Casi al lado del despacho del ministro de Economía, Sergio Massa, está la oficina de Leonardo Madcur, jefe de asesores de Hacienda. De extremo perfil bajo, el sanjuanino tiene a razón de tres reuniones diarias por Zoom con directivos del Fondo Monetario Internacional (FMI), maneja contactos con la política de los Estados Unidos y es uno de los que coordinan el viaje que el ministro hará esta semana a Washington y Houston. Un periplo que para Massa es central y en el que habrá una fuerte impronta económica pero donde, más que nada, se exhibirá la estabilidad política que consiguió el Frente de Todos, luego de tiempos de duras internas y salidas de ministros, para intentar tranquilizar el escenario económico.
Después del atentado contra la vida de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, Massa habló con ella y el Presidente, Alberto Fernández, sobre la conveniencia de hacer el viaje. Finalmente se acordó realizarlo para no frenar la agenda económica.
El receptor de ese mensaje de corte político que llevará Massa es un país que el ministro conoce al dedillo y que maneja políticamente los hilos de varios de los puntos en los que Argentina tiene hoy interés: es el validador político de muchos de los créditos globales. Estados Unidos es dueño del FMI, la llave de los desembolsos de organismos multilaterales, en los que su silla pesa como ninguna otra, y quien está viendo ya de manera adelantada el devenir político electoral de Argentina. En ese escenario, anunciará el ministro de Economía fuertes inversiones petroleras, dará a conocer detalles de préstamos internacionales y ordenará números finos con el FMI, tras reunirse con su titular, Kristalina Georgieva.
Las etapas del viaje
Así, Massa viaja a Washington con una valija mucho más liviana que la que cargó su antecesora, Silvina Batakis, última en pisar tierra estadounidense cuando todavía seguía en el país la fuerte turbulencia política. El desembarco de Economía allí será por partes. Este domingo 4 vuelan un puñado de funcionarios a avanzar en los nexos con el FMI, confirmar que las revisiones trimestrales están encaminadas y darle cierre a la última, la del mes de diciembre. Massa despega recién el martes 6. En el primer avión irán el viceministro Gabriel Rubinstein, el ya nombrado Madcur, Eduardo Setti, el director del Banco Central (BCRA), Lisandro Cleri y el titular del INDEC, Marco Lavagna. Este último, según confiaron a Página/12 fuentes oficiales, tiene un rol central en la relación con bancos multilaterales, por eso, más allá de su cargo al frente del ente estadístico, se lo ve activo junto a Massa y en las reuniones de Gabinete.
"Más realpolitik que Sergio no hay", apuntan los que conocen de años al tigrense, para explicar cómo está pensando el viaje a los Estados Unidos. Sabe que Argentina no tiene margen para errores y busca cubrir varios flancos. Un ejemplo, la idea de llevar a Batakis, hoy en el Banco Nación, para dar idea de continuidad en la gestión. La relación entre ambos es muy buena y el resto de las patas del Frente de Todos le reconocen a la ex ministra bonaerense su lealtad al Gobierno con la salida sin estridencias del cargo, cuando las papas quemaban. El caso inverso a las dimisiones de Guzmán y el ex ministro de Producción, Matías Kulfas.
El caso Batakis refleja sólo un punto de cómo el ministro entiende el dominio total de la política sobre la economía. Sus charlas con la mesa chica del kirchnerismo, con Máximo Kirchner y con la Casa Rosada son más habituales de lo que trasciende; y el ministro les dice a los propios, empresarios y dirigentes sindicales que esa estabilidad política es la que va a regenerar el ingreso de dólares, factor que considera clave para bajar la inflación.
Las "turbinas de dólares"
En el entorno de Massa sostienen la teoría de que los incentivos impositivos a sectores generadores de divisas, como los autos, la economía del conocimiento, la energía y el campo, tienen un costo fiscal que se costeará con las decisiones sobre el tope de ingresos al Estado, el freno a los ATN y las variables techo del Presupuesto 2022. "Turbinas de dólares" es la frase que eligen usar por estas horas en su gabinete para precisar cómo pretenden aspirar divisas de esos rubros. Lo que se hizo con los autos, bajarles retenciones a exportaciones incrementales, se copiará en todos los otros rubros.
