La elección del color violeta para la camiseta alternativa de la selección argentina, inspirada en la igualdad de género, disparó la polémica: ¿Una maniobra más de marketing que se cuelga de las luchas transfeministas o un mensaje simbólico para llevar al Mundial en Qatar, uno de los países con mayor brecha de género y donde los derechos de las mujeresy disidencias están cercenados? Dos dirigentas de clubes, una jugadora, una DT, yuna hincha y militante del fútbol feminista cuentan cómo les cayó el anuncio y suman sus voces a la discusión: ¿Oportunidad o puro oportunismo?
La marca Adidas informó que se decidió por el violeta en alusión a la igualdad de género. Y que luego esa elección fue validada por la AFA.
“Espero que esto sea el punta pie inicial de muchos proyectos donde la mujer sea figura”, se esperanza en diálogo con Página 12 Laurina Oliveros, arquera de Boca y de la selección que acaba de clasificar para ir al Mundial de Australia/Nueva Zelanda 2023.
Para Maia Moreira, integrante de la comisión directiva y presidenta del Departamento de Género y Diversidad del Club Atlético Lanús, en cambio, no es más que “una burla”. Por un lado, dice, le parece oportuno que el color violeta de la camiseta pueda darle visibilidad a una temática como la igualdad de género a nivel mundial. Por el otro lado, apunta que hay que tener presente que Adidas trabaja desde hace años con la selección argentina y por tanto con la AFA. Entiende entonces que esa elección –el violeta-- deja entrever que en teoría a la AFA le interesan los temas de género. “Si bien hace un par de meses, hubo un cambio en su Departamento de Equidad y Género y se designó a Paula Ojeda, una profesional pionera en promover protocolos contra las violencias en las instituciones deportivas, como lo hizo en Vélez Sarsfield, el club al que pertenece, sabemos que hay infinidad de problemas en la actualidad aún dentro del futbol semiprofesional femenino: entonces decir que se inspira en la igualdad de género parece hasta una burla. Porque hay tantas cosas que se pueden hacer ya no de manera simbólica --como puede ser la elección del color de la camiseta suplente--, en las que Adidas podría colaborar y sponsorear, que con muchas compañeras lo tomamos casi como una tomada de pelo. ¿Cuál es la vara? ¿Para qué les interesa la igualdad de género? ¿Para vender? Parece más pink (purple) washing. Lo que si suma, para lo que si puede servir la camiseta violeta, es para hablar de las restricciones hacia las mujeres y las personas de la diversidad en Qatar”, opina Moreira.
La dirigente de Lanús cuenta que en 2018, las mujeres en comisiones directivas en clubes que viven del fútbol, de Primera y Nacional B de la AFA, no llegaban al 7 por ciento y actualmente son un poco más del 12 por ciento, pero en la mayoría de los casos en cargos de vocales titulares o suplentes, “dato no menor a la hora de tener voz y voto para tomar decisiones con perspectiva de género”, dice a Página 12.
Moreira detalla una de las caras de la desigualdad de género en el fútbol. Pero hay más y bien visibles como las diferencias de presupuesto para las categorías y campeonatos femeninos, las brechas salariales y de infraestructura entre jugadoras y jugadores y hasta la exclusión de niñas en ligas infantiles y formativas, entre otras.
La mitad de las jugadoras de Primera División aún no tienen contrato, a tres años del anuncio de la profesionalización por parte de la AFA. De los 21 equipos que participan del campeonato más importante, sólo cinco tienen más de 20 futbolistas profesionales: Boca, River, San Lorenzo, Racing y Gimnasia La Plata. Boca es el único que cuenta con un plantel 100 por ciento profesional. El sueldo básico de cada jugadora sigue siendo equivalente al contrato que percibe un futbolista de la Primera C, es decir, unos 50 mil pesos brutos. Esta brecha hace que la gran mayoría tenga que tener otro trabajo para mantenerse y no puedan dedicarse exclusivamente al fútbol. El cálculo es que ganan un 2 por ciento de lo que se lleva el fútbol masculino. Apenas un botón de muestra.
