El antecedente más directo del intento de asesinato sufrido por Cristina Fernández de Kirchner lo protagonizó Raúl Alfonsín hace 31 años. El 23 de febrero de 1991, el entonces expresidente, hablaba en un acto político en San Nicolás cuando un exgendarme le apuntó con un revolver calibre 32.
El líder radical se hallaba en la esquina de Mitre y Urquiza de esa localidad del norte de la provincia de Buenos Aires, ante unas 5 mil personas. Ismael Darío Abdala, de 29 años, se pudo acercar y apuntó contra el primer presidente de la democracia restaurada. El percutor fallo y el tambor no giró. Esos segundos fueron vitales para Alfonsín, y Abdala pudo ser reducido, mientras Daniel Tardivo, histórico custodio del exmandatario, lo cubría con su cuerpo.
Dos días más tarde, en su declaración ante la Justicia, Abdala admitió que había querido cometer un magnicidio. Le diagnosticaron "delirio sistemático", había estado internado y tomaba cinco medicamentos. Después de su paso por Gendarmería, y previo al atentado, había trabado en Somisa, de donde fue despedido.
Al agresor lo sobreseyeron por ser inimputable: no comprendía sus actos. Quedó internado en Melchor Romero. Tras salir, se contactó con una hija del expresidente para, según él, disculparse. Lo denunciaron y fue de vuelta al psiquiátrico. Se suicidó en 1994.
“Estoy acostumbrado a recibir amenazas anónimas y algún día tenía que pasar algo así, creo que se trata de fanáticos y los tomo como tales”, dijo Alfonsín en su momento, desdramatizando lo ocurrido.
Antes del episodio en San Nicolás, Alfonsín había afrontado dos situaciones con bombas. La primera ocurrió en mayo de 1986, cuando fue a una guarnición militar del Tercer Cuerpo del Ejército en Córdoba y se encontró un fuerte explosivo colocado bajo una alcantarilla a metros de donde debía pasar el entonces jefe de Estado en auto. La bomba fue desactivada.
En octubre de 1989, cuando ya había dejado la presidencia, una bomba explotó en el piso en el cual Alfonsín había instalado sus oficinas, en Ayacucho al 100, cerca del Congreso. No había nadie en el lugar al momento de la explosión.