Eliana Manzo ya tenía todo listo para mudarse. Las cajas, ya embaladas y rotuladas. Después de una larga búsqueda, la joven bailarina y profesora había encontrado un departamento al que irse a vivir junto a su marido y su bebé. En un contexto donde no abundan propiedades, había presentado todos los papeles y pagado la reserva. Sólo faltaba firmar el contrato. Sin embargo, un día antes le avisaron que se suspendía la operación. ¿El motivo? El dueño decidió que, como la mujer es ciega, no era conveniente. El caso desató gran indignación en las redes sociales y ya es investigado por el INADI.
“Desde la inmobiliaria nos llamaron y nos dijeron que debían contarnos algo aberrante, que el dueño se enteró que era ciega y no nos quería alquilar”, relata Manzo a Página/12. “Es un acto de discriminación. El dueño empezó a decir que el departamento era en planta alta y que me podría caer en la escalera. Qué puedo hacer y qué no, mejor que yo, no lo sabe nadie”, cuenta, con indignación.
Manzo es bailarina y profesora de danza. Encontró en el tango una expresión de liberación. De chica fue atleta. Se entrenaba todos los días de cara a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Pero el entusiasmo se agotó, y a los 15 empezó a insertarse en el mundo de la actuación y la danza e Hizo el profesorado para dar clases de la segunda disciplina.
A los 17 años comenzó a perder la visión de forma gradual. Eso no la detuvo: “Al principio podía disimular la ceguera. Me llegaron a echar de obras cuando se enteraron de que no veía. Toda una ironía, porque me creían. Me costó mucho convencer al otro de que puedo hacer las cosas aún no viendo”.
Por eso, cuando Eliana repasa su reciente historia de discriminación es enfática al hablar de los verdaderos impedimentos que le presenta su problema en la visión: “Tengo un desenvolvimiento físico, por suerte, admirable. Fui atleta, ahora soy bailarina. Más allá de eso, nos parecía tan ridícula la situación que fuimos a la casa del hombre para tratar de hablar con él y preguntarle por su miedo”.
Sin embargo, no pudieron conversar con el dueño de la casa. “Nos vio a la mañana y no nos quiso abrir la puerta. A la tarde nos dijo que era un tema cerrado para él y que habláramos directo con la inmobiliaria”, comentó. “El Inadi se contactó conmigo. Mañana (por el viernes) tengo una reunión contra la persona, contra el propietario”, relata.
Ahora, una vez hecha pública la situación, tiene que volver a empezar la búsqueda de un hogar. “Estamos buscando vivienda. La inmobiliaria nos está buscando otra opción respetando el precio. En ese sentido se han portado muy bien. Y nosotros estamos tratando de aportar desde mi propio ejemplo un poco de empatía en una sociedad muy egoísta y perversa”.
Si bien no es la primera vez que le pasa —Eliana cuenta que en el pasado ya le cancelaron contratos de alquiler con supuestos motivos económicos o directamente dejando de contestar los mensajes— revela que la situación “la puso muy mal”. “Aunque uno lo tenga muy trabajado el tema, cuando te topas con una situación así toca fibras emocionales”, se lamenta.
“Más cuando tenés un bebé. Lo primero que pensé es que es una cruz que cargo yo y que me está trayendo problemas a nivel familiar. Cuando pude digerir y resolver la situación, dije que esto se tenía que conocer. Como yo hay miles. Y no solo con el alquiler. En todos los planos”, concluye.
Si vos o alguien que conocés sufrió una situación de discriminación podés comunicarte con la Linea de Asistencia a Víctimas de Discriminación, Racismo y Xenofobia: 168, podes enviar un correo electrónico de atención al público: [email protected], o realizar la denuncia vía Trámite A Distancia (TAD).