La eterna obra de fantasía de J. R. R. Tolkien cobra vida en la pantalla una vez más en El señor de los anillos: Los anillos de poder, la serie que narra la creación de esos mágicos artefactos de la Tierra Media y el primer ascenso del temible Sauron como principal antagonista, y que llega el viernes 2 a Prime Video con una propuesta que "hace que el juego con el espectador sea aun más interesante" porque "se sabe dónde va a terminar todo", según contó el cineasta español Juan Antonio Bayona. "Tiene algo muy gustoso en ese sentido, y me parece que estamos frente a una historia muy emocionante, por lo que significa volver al origen de lo que ya leímos o vimos, y para poder entenderlo mejor a partir del desarrollo que establece la serie".

Se trata de la segunda vez que el catalán, reconocido por sus films El orfanato (2007) y Lo imposible (2012), pone los pies en el formato televisivo desde su paso por Penny Dreadful hace casi una década. Esta vez, lo hace con la dirección de los dos primeros episodios de Los anillos del poder, ya encumbrada como la serie más cara de la historia gracias al presupuesto de cerca de 450 millones de dólares invertidos en su primera temporada.

Es que, aunque en estos tiempos el límite entre cine y televisión es más borroso que nunca, todo en las imágenes de Los anillos de poder conserva y aprovecha la sensación incorporada en el público de estar viendo algo hecho para la pantalla grande, de gran escala, con un despliegue de producción, efectos y locaciones que se destaca por mucho en la oferta del streaming.

Varias líneas narrativas presentan el abanico de personajes de distintos orígenes y con diferentes trayectos por delante que protagonizan la trama ambientada durante la Segunda Edad de la Tierra Media, cuando son forjados los Anillos que serían repartidos entre elfos, enanos y humanos, junto al famoso Anillo Único que Sauron utilizaría para imponer el mal sobre el mundo.

Allí aparecen Lady Galadriel y Lord Elrond, los seres de orejas puntiagudas que Cate Blanchett y Hugo Weaving popularizaron en la primera trilogía de películas de Peter Jackson, esta vez a cargo de la galesa Morfydd Clark y el inglés Robert Aramayo. Junto a ellos, otros intérpretes le ofrecen al universo de Tolkien una diversidad que se transformará en una característica propia de la serie: Nazanin Boniadi, Owain Arthur, Ismael Cruz Córdova, Sophia Nomvete y Ben Walker, entre más, completan el elenco.

"Nunca hicimos un movimiento como para alejarnos de las películas de Peter Jackson; de hecho nos encantan, porque captaron la esencia de Tolkien y eso es precisamente lo que buscábamos hacer", confiesa Bayona. "Jackson fue un gran ejemplo de cómo adaptar a Tolkien, y lo que hicimos fue volver a los libros y centrarnos en toda la riqueza y la complejidad que tiene su literatura. Pero no hubo un ejercicio de separación, aunque sí es cierto que cuando empiezas a desarrollar la historia, en este caso una historia con tantas horas, al final acaba encontrando su propia personalidad".

-¿Cómo llevaron esta historia al formato televisivo, en el que cada episodio demanda cierto cierre en sí mismo?

-El gran reto de alguna forma era encontrar la manera de colmar las expectativas del público, porque cuando le das la promesa de volver a la Tierra Media, el ejemplo y la vara están muy altos con las películas, así que introducir eso en un esquema de televisión realmente fue una de las cosas más complicadas. Uno de los primeros episodios tiene una enorme cantidad de secuencias de acción, de aventura, incluso algunas de terror, y también momentos rodados en altamar, que siempre son muy difíciles de filmar. Ese capítulo se rodó en ocho semanas, cuando El orfanato, que es una película pequeñita, me tomó diez. La verdad es que supone un gran reto afrontar un rodaje como este en un esquema de televisión.

-Ya que mencionás El orfanato, desde esa película tu trayectoria se dio principalmente en el cine. ¿Qué experiencia en ese rubro pudiste aportar para la producción de Los anillos de poder?

-Cada proyecto es un aprendizaje y yo tuve la suerte de haber trabajado en proyectos muy complicados. Lo imposible es una película tecnológica y técnicamente muy compleja, Un monstruo viene a verme (2016) fue una reflexión sobre el propio hecho de contar historias, y es algo que se acerca mucho a las obsesiones que tenía Tolkien, que aparte de escritor era todo un estudioso. Y en ese sentido formaba parte del universo que he desarrollado en mis películas, de mi gusto por la fantasía pero siempre con una base realista, psicológicamente hablando. Ahí es donde me sentí muy cómodo, porque de alguna forma estaba trabajando en algo que se sentía conectado con lo que había hecho antes.

-También mencionabas las expectativas del público, que ya estuvo expresándose de un lado y del otro respecto a la inclusión de actores y actrices diversos racialmente en este universo. ¿Qué los motivó a tomar esa decisión?

-Tolkien dejó escrito que su intención a la hora de crear esta mitología a partir de los libros de

El señor de los anillos

era dejar espacio y la puerta abierta a que otros creadores vinieran en el futuro a dar su propia interpretación de la Tierra Media. Y además era un escritor muy conectado al momento en el que vivía. Creo que, en ese sentido, estamos siguiendo las líneas que estableció él y estamos haciendo una adaptación de la historia que también se adapta a los tiempos en los que vivimos. Era inviable, de alguna manera, que no tuviéramos un reparto que reflejara la realidad en la que vivimos.

-¿Qué lugar creés que va a ocupar, con su enorme puesta de producción, dentro de una oferta de contenidos del streaming que tiene cada vez más recursos?

-Claramente se está transformando mucho la manera en que consumimos y producimos películas y series, y creo que en ese sentido Los anillos de poder es una apuesta muy ambiciosa por acercar el lenguaje de la televisión al nivel del cine como no hemos visto nunca, lo que es una gran responsabilidad. Pero me parece que el futuro se va a parecer mucho al pasado, a lo que ya vivimos. Recuerdo la alegría y la tremenda ilusión que me provocaba ir a la sala de cine, pero a la vez los grandes clásicos los vi en la TV, porque es donde tenía acceso para poder verlos. Así que creo que la convivencia entre el cine y las plataformas, así como ocurrió cuando apareció el video, va a terminar por equilibrarse.

Télam