Mónica Santino, ex futbolista de AllBoys, referente social en la Villa 31, el barrio donde fundó La Nuestra Fútbol Feminista, aporta otra mirada. Considera que es “una discusión un tanto estéril” porque –advierte-- una empresa de indumentaria deportiva no tendría por qué venir a saldar la brecha de género. “La camiseta es más bien un símbolo. Y es una camiseta que en otro tiempo no hubieran hecho ni por casualidad. Ni siquiera se lo hubieran planteado. Así como tenés algunas publicidades que intentan tirar el carro para otro, que no van a cambiar la situación completamente, permiten ayudar a construir otros sentidos. No le achacaría a la camiseta violeta todos los problemas de desigualdad. Es algo simbólico. Tampoco el banco rojo termina con los femicidios pero es un símbolo de una campaña que apunta a generar conciencia sobre la violencia machista”.
Al mismo tiempo a Santino le resulta alentador que “empiece a pasar esto con la ropa de futbol” que antes ni siquiera se podían poner las mujeres porque les quedaba enorme porque estaba pensada y hecha para varones. “No creo que haya que dar la discusión por ahí. Los caminos de lucha tienen que ir por otro lado”, dice la ex jugadora.
Patricia Ramírez es referente de Género del Cañuelas Fútbol Club. Para ella es una afrenta que se diga que se inspiró en la igualdad de género. “Se nos ríen en la cara: Igualdad es que las jugadoras de Primera División C cobren sueldos y tengan sus propios vestuarios. Igualdad es que permitan que las niñas jueguen en las ligas infantiles de varones, eliminando sanciones que se aplican actualmente”, dice, en referencia al a escandaloso castigo que le impuso la Liga de Buenos Aires a un equipo mixto de ese club: le quitaron todos los puntos ganados en los partidos que jugó una nena de 10 años.
El Cañuelas tiene un equipo femenino en la Primera C. Para sus jugadoras el club no tiene vestuario. Hasta el año pasado se cambiaban afuera, en el barro, como si estuvieras en un barrio, en un potrero, cuenta Ramírez. “Desde este año pueden usar el vestuario visitante que le dan a los equipos masculinos que se enfrentan contra Cañuelas, pero aunque el vestuario local esté sin uso, los días que no entrenan los varones, le meten candado. A ellas el club no les da la indumentaria: tienen que hacer rifas para comprase ropa, canilleras, el jogging. Ni les lava la ropa. Al equipo masculino sí”, describe.
Dani Villani, es hincha y socia de Racing, y militante de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista, una red que nació en 2018 dentro del marco del primer taller de fútbol y mujeres en el 33° Encuentro Nacional de Mujeres en Trelew, donde confluyen jugadoras de todas las edades y niveles, hinchas, dirigentas, periodistas deportivas y directoras técnicas, para luchar por el derecho al juego, contra las desigualdades, por la visibilización de mujeres y la diversidad en el deporte.
De las empresas, dice Villani, no espera las mismas motivaciones que de las militancias. Detrás del color violeta ve una movida oportunista. Pero de cara al evento más masivo y popular en torno al fútbol, y con la relevancia que toma la camiseta, ese oportunismo puede ser una oportunidad de llenar de contenido esa elección de la marca, sea cual fuera su motivación original, advierte.
“El mundial nos encanta, nos atraviesa y la camiseta violeta ya entró en ese combo que cala tan hondo en las emociones. Quienes elegimos el fútbol como espacio de transformación y de disputa, vivimos de cerca y conocemos las desigualdades, las violencias, las injusticias y realidades y sabemos que son sostenidas estructuralmente por clubes y federaciones. Sin caer en "qué copadas la marca y la AFA, se terminó el patriarcado", creo que podemos aprovechar este caldo mundialista y el mensaje en la camiseta para ir más allá del ´es linda/fea´ o ´coherente/hipócrita´ y decir qué está pasando y desde dónde se perpetúan las desigualdades del fútbol, incluso con la camiseta puesta”, propone Villani.