La mirada interdisciplinaria para abordar la problemática del narcotráfico, uno de los principales objetivos de los organizadores del Cuarto Congreso realizado el pasado jueves en la Facultad de Derecho de la UNR, permitió a partir de la exposición de la antropóloga Edith Cámpora, directora del Centro de Abordajes Interdisciplinarios de lo Sociocultural UNR, reflexionar desde otra perspectiva las violencias en Rosario. "Los mundos académicos judiciales y sociales deben estar en diálogo para posibilitar, como mínimo, un diagnóstico certero de la situación de la ciudad que permita resolverlo. Si nosotros tapamos el conflicto lo que hacemos es provocarlo, profundizarlo, y esperar sentados las consecuencias de ese conflicto", planteó la investigadora. "La trama de la desigualdad por la trama de los negocios ilegales genera muchísimas experiencias vitales y sociales que estamos desconociendo porque observamos el fenómeno del narcotráfico a partir de los medios de comunicación", agregó, para luego remarcar: "Hay que poder pensar realmente cuál es la trama que nos están proponiendo y cómo podemos desarmarla, yo creo que con mayor igualdad, mayor diálogo interdisciplinario y mayor compromiso ciudadano frente a las cifras que vemos cotidianamente".

En la jornada organizada por el Grupo de Estudios Penales y Criminológicos (Gepic) del Centro de Estudios Jurídicos y Sociales Flor de Irupé, de la que participaron el ministro de la Corte Suprema de Santa Fe, Daniel Erbetta, la directora de la regional Rosario del MPA, María Eugenia Irribarren, la diputada provincial Matilde Bruera, el criminólogo Enrique Font, el periodista Emilio Ruchansky, y representantes de las asociaciones cannábicas AREC y AUPC, la exposición de Cámpora aportó elementos valiosos para el abordaje de una problemática que ubica a Rosario en el centro de la agenda.

La investigadora recordó que en el 2013, la ex Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, la incorporó en el Ministerio Público Fiscal para trabajar con la Procuraduría contra el Narcotráfico (Procunar), y la posibilidad de pensar su intervención, concreta, en una fiscalía de Rosario. Además, hizo referencia a su participación académica en la Facultad de Humanidades y Artes con proyectos de investigación apuntados a la dimensión socio cultural, en este caso, de la sociedad rosarina. Unos años después, dirigió una investigación sobre "Políticas públicas y desigualdades urbanas: jóvenes, violencias cotidianas y narcotráfico".

A la hora de redefinir conceptos, Cámpora dijo que "hablar de narcotráfico pareciera que dice mucho, pero en realidad no dice nada porque oculta más que lo que visibiliza. Y otro concepto que trabajamos mucho, que no se trabaja en otras disciplinas, y que es central a la hora de entender la sociedad contemporánea, el de sujetos sociales. Cada uno de nosotros somos sujetos sociales y estamos diferenciados fuertemente por tres dimensiones: género, generación y contexto socioeconómico". 

Según la antropóloga, hablar de Rosario, y hablar de los homicidios en Rosario, implica ubicarlos en una franja etaria determinada, que en realidad se ha extendido. "Cuando trabajábamos los homicidios en el Ministerio Público en el 2013, los jóvenes asesinados, pero también los que siguieron viviendo por fuera de los que fueron asesinados, hoy no son tan jóvenes. Esa dimensión de juventud es la que me interesa recalcar porque por fuera de la administración de la justicia en torno a homicidios, violencia, conflictividad, tenemos que tener muy claro que hoy esos homicidios, como hace 10 años atrás, están claramente encerrados en una franja etaria"

"Pero a su vez están encerrados en territorios específicos de la ciudad", añadió. En ese sentido, consideró que la vida en los territorios de Rosario viene siendo modificada desde hace, como mínimo, una década. "Por eso no puede pensarse al narcotráfico como un fenómeno aislado y salido de una película de terror, sino que hay que ubicarlo en tres dimensiones. Una estructural histórica, una geografía urbana concreta y las cotidianeidades", describió la directora del Centro de Abordajes Interdisciplinarios de lo Sociocultural UNR. 

