La forma más fácil de describir a Mabel & Rubén es “un libro de chistes sobre relaciones de pareja”. Pero esa definición se queda corta al hablar del flamante libro de Tute editado por Sudamericana. El humorista gráfico –a quien Quino calificó como “el mejor de su generación” en más de una ocasión- dio aquí con algunos innovadores rasgos desde lo formal que vuelven a su serie de viñetas uno de los experimentos más interesantes de los últimos años en el humor gráfico.

“No hay una Mabel y un Rubén, pasó que me fui quedando cada vez con menos nombres hasta que salió así, pero no es que fui buscando una síntesis ni definirlos como ‘Rubén es así’”, señala Tute. “Ni al día de hoy tienen eso, Mabel un día es la víctima y al día siguiente la victimaria, un día tiene 10 años, otro 40 y al siguiente 80, un día es rubia y otro día es morocha, y lo mismo pasa con Rubén”, comenta.

“Lo curioso es que generó un poder de identificación, porque todos algún día se sienten Mabel o Rubén. Hay algo que agarraron estos personajes del imaginario colectivo o de la experiencia de cada uno que es muy fuerte. Me cruzo en la calle gente que me pide saludos para ‘Rubén, mi marido’, y yo pregunto si se llama Rubén y me dicen que no, que ‘se llama Carlos, pero es re Rubén’. ¡Yo no sé qué quiere decir ser Rubén! ¡Si un día es una cosa y otro día, otra! Pero la gente sí sabe”.

Así, Mabel y Rubén eluden toda posible definición de “personaje”. No tienen personalidades reconocibles como propias. Ni siquiera una fisonomía o un gesto que los identifique inequívocamente. Ni siquiera son un concepto, a la vieja usanza del humor gráfico, en que el nombre significaba algo sobre el personaje (“Pochita Morfoni” comía mucho). Estos nombres propios son más un gesto, una etiqueta para posibles lecturas y ahí está parte de la riqueza de la propuesta. En ese ser ninguno y a la vez poder ser todos, en algún punto los dos personajes son, efectivamente, cada posible lector. “Por eso el juego de la tapa del libro, con la rueda que gira y es como un elige tu propio Rubén y Mabel”, justifica el humorista.

Tute sabe bastante de personajes. Hijo de Caloi, otra de las glorias de la disciplina, creció dibujando e inventándolos. Incluso tuvo ya algunos bastante exitosos, como Batu, o Trifonia y Baldomero, pero aún con su belleza y vuelo poético, no escapaban a las generales de las convenciones sobre la construcción de personajes.

“Mabel y Rubén no son personajes clásicos, porque no existe una Mabel y un Ruben, sino muchas mabeles y muchos rubenes, entonces se genera casi un tipo de figura lingüística, de sinécdoque, de la parte por el todo, de que todos somos un poco Rubén y un poco Mabel. Lo que hago es jugar con esa idea de que, como decía Maitena cuando hacía Superadas: ‘todas las mujeres somos distintas pero a todas nos pasan las mismas cosas’. Acá somos todos distintos pero todos somos Rubén y Mabel”, reflexiona. “Incluso me pasa como autor, que a veces lo que dice Mabel me genera más identificación que lo que dice Rubén. Ese día soy mucho más Mabel que Rubén. A veces me pasa al revés”.

“Hace poco me decían que era la primera historieta con personajes que cambian de forma todo el tiempo, y es probable, yo al menos no conozco”, dice. En las bibliotecas de su estudio hay un panorama envidiable de humor gráfico argentino e internacional. Pero ninguno de esos libros que podrían servir de referencia trabajan así a sus personajes.

-Hay subtemas recurrentes, como cierta celularización de las parejas.

-Bueno, ahí sí el humor funciona como espejo social. Las parejas están celularizadas, con discusiones en torno a las redes sociales, si laikeó, si no, si se sigue o no. Hace poco hice un chiste con mucho rebote, porque evidentemente es algo que sucede, en que el tipo le decía “¿por qué me bloqueaste de todas partes?” Y ella respondía “porque todavía no te pude bloquear de acá”. Se viralizó.

-En gran parte de las viñetas el eje del chiste está puesto en que alguno de los dos no quiere asumir un compromiso: el de estar enamorado o sostener una relación.

-Puede ser. Es algo que aparece con frecuencia en la vida la falta de sincronización. Porque ese tipo que por ahí siente que no puede dar lo que recibe, quince minutos después está sintiéndolo de la misma manera pero al revés. Fundamentalmente me parece que hay subtemas que se desprenden de la pareja o de los vínculos, pero que tienen que ver con la dificultad de comunicación, con lo que se dice y lo que se esconde detrás de lo que se dice. Después sí aparece esto de alguien con un compromiso mayor que el otro, la rutina, la soledad... hay muchos temas.

-¿Mostrás cierto pesimismo sobre las parejas? Hay varios chistes del tipo “Nos casamos y somos felices para siempre? / Decidite” o “me encanta cómo sos / ya te vas a aburrir”.

-Ahí hay algo del juego de poner en palabras el pensamiento, que funciona muy bien en el humor. Mucha gente siente identificación porque los personajes dicen eso que ellos callan. Para que se produczca el humor, uno dice algo que en la realidad ellos quizás no dirían, pero que sí piensan y sí sienten. Por eso la identificación es inmediata.

-Más allá de celulares y barbijos ocasionales, M&R es una historieta atemporal. ¿Lo buscaste así?

-Sí, mí me gusta hacer humor del modo más atemporal posible, que ese cuadrito de humor de ayer tenga sentido en 10 o 20 años. Que no dependa de la noticia, de la agenda política del día, sino que tome la realidad y con eso construya el humor más atemporal posible. Por eso no vas a ver nunca menciones a Macri, ni Alberto ni Cristina. Vas a ver humor sobre gobernantes, sobre cosas que suceden, pero que perfectamente podrían leerse en 30 años.