En el tomo I de Historia de la sexualidad, Michel Foucault reniega de la llamada hipótesis represiva sobre el sexo. Para el filósofo francés no es silenciando el sexo a la manera victoriana como opera el poder moderno para vigilar, controlar y cincelar cuerpos y corazones sino, por el contrario, hablando indefinidamente de sexo. Así, el siglo XIX vio proliferar un conjunto de enunciados y discursos -médicos, psiquiátricos, jurídicos y religiosos- que conformaron la scientia sexualis: el dispositivo que corona a la heterosexualidad como la forma de sexualidad normal y saludable y relega a los otros usos de los placeres de la carne -entre ellas la homosexualidad- al campo de las perversiones.
Hayan leído o no a Foucault, los productores y creadores de Génesis utilizan las estrategias denunciadas por el pensador para dar su particular versión televisiva sobre el primer libro de la Biblia. Eso queda claro desde el capítulo piloto de la telenovela que da cuenta de que Dios utilizó un tipo de barro muy especial -quizás mezclado con anabólicos celestiales- para crear un Adán (Carlo Porto) a la medida del canon de belleza hegemónica contemporánea. Si Adán parece un modelo salido de una propaganda de calzoncillos de Calvin Klein, la mujer nacida de su costilla no le va en saga en cuanto a estereotipo convencional de beldad.
Pudor y obsesión
A su vez, las escenas de desnudez entre ambos oscilan entre el pudor y la obsesión. Particularmente dirigida a un público femenino y heterosexual, la cámara se detiene en sobacos, vellos, tríceps, bíceps y otros músculos masculinos en planos que parecen emular el cine de Marco Berger. Así, el recreado Jardín de Edén heterosexual capta también al público gay.
En sus primeros episodios, la visión brasileña dejó claro que respeta la ambigüedad del texto bíblico respecto de la naturaleza del primer pecado: de hecho, fue cierto cristianismo medieval, quien condenó al cuerpo y convirtió en pecado sexual al pecado original, hasta entonces pecado de soberbia intelectual ante Dios.
Pero, en su afán de estilizar las escenas sensuales -que parecen concluir en la inmediata reproducción- entre estos particulares Adán y Eva (Juliana Boller), la ficción comete el primer error respecto de los pasajes del Génesis. Mientras los noveles habitantes de la Tierra se besan nadando en aguas cristalinas, una lluvia se cierne sobre sus desnudas, torneadas y tan blancas carnes. Lo que soslaya esa postal pseudo-porno es que, en acuerdo con el texto bíblico, la primera lluvia es el diluvio universal. Antes solo un vapor regaba la superficie del suelo.
Teniendo en cuenta que la Record TV es liderada por Edir Macedo, el fundador de la Iglesia Universal del Reino Dios y el furor de sus telenovelas fue fundamental para el triunfo de Bolsonaro y la instauración de una nueva moral en Brasil que va en desmedro de todo lo que suene a Educación Sexual Integral y sexualidades diversas a la heteronormatividad. ¿Será ésta la primera de una serie de digresiones tendientes a exaltar el amor heterosexual? ¿Cómo conciliará el relato neoconservador y retrógrado con otros amores diversos que aparecen en la Biblia?
El sexo reproductivo
Está claro que el método de vender la novela a través de la belleza de los cuerpos a la vez que se domestica la sexualidad y se ensalza un solo ideal de familia -la heterosexual con fin reproductivo- está dando frutos en Brasil y en gran parte de Latinoamérica. Para dar su mensaje a la vez moralista y concupiscente cuenta con suficiente material literario. Porque la Biblia no es meramente represiva. Por el contrario, contiene uno de los mejores poemas eróticos que exaltan el placer de los sentidos: El Cantar de los Cantares. Un texto en el que abundan los amores deliciosos como el vino, las caricias, las cabezas reposando sobre pechos desnudos, los labios de lirio, las piernas varoniles como columnas de mármol y las pieles con perfumes exquisitos.
