Si usted se considera una persona democrática, aunque no le guste Cristina, le pido que lea esta nota.
Resulta devastador imaginar lo que hubiera sucedido si la bala hubiera sido disparada. Es nuestra responsabilidad intentarlo. Junto a la vida de Cristina, digámoslo claramente, se hubiera herido de muerte a la democracia y a la Nación Argentina. Pueden creer que exagero, pero no es así. La Argentina existe hoy por un milagro. Porque la bala no se disparó.
Más allá de cualquier opinión, Cristina representa una multiplicidad de sentidos. Amada por millones de argentinos y argentinas, condensa 12 años de crecimiento con inclusión y de ampliación de derechos. Es la líder natural de una porción enorme del país, la máxima referencia y la mayor esperanza.
La paz democrática existe porque esos millones tienen representación política. Hay magnicidios que desataron guerras civiles y guerras internacionales. El magnicidio destruye la vida de la víctima y también la esperanza de millones. Cuando esos millones ven extirpado su derecho a manifestarse en las urnas y expropiada toda ilusión, no habrá voz alguna en el mundo que lo convenza de no apelar a la violencia.
Si no, observen la historia de Colombia. Asesinado Gaitán en 1948, no sólo se produjo el “Bogotazo”, sino más de 70 años de guerra civil. Y con todo el respeto que merece Gaitán, no cabe comparación porque el asesinato le impidió ser elegido presidente.
Si en las jornadas de octubre de 1945 el Ejército hubiera desatado una feroz represión o hubieran asesinado a Perón, la Argentina hubiera vivido por décadas en guerra civil. Históricamente, el surgimiento del peronismo fue lo que evitó en aquel momento una guerra civil. Cuando el peronismo fue derrotado por las armas, sólo quedaron torturas, fusilamientos y, después, terrorismo de Estado.
Dos cuestiones más. Una, sobre la que se ha escrito bastante. Un “loquito” no es un hecho individual, es un fenómeno social. ¿Cómo una persona democrática podría pensar que Cristina es culpable de aquello que se la acusa si la Constitución establece el principio de inocencia? Existe una parte de la población que está convencida de la culpabilidad por sectores políticos de ultraderecha y por la continuidad del “periodismo de guerra”. Los protagonistas del odio están erosionando la democracia y alentando a la violencia.
Sobre lo que aún se ha escrito menos, es que el atentado contra Cristina ya cambió el país. Lamentablemente. Vivimos hoy en otra Argentina, en una que aún no conocemos. La seguridad democrática de los líderes políticos ya no será igual. Pero la dinámica del odio y de la violencia tampoco. El miedo y la contracción del espacio público es una inmensa amenaza para una democracia viva.
Sólo un acuerdo amplio entre dirigentes sociales y políticos democráticos, que establezca garantías sólidas de respeto, libertad de expresión, sin proscripciones podrá –junto a la movilización ciudadana y popular- evitar que un clima de violencia se perpetúe.
La vida democrática argentina no será igual a partir de este hecho. Para no retroceder, será necesario avanzar. O nos ponemos a analizar de inmediato las leyes de varios países europeos contra los discursos del odio, o estos avanzarán.
Cuando está en juego la vida, la paz y la democracia, se juega la Argentina. No me importa si pensamos igual sobre el proyecto de país. Me importa si queremos vivir en democracia, defenderla, profundizarla.