"Son conceptos centrales para pensar las economías delictuales en Rosario, y por qué Rosario es diferente al resto de las ciudades de la Argentina", explicó Cámpora, para quien esto ha sido negado muchas veces y también tergiversado. "Cuando esto se plantea como una realidad fáctica pareciera que se acusa a Rosario, se la estigmatiza y discrimina. Pues bien, nadie está discriminando a nadie, lo que está pasando es que hay homicidios concretos, con cuerpos concretos, y con la no posibilidad de duelo del asesinado en los territorios barriales. El asesinado y el que provoca el asesinato son de la misma generación o simplemente de los mismos territorios barriales. Esto genera una crisis a nivel barrial impactante porque el propio lazo social del barrio, el propio lazo generacional de estos jóvenes, se rompe", apuntó. 

La antropóloga planteó que todas las grandes ciudades tienen el problema de la desigualdad, pero ese problema en Rosario lleva a otro problema: la dimensión diferencial de esa desigualdad en los territorios barriales donde esos episodios ocurren: "Si esas zonas no son analizadas en términos geográficos, de planificación urbana, en una trama política administrativa de todos los estados del poder, nacional, provincial y municipal. Acá hay responsabilidades concretas que tienen que ver por un lado con la administración de la justicia, por otro lo que podríamos denominar la administración de los Derechos Humanos. La mayoría de los jóvenes que pueden estar acá estudiando no pertenecen a estos territorios y pueden venir a la facultad y volver a sus casas a cualquier hora del día, con cierta seguridad que no existe en otros territorios barriales". 

"Los medios masivos de comunicación estigmatizan esas realidades barriales como autoproducidas. Esos territorios no tienen la culpa de tener la emergencia de las violencias que tienen, y esas violencias son particularmente diferenciales en relación al sujeto social que está viviendo esa violencia. Tenemos en Rosario madres que no pueden llorar a sus hijos porque pareciera que está bien que hayan matado a ese joven, y la realidad es que desde los derechos humanos universales, esas familias pierden la posibilidad de llorarlos. Eso nos provoca una fractura social, y en algún momento avanza hacia la ciudad toda", advirtió la antropóloga.

Cámpora situó como punto de inflexión el triple crimen de Villa Moreno en 2013. un hecho de tamañas características que no se dio en otro lugar del país, y que la sociedad rosarina naturalizó. "Estamos hablando de una plaza barrial, un inicio de año donde tres jóvenes que estaban festejando fueron baleados. Ese triple homicidio nos ubicó en un escenario que estamos viviendo y padeciendo al día de hoy, a nivel social y de ciudadanía. Si la ciudadanía está segmentada en derechos humanos parciales no tengo ciudadanía, estamos en riesgo como sociedad toda", reflexionó.

La investigadora consideró que "sería necesario hacer lo que se hizo en el Ministerio Público Fiscal en el marco de esas investigaciones, hablar con todo sujeto social implicado en la trama. No necesariamente del negocio ilegal si no en la de la cotidianeidad barrial, de lo previo a lo que había pasado, de funcionarios, políticos, todo aquel que tuviera algo para decir de lo que estaba pasando en relación a causas judiciales que se estaban iniciando".

Esto implica, afirmó, poner en juego distintas voces, con experiencias de vida diferentes y claramente desiguales, que nos permitan pensar la ciudad. "El ir de la administración de la justicia hacia los lugares donde los sujetos viven posibilita la palabra en primera persona, de llegar a cadenas de esos eslabones de los negocios ilegales mucho más altas de las que nos proveería una testimonial en una fiscalía, las que realmente hay que atacar para resolver el problema", indicó la investigadora.

"Tenemos que tener en cuenta el dolor de las familias que están perdiendo día a día a sus jóvenes, ese dolor nos tiene que servir para pensar que un número es algo más que un número, que detrás hay una familia, un barrio. Por otro lado, lo que provoca Rosario desde hace diez años tiene que ver con la despacificación de los territorios, una situación que va a llevar a la despacificación de la ciudad que es lo que hoy estamos visualizando", concluyó Cámpora.