Los investigadores de la tentativa de homicidio contra Cristina Fernández de Kirchner recibieron los resultados de peritajes sobre las cámaras de seguridad, un celular y una laptop del atacante, Fernando Sabag Montiel. Como se sabe, la jueza María Eugenia Capuchetti le tomó declaración testimonial a la vicepresidenta pero CFK pudo aportar poco: “En ningún momento se dio cuenta del ataque. Recién se enteró cuando subió a su departamento”.
El peritaje sobre el arma arrojó un primer resultado: el agresor no corrió bien la corredera de la pistola Bersa calibre 32, por lo tanto, el proyectil no entró en la recámara y eso evitó que saliera el disparo. Un milagro. También en la primera mirada que se hizo al celular de Sabag se detectaron una gran cantidad de imágenes relacionadas con el neonazismo, en sintonía con los tres tatuajes que el hombre tiene en el cuerpo.
Con esos elementos, la jueza y el fiscal tomaron la decisión de indagar a Sabag en el anochecer del viernes, en su lugar de detención, para evitar los riesgos de un traslado. Como era previsible, el tirador se negó a declarar y sólo dijo que tiene un golpe en un ojo, que no fue producto de la policía sino de los militantes que lo detuvieron.
¿Hubo cómplices?
Por ahora, los investigadores creen que Sabag actuó solo, pero justamente a partir del análisis de las cámaras se va a determinar si el agresor llegó o no acompañado a la esquina de Uruguay y Juncal. También del celular y la laptop saldrán elementos que ayudarán a establecer si Sabag tuvo o no un cómplice.
La jueza Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo trabajaron intensamente para tomar todos los testimonios, empezando por los que estuvieron presentes. Como era lógico, ambos funcionarios fueron al departamento de Cristina Kirchner para tomarle declaración, pero el trámite no fue relevante: la vicepresidenta no se dio cuenta del ataque y en verdad se agachó por la caída de un libro.
Recién supo lo que ocurrió cuando subió a su departamento. Como se pudo ver en las imágenes, después de haber tenido el arma a centímetros, sin que ella lo percibiera, siguió saludando y saludando, mientras la custodia la empujaba demasiado levemente para sacarla de escena.
La jueza ordenó los dos allanamientos clave: en la calle Terrada, en CABA, y en Uriburu 729, de San Martín. A esta última dirección se llegó gracias a que el dueño del departamento se presentó en la comisaría tras ver las imágenes del ataque. “A ese hombre le alquilo yo mi departamento desde hace ocho meses”, dijo.
En el allanamiento se encontraron dos cajas de 50 cartuchos calibre 7,65, que sirven para la pistola que le puso en la cabeza a CFK. Una caja es aproximadamente del año 2000, la otra más moderna. Además, estaban su laptop, una libreta de enrolamiento a nombre de su abuelo, Jacobo Sabag, y un certificado de nacimiento brasileño a nombre de Viviana Beatriz Sabag, su madre.
La pericia sobre la pistola
La Bersa calibre 32 se probó apta para el disparo, pero el primer peritaje demostró que el propio tirador omitió retroceder bien la corredera, un movimiento vital para ubicar un proyectil en la recámara. En las imágenes se percibe a Sabag más bien tembloroso cuando acercó la pistola a la cabeza de CFK. Tal vez ese nerviosismo impidió que accionara bien el arma, lo que produjo el milagro.
La pistola perteneció a un tal Mariano Alvarez, que vivió a dos cuadras de Sabag en La Paternal. Alvarez falleció y todo indica que el tirador le compró la Bersa al propio vecino o a alguno de sus hijos. La numeración estaba limada, pero lograron reconstruirla.
Uno de los amigos de Sabag le contó a Telefé que el atacante solía andar armado y que iba a practicar tiro al campo. Por su accionar, no parece. Y tampoco se encontraron otras armas ni una cantidad importante de proyectiles en el domicilio de San Martín. Las dos cajas de 50 balas cada una constituyen una dotación normal.
¿Lobo solitario?
Por ahora se mantiene el diagnóstico de que Sabag actuó motivado por odio político, mezclando antiperonismo, antikirchnerismo y neonazismo. Además de su aparición inicial en CrónicaTV, manifestándose contra los planes sociales, volvió a aparecer en el mismo canal cuando asumió Sergio Massa en Economía. En ese momento, el periodista le preguntó: “¿Massa sí o no?”. “No, Massa ni a palos. Ni Milei ni Cristina”.
En su Instagram escribió más tarde: “Encima los periodistas me felicitaban diciendo que sé de política. Me decían que tengo que ser notero. Los traté de panqueques. Ni Milei ni Cristina”. Como se ve, odio político, pero más bien caótico y contradictorio.
Cómo sigue la investigación
Dado que la jueza y el fiscal consiguieron los informes que esperaban --peritajes iniciales del arma, el celular, la laptop, las cámaras de la zona de Juncal y Uruguay-- se dispusieron a tomarle declaración indagatoria al imputado.
Capuchetti, Rívolo y el defensor oficial Juan Martín Hermida se trasladaron al lugar en el que Sabag está detenido. Se dice que fueron a la unidad de la Policía Federal que está en la calle Cavia. Sucede que las autoridades de Seguridad esconden y hasta engañan en todo lo referido a Sabag. El objetivo es no correr ningún riesgo y evitar que pueda sufrir una represalia.
Y la jueza tiene la misma actitud: no quiere que haya traslados ni exposiciones innecesarias del acusado.
El delito por el que será imputado
Todo indica que Sabag será imputado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego y, tal vez, alevosía, todo en grado de tentativa. Sin embargo, como es habitual, la última palabra la tendrá la jueza, en este caso Capuchetti.
Si ese es el encuadramiento, la pena estará entre los diez y los 15 años de prisión. Como el único antecedente que tiene es una causa chica en CABA, por tenencia de un cuchillo --tenencia de arma impropia--, es probable que lo condenen a una pena más cerca del mínimo que del máximo.
Mucho antes que eso, tendrá que pasar por peritajes psiquiátricos. En la revisión inicial, los peritos oficiales sostuvieron que Sabag se ubica en tiempo y espacio, de manera que es apto para declarar en la indagatoria. La jueza y el fiscal estuvieron con él, pero no quiso decir nada, salvo que los militantes kirchneristas le habían pegado en un ojo. Se ve que dejó para otra oportunidad hablar de las motivaciones neonazis, xenófobas y racistas que impulsan su odio a los planes sociales.