en tevé participó de series como Herederos de una venganza y Derecho viejo; en cine, en el film Cuando dejes de quererme, de Igor Legarreta; en teatro, en La casa de Bernarda Alba.
Ese asunto capilar
De unos meses a esta parte, Torrente luce un perfecto corte cortísimo à la garçonne, que la tiene muy contenta: “No sé si podría volver al largo; con el carré ya me siento Pocahontas”, afirma risueña respecto del look contracorriente al convencional pelilarguismo del que presume buena parte de las figuras femeninas del espectáculo y la tevé locales. Tan instaladas están las melenas interminables que, de hecho, gente desconocida ha tenido el tupé de tirarle alguna que otra pulla.
En redes, claro, tierra fértil para el ensañamiento. “Me han dejado comentarios básicos como ‘¿Por qué te afeas así?’, ‘¡Parecés un pibe!’. Pero, a ver, ¿dónde está escrito que una cabellera larga es sinónimo de feminidad? Me parece un atraso que haya gente que siga pensando así. Siendo franca, no me afecta en absoluto, pero sí respondo a este tipo de mensajes por si hay alguien más leyendo que esté atravesando inseguridades, miedos. Para que sepa que nadie puede dictarle a las mujeres qué pensar, cómo vestirse, cómo caminar…”.
“Para Las manos sucias, hicimos pruebas con peluca, pero al final descartamos el típico pelo largo con ondas de los 40s. Nos pareció que el corto acentuaba lo singular y potente de Jessica. Incluso resultó visualmente interesante cierta sinergia que se genera a partir del parecido con Hugo: parecemos hermanos más que un matrimonio”, agrega. Y por si hacía falta despeja cómo surgió el corte ultrachic: a la demanda del personaje que interpreta en una venidera serie de Disney+, Los Mac Animals, que actualmente se está grabando y estrenará el año próximo. Con dirección de Emiliano Larre y actuaciones de Maida Andreanacci, Dulce Wagner, Miguel Ángel Rodríguez, se trata de una comedia de fantasía sobre una chica que, accidentalmente, activa una máquina que convierte a animales en seres humanos. Efecto que alcanza a algunas criaturas del pueblo: un canario, una gata, un perro callejero, una cabra y una boa constrictora con nombre alusivo, Bo, justamente interpretada por Florencia.
¿Cómo se encarna a una serpiente? “En parte desde lo físico, atendiendo a los movimientos. También intentando comprender al animal, sus características principales, sus conductas", detalla la actriz, que habla maravillas de la labor de Larre en la dirección y, en general, de todo el equipo. “Tuve mucha suerte este año: toda la gente con la que he trabajado fue amable, comprensiva, generosa”, destaca feliz por cómo se han ido acomodando las piezas del puzle que viene siendo este recargado 2022.
Al gran año que está teniendo Torrente tampoco le faltó cine: hace unos meses rodó en Bariloche, Jujuy y Salta Chocolate para tres, con dirección de Tomás Sánchez y actuaciones de Arturo Puig, Elena Roger, Andrea Pietra, Antonio Birabent, Gastón Sofritti, aún sin fecha de estreno. “Antes va a salir un film que hice el noviembre pasado, Reparo, ópera prima de Lucía Van Gelderen. Transcurre en Puerto Pirámides, de donde ella es oriunda, y está inspirada en su historia personal y la de su padre, que fue pionero en el avistaje guiado de ballenas”, adelanta.
Helicia reformulada
Junto a una amiga entrañable, la diseñadora de moda Agustina Bruzón, Torrente fundó hace ya casi una década Helicia, originalmente casa de carteras y complementos que -durante la pandemia- amplió horizontes. “En ese momento entendimos que mucha gente veía al accesorio justamente como algo ‘accesorio’, secundario, y buscamos la manera de ofrecer algo esencial, que aportarse al confort y bienestar de las personas en un momento tan complejo”, explica sobre el viraje hacia indumentaria, a partir de buzos y joggings unisex, de estilo oversize. “Trabajamos mucho para que las prendas realmente hagan sentir bien y que no sean un fast fashion, de comprar y tirar”, subraya Florencia, cuya marca cumple 10 años “el próximo 13 de febrero”. En estos días, sale su nueva colección, Rootness, que refiere “a la raíz como centro, más allá de las carcasas, de las apariencias; vendría a ser una deformación del concepto de wellness, con acento en el amor propio y el amor hacia los demás”.
Cabe mentar que “helicia” es un tipo de planta
de la familia Proteaceae. Pura casualidad, pues la inspiración de
la firma va por otro cauce: “Mujeres fuertes y luchadoras como nuestras madres
y abuelas, que nos enseñaron a ir al frente”, aclara Torrente, que trata de
contagiar con sus diseños “ese poderío, ese espíritu independiente”. Menciona,
además, otras musas: “Personajes emblemáticos de la historia como Juana de Arco
o Helena de Troya. De hecho, fue jugando con el nombre Helena que arribamos al
de Helicia”.