Si bien el proyecto -impulsado por el oficialismo y sectores del massismo- significa un primer paso en la regulación, el debate quedó trunco para las madres de pacientes con epilepsia refractaria, las mayores impulsoras de la iniciativa. Como el dictamen no incluye el autocultivo, las mamás que cultivan para tratar a sus hijos podrían recibir las mismas penas que un narcotraficante.
“Necesitamos que nos dejen de criminalizar. Hoy cultivamos porque es la forma más democrática de llegar a la planta y porque hay que encontrar entre todas las cepas la que mejor resultado le dan a nuestros hijos", le contó a Página/12 Pamela Vicente.
En su caso, Pamela aprendió a cultivar cannabis hace ocho meses cuando empezó el tratamiento de su hija Guadalupe, de 11 años. "El aceite que proponen importar de Estanos Unidos es de una única cepa y le hace efecto al 20 por ciento de los chicos que hoy están en tratamiento”, advirtió.
Tanto para Pamela, como para el resto de las madres que formaron la organización Mamá Cultiva, si la ley se aprueba tal como llegó al recinto corren riesgo de ir presas por cultivar. La epilepsia refractaria, es un tipo de enfermedad que no responde a los medicamentos antiepilépticos y quienes la padecen pueden llegar a tener, en los casos más severos, más de cien convulsiones por día.
“Lo bueno de este debate es que legitima el uso medicinal del cannabis. Lo malo, y contradictorio, es que reafirma la prohibición del autocultivo por lo que muchos chicos que ya están en tratamiento deberían dejarlo hasta que los laboratorios puedan elaborar el tipo de aceite que ellos necesitan. Son procesos largos que pueden llevar hasta doce años”, explicó a este diario Carlo Magdalena, neurólogo infantil del Hospital Gutiérrez.
En caso de aprobarse la ley, el aceite de cannabis que se hace a partir de las flores de la planta podría ser utilizado por personas con cáncer, VIH, dolores crónicos, fibromialgías y otras patologías que producen dolores musculoesqueléticos crónicos. Pero sólo la marca y tipo de aceite que autorice la ANMAT y que importe el Gobierno estarán autorizados. “Prohibir el autocultivo es un grave error y es desconocer lo que pasa en la realidad. Hoy las madres comparten el aceite o lo intercambian en caso de que no haya funcionado con sus hijos; es gratis. La ley eleva la ilegalidad de cultivar y abre la puerta al mercado negro, que es peor. Que haya control estatal, pero que no se prohíba”, insiste Magdalena, quien va a seguir atentamente el debate.
Frente a la propuesta oficialista que centra el debate en torno a Seguridad, el proyecto impulsado por el Frente para la Victoria, Libres del Sur, el socialismo, la izquierda y parte del bloque justicialista incluye el autocultivo y aborda la regulación desde la perspectiva de la salud, no consiguió la cantidad de votos suficientes.
“El aceite de cannabis no sólo controló las convulsiones de mi hija, me la devolvió a la vida. Las mamás no tenemos miedo de ir presas, mi único miedo es que me saquen las plantas y me dejen sin el tratamiento para mi hija”, finalizó Vicente.