En forma concomitante, el Génesis contiene la primera alusión bíblica a la homosexualidad: la célebre destrucción divina de las pecaminosas ciudades de Sodoma y Gomorra. En acuerdo al texto, al caer la tarde, dos ángeles enviados por Dios llegaron a Sodoma y fueron recibidos por Lot, el sobrino de Abraham. A pesar de que los ángeles querían pasar la noche en la plaza, Lot los lleva a su casa, les prepara comida y los hospeda. Los ángeles no llegan a acostarse. Los vecinos, los hombres de Sodoma, jóvenes y ancianos -¡todo el pueblo!-, rodean la casa y le piden a los gritos a Lot, que haga salir a sus huéspedes para abusar sexualmente de ellos. Lot sale de la casa, cierra la puerta tras de sí, y a cambio de que no toquen a sus invitados, les ofrece a sus dos hijas “que todavía son vírgenes”. Los vecinos rechazan la propuesta de plano, lo empujan violentamente y amenazan violar a Lot junto a los forasteros celestiales. Al día siguiente, una lluvia de azufre ardiente destruye las dos ciudades y toda la llanura, con todos sus habitantes exceptuando a Lot y su familia oportunamente advertida.
Posteriores exégesis del texto realizaron una analogía entre sodomía y homosexualidad. Sin embargo, la sodomía no se referenciaba en un sujeto como posteriormente lo haría la figura decimonónica del homosexual. La sodomía era un pecado en el que podía incurrir cualquier persona y describía todo acto sexual que tuviera como fin el goce (así sea entre varón y mujer) y no la reproducción.
La relación entre Biblia y homosexualidad
Génesis es tan solo un episodio de 220 capítulos de un ambicioso proyecto mayor que comenzó con Moisés y los diez mandamientos y que insiste en convertir el libro más celebre de todos los tiempos en una soap opera. Viendo los artistas elegidos para personificar a Adán, Caín y Abel y Eva nos cuesta no fantasear cómo serán las encarnaciones brasileñas del efebo David, del hipermusculoso Sansón o de la sensual Dalila.
También inquieta saber si el proyecto evangélico se hará cargo de escenificar dos bellas historias de amor bíblicas. La primera es la de la israelita Noemí y Rut, su nuera moabita, las mujeres que enviudan y deciden no separarse jamás (Libro de Rut). “Donde tú vayas, yo iré, y donde vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré y allí me enterrarán”, le dice Rut a Noemí en una plegaria que devendrá promesa amorosa de bodas de incontables mujeres.
La segunda: el trágico romance entre el príncipe y el pastor de ovejas (Libro Samuel). Como en el mejor de los melodramas Jonatán, el hijo del rey Saúl ama a David, el vencedor del Goliat a contrapelo del mundo y del mandato paterno. El día que se conocen se intercambian las ropas y se comprometen ante Dios para siempre. Más tarde, la muerte de Jonatán a manos de los filisteos producirá un dolor en David, expresado en un triste poema que solo puede leerse en términos eróticos: “Por ti estoy apenado, Jonatán, hermano mío, / por ti, a quien tanto quería. / Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres”. ¿Se atreverán los productores evangelistas a abordar la complejidad de estos amores ambiguos?
Porque es recién en el Levítico (XX, 22) donde por primera vez, el castigo divino a la homosexualidad aparece explícito bajo la forma de ley: “Si un hombre se acuesta con un varón, como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia, los dos morirán y serán responsables de su muerte”. A su vez, no hay en todo el mensaje de Jesús, ninguna condena abierta al amor entre varones o entre mujeres. Muy por el contrario, Cristo realiza el milagro de sanar al moribundo muchacho de un centurión, tan solo porque éste dice que lo ama.
Es en San Pablo, donde aparecen las tendencias oscurantistas: “No os engañéis, ni los fornicadores, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas... heredarán el reino de los cielos”. Finalmente, en la Carta a los romanos (I, 26-28), los escritores cristianos emplean por primera vez la expresión “contra la naturaleza” para referirse a las relaciones homosexuales. “Los hombres, asimismo, dejan la relación natural con la mujer y se apasionan los unos con los otros; practican torpezas (?) varones con varones, y así reciben el castigo por su merecida aberración”. Esa voz “contra natura”, atraviesa los siglos y contiene un eco de discursos en los que se apoyará la modernidad para discriminar a los homosexuales: el de la ciencia, especialmente la biología y la medicina. Olvidan que Dios es amor, toda clase de amor.
Génesis se emite por Telefé de lunes a viernes a las 21.30.