Acá hay algo, pensó. Era fines de 2019 y, frente al mar, entrevió alguna cosa. El agua como elemento, como excusa, como eje de un disco nuevo. Y escribió: empezó a volcar algunas notas en uno de sus cuadernos que, vaya paradoja, terminaría arrastrado por algunas olas. Aunque empapado, lo recuperó. Lo tiene a mano, dice que alguna vez va a publicar algunas de todas esas anotaciones. El agua como todo aquello ya dicho. Lo supo aún con la arena encima: había canciones en ciernes.
Ella es Maca Mona Mu –su nombre real es Macarena Muñoz– y acaba de editar Kelp. Un trabajo que, de algún modo, se adivina rupturista en su recorrido y discografía. “Era un proceso que me parece venía ya desde hace algún tiempo. Mi idea respecto a los procesos creativos es que no se termina uno y empieza el otro, como con un corte. No. Es más bien un continuado, como si fuera un fade out y un fade in entre ambos” comenta.
Niña, muchacha, mujer de ciudad. Ríe y dice: “Me di cuenta que mi vínculo con el agua era, básicamente, la canilla. Y si pasa eso es porque hay mucho que se está perdiendo”. Después de algún proyecto en banda y de su lejano debut con Explotar (2008), en 2013 editó Semillas y en 2019 Bambú (que completó un tríptico) y después Kalanchoe. Hay ahí un pulso cancionero que reposa, por momentos, sobre algunos folclores. Sobre su piano y su voz. Maca Mona tiene un don natural: domina ambas cosas. Verla en vivo –su cuerpo pequeño apenas poseído mientras toca– termina de encastrar las fichas.
Kelp tiene una impronta pop pero hay que pensarlo, sobre todo, desde la canción experimental. Sostenida sobre dos pilares: uno; lo eléctrico y lo electrónico, las texturas, el entramado y tratado digital de instrumentos, ruidos, voces, dos; la propuesta camarística que recorre casi todo el disco. Hay pasajes donde los arreglos de cuerdas, de vientos y de percusión son de una belleza que apabulla. De altísimo vuelo. Todo el disco tiene esa marca: las últimas tres canciones –“Dónde queda mi hogar”, “Amaneceré pájaro” y “Qué es irse”– dan cuenta cabal de ello. Lo orgánico y lo digital.
La lírica del disco está cruzada por un estado de pregunta. De hecho, abre (“¿En qué voy a gastar los años?” en “La cobardía” y “¿Quién habla en esta casa? ¿quién habita estas canciones?” en “Estoy enojada!) y cierra con una interrogación “¿Qué es irse?”, en la canción homónima. La narrativa conjuga reflexión ambiental, existencialismo, cierta ciencia ficción e intimidad. Y también, aunque tanto menos que antes, hay cierta ironía. Por ejemplo, “Lo sabe mi mamá”: “Es pandemia pura. Literal: se me quemó una tarta y se venía el fin del mundo. Y era: ok, que me salve mi mamá. O el comienzo del disco: lanza esa pregunta, pero de un modo inocente. Es el tema seco del disco. Este personaje aún no se zambulló”, comenta.
El viraje sonoro profundo y poderoso tiene que ver con el equipo de producción que se armó e involucró en el proyecto: Andrés Mayo, Tatu Estela, Alan Fryszberg y la propia Maca. Alquimistas del mismo y precioso objeto. Junto a una larga lista de invitados y arregladores: Nico Sorín, Carola Zelaschi, Agustina Paz, Mariano Fernández, Lucy Patané y Juanito el Cantor. “Desde el principio supe que el disco iba a implicar a muchos. Apareció Andrés y se zambulló con sus dones de generar puentes y convocar a más gente. Empezamos a sentir y a pensar quiénes podían llegar a ser”. Y agrega: “Ya tenía una idea respecto a lo que quería explorar a nivel sonoro. Hubo arreglos que los grabamos y quedaron espectaculares. Pero cuando llegó el momento de laburar con Tatu nos preguntamos: ‘¿Qué pasa si rompemos esto que suena todo pipí cucú? Si lo desarmamos ¿qué pasa?”.
La cualidad de Kelp: poder llevar esa narrativa del agua –las aguas– a la música. O sea, a lo dicho y lo tocado. Quizás sea exagerado pensar en una obra conceptual. Pero algo queda claro: hay un hilo, un tema, varias preguntas a su alrededor. Una lírica apuntando hacia ahí y un sonido buscado y encontrado alimentando ese simbolismo. “Es un concepto que fui llevando a las diferentes canciones y quedaron las que tenían más afinidad con el proyecto. El concepto marca un sentido, un latido. En lo personal, se me desarmó todo. Durante el proceso me mudé, me separé, aprendí a nadar. Pero es así: Cuando encaro un proceso creativo sé que me va a traer muchas implicancias a nivel personal. Los procesos nos tienen que desafiar. Si no, no se aprende nada”. No se dijo aún, es momento entonces: el kelp es un tipo de alga que crece en los bosques marinos y de importancia superlativa para los ecosistemas subacuáticos. En realidad, para la vida toda. “Creo que era la propuesta también para conmigo: dejarme sostener. En el agua todo se desajusta. Las distancias, el sonido, todo se vuelve más acuarelado, los bordes se difuminan. Creo que Kelp vino a eso: a desarmar algunas cosas”.
Una esquela apenas foránea. Pero breve y necesaria. Hacia 2019 Maca se encontró, como tantas veces, con la compositora uruguaya Luciana Mocchi. Traía unos compases, una letra esbozada. La trabajaron por la noche, la grabaron a la mañana: dos voces, un piano, casi nada más. No es una canción: es un exocet en medio del pecho. Se llama “1990” y da título al reciente disco de Mocchi.
De algún modo, Kelp también significó ir en contra de cierta naturaleza propia. Lo dicho: ella es una cantante de registro amplísimo. Y en el disco se anima a correrse de la entonación perfecta, de la dicción pulcra. Esos desajustes, esos bordes difuminados y acuarelados, están llevados a su voz. Por ello por momentos suena como hackeada. Susurra, grita, se rompe. Se hunde, también. Se eleva, también. Basta escuchar “Somos la historia”. Un trabajo denso en su musicalidad. “Por un lado, es denso, sí. Por la emocionalidad que maneja. Pero también hay ironía. Obvio que, si miro para atrás, es mi disco más cargado. Y tiene una profundidad también en lo que hace a la búsqueda a nivel sonoro”. Al decir de la propia Maca: un trabajo de aguas turbias, pero también de otras cristalinas. Así, ella encuentra la manera de refundar su propio cancionero. Una que anida en una desmesura que encanta.
Maca Mona Mu presenta Kelp el viernes 16 de septiembre en el Centro Cultural Richards, Honduras 5272. A las 21.