De todos modos, el Gobierno les pondrá un torniquete fuerte a las importaciones. Hace unas horas, les pidió a las empresas nucleadas en AFARTE, que bajen considerablemente las importaciones de partes que usan para fabricar electrónica en Tierra del Fuego. Luego de una reunión general con las cámaras, hubo encuentros técnicos empresa por empresa y el pedido fue reducir “en un 30 por ciento las importaciones de partes”. Habrá correcciones similares en otros sectores y, sobre todo, un foco fuerte en evasiones al comercio exterior.
Massa hará un punto importante en cómo los jueces favorecieron con medidas cautelares a empresarios de diferentes rubros, obligando al Estado a soltar divisas que no había autorizado por la vía burocrática. En los próximos días habrás más detalles de una causa emblema: la empresa que obtuvo 20 millones de dólares para importar toallas, gracias a la mano amiga de la Justicia.
La geopolítica y el escenario interno
Se espera que, en el viaje, además, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que conduce el cubano estadounidense Mauricio Claver Carone, blanquee un préstamo de 750 millones de dólares, además de los 750 millones que pondrá la Confederación Andina de Fomento (CAF), de los cuales una parte irá a las Reservas del BCRA.
Hay otra terminal política importante en ese frente que es Juan González, asesor de Joe Biden y amigo de Massa. Se verá en Washington con él y con el presidente del Congreso Judío Mundial, Jack Rosen, otro cuadro de peso en el lobby empresario global y las inversiones. Ha habido, según el Gobierno, un giro fuerte de Carone, que se hizo conocido por admitir que el préstamo del FMI a Macri fue para que intentara ganar las elecciones. Argentina tiene en Estados Unidos un trabajo casi diario desde lo diplomático con el embajador Jorge Argüello y el experto en cuestiones internacionales de Massa, Gustavo Martínez Pandiani.
Hasta el ordenamiento político del Frente de Todos y la llegada de Massa a Economía, Claver Carona tenía pisados los créditos, que ahora empezó a liberar y se espera crezcan en volumen. Si bien Carone, designado por Donald Trump y que Biden sostiene como una especie de policía malo, es un liberal del ala republicana del establishment económico, es también un crítico del desbarajuste que generó Macri con la plata del FMI. En ese contexto y con los cuidados del caso, las relaciones se reconfiguran.
El papel de la política
Para diferentes fuentes del Frente de Todos consultadas por este diario, este proceso de estabilización económica que empezó a lograrse de la mano del orden político -que aún tiene en la columna del debe a la redistribución del ingreso y en duda el nivel final de la inflación-, se sustenta en un acuerdo político que es doble ganancia para el Gobierno.
No son pocos los que observan a este período de "tensa calma" como un factor central en el desborde que muestra la oposición de Juntos por el Cambio, que quedó sin brújula ante un peronismo que viró, apretado por la urgencia, a posiciones más pragmáticas.
"Nuestra tarea es ordenar el frente económico, que los salarios ganen y reconquistar con eso el voto propio", se sinceró un funcionario nacional ante este diario, uno de los que leen que la interna del PRO se adelantó, primero, por la estabilización político-económica y luego por el empaste comunicacional y de gestión en el que se metió Juntos en el marco de las marchas de apoyo de la población a la casa de la vicepresidenta, Cristina Kirchner. "Hasta hace un mes, nos corrían con Larreta Presidente y elecciones anticipadas, hoy ya nadie habla de eso", explicó otro alto ministro, que de todos modos cree que el partido definitorio se juega en precios y salarios.
La inflación en el centro
En el ministerio de Economía saben que la inflación es una piedra en el zapato que incluso le pone plazos para resultados a Massa. Esperan para agosto "una inflación más baja que la de Guzmán", en referencia al 7,4 por ciento de julio, último indicador atribuible al ex pupilo del Nobel Joseph Stiglitz. El número del mes, entonces, podría estar en torno a poco más del 6 por ciento, que es el número aproximado que están midiendo las consultoras privadas.
La expectativa, según supo este diario, es que hacia fin de año, y sobre todo en enero y febrero, la marcha de los precios se estabilice en torno al 4 por ciento. Vale decir que ese 7,4 por ciento de julio tiene al menos 3 puntos producto de las internas del Gobierno y la salida de Guzmán, por lo cual una normalización paulatina sin ese componente, sería esperable.
Así las cosas, dan por hecho que el salario le ganará a la inflación. Massa sabe, en ese contexto, que sectores dentro del Frente seguirán reclamando por el ingreso universal o la incorporación de un plus al salario básico, pero la idea política del Gobierno no es ir en esa línea, sino que la inflación se modere a entre 1 punto y 1,5 mensuales, y que los ingresos se recompongan.