No hay otra como Cristina, por lo que encarna, por el amor que le tiene el pueblo, por su capacidad de armado político. Porque es una mujer, carajo, mierda; una mina que supo encarnar el duelo, la acción decidida, la disrupción de lo que se esperaba de ella. No hay otra como ella y eso es una falta gigantesca. Pero el fascismo lo sabe y por eso apunta y dispara.
Cómo en los femicidios, como en los crímenes de odio, puede haber alguien que ejecuta pero son los discursos sociales, el orden hetero patriarcal capitalista y cis y monoteista que avala la acción, el que le habla al oído del asesino y le dice “sí, está bien, hay que demostrarles que no pueden hacer lo que quieren”. Esta es la pedagogía de la crueldad, que viene poniéndose en juego desde hace rato pero sobre todo en los últimos días con ese odio manifiesto a la militancia, a los deseos de les nadies, a lo popular.
Acá no hay locos sueltos, acá hay odio y sueño de exterminio. Enfrente estamos nosotres, llenando las calles, poniendo en juego otra pedagogía, feminista, de cuidado común, popular, empatica. Somos pueblo, hoy estamos con Cristina y la cuidamos nosotres. Ni una menos