La presencia anarquista en Salta desde principios del siglo XX es ya una verdad irrefutable. En una provincia caracterizada como pacata y netamente religiosa, los estudios e investigaciones, a contrapelo de la historia oficial, comenzaron a rebatir y disputar el sentido y las pertenencias político-ideológicas que primaban en tierras del norte argentino.
Los inmigrantes que arribaron masivamente a los puertos de la Argentina, escapando de las persecuciones y el hambre, comenzarán también a regarse por las provincias en búsqueda del trabajo que pueda mejorar su situación de vida.
Pero junto a su humanidad y fuerza de trabajo llegará también la idea, justamente en un momento en el que el movimiento anarquista gozaba de gran preponderancia entre la clase trabajadora. Los agitadores que promovían la organización y lucha social, comenzarán a ser parte fundamental de la historia obrera de nuestro país en general, y de Salta en particular.
Un fecha de inicio
Si bien las fechas exactas en los procesos históricos son difíciles de establecer, pareciera que el año 1901 conjuga diferentes motivos para marcarlo como el momento en que se inició el anarquismo en la provincia de Salta.
El antropólogo Pablo Cosso lo explica como un “Mito de origen”, dando marco a la conversación sobre el movimiento ácrata en la provincia: “Hay un primer elemento que tiene que ver con la fundación del Club Libertad, que era un club de fútbol pero al mismo tiempo un proto-sindicato. Según distintos testimonios orales, estaba formado por pintores y albañiles en su mayoría, y se decía que de alguna manera se utilizaba el club de fútbol como la fachada para organizarse y hacer sus reuniones”.
Aquel Club, que tomará los colores rojo y negro para su escudo, emblema del anarquismo mundial, será uno de los primeros fundados en el norte argentino, inclusive un año antes que el tradicional Club de Gimnasia y Tiro, el cual nacerá de las entrañas de la oligarquía salteña, en contraposición con el agrupamiento ácrata.
“En esa época un montón de clubes surgen en distintos lugares con la intención de organizarse. Porque el anarquismo, el socialismo o los grupos de izquierda vienen con una idea de organizar, saben lo que es la organización y apuntan siempre ahí”, cuenta el antropólogo de la Universidad Nacional de Salta.
Señala un segundo momento. “Por otro lado, en 1901 tenemos la visita de Pietro Gori, un abogado propagandista de origen italiano que venía escapando de la persecución por ser un agitador social. Entonces para no caer preso, sus compañeros lo traen a la Argentina y lo pasean cuatro años. En ese contexto llega a Salta y realiza dos conferencias públicas. Básicamente venía a hablar de las virtudes del modelo organizador”.
“Y el tercer punto sería la creación de la Sociedad de Resistencia de Obreros Panaderos. Inclusive llegan a fundar un diario. Estos serían los tres factores que se dan en 1901 por los que podemos poner como punto de inicio del movimiento anarquista en Salta”, sostiene Pablo Cosso.
La prensa como propagación
Una de las grandes características del movimiento anarquista está vinculada a sus órganos de difusión. Así como en cada territorio al que arribaban comenzaban a buscar la manera y el lugar para generar organización, acto seguido fundaban un diario o periódico o una simple hojita que sirviera para multiplicar el mensaje.
“Los anarcos se contaron la historia asi mismos, quizás intuyendo que nadie la iba a contar por ellos, y lo fueron haciendo en sus diarios y publicaciones. Además, hay que destacar la red impresionante que iban tejiendo bajo la correspondencia, mandándose información a cada rato desde todos lados”, informa Pablo Cosso, basándose en el estudio de fuentes que permitieron, y siguen permitiendo, conocer el accionar de los anarquistas en Salta.
“Uno de los primeros rastros de diarios que se encuentra es El Ariete, de 1914, pero solo aparece en el periódico de tirada nacional, La Protesta, como ‘recibimos este periódico que viene de Salta con toda la fuerza…’, así que solo sabemos que existió. Por otro lado, recientemente se pudieron obtener los diarios Verdad y Despertar, que aparentemente eran dos agrupaciones distintas, pero ambas anarco-comunistas”, cuenta el antropólogo.
“Despertar, de 1921, es un diario dogmático, no se encuentra mucha información de lo que pasa en Salta, o sea, se encargaban de retratar la vida del obrero y lo hacen de una manera un poco esquemática, como personas que siguen bajo la opresión, que van a la iglesia, que son machistas, que toman mucho alcohol, pero podemos decir que Despertar tenía un proyecto más cultural. Editaban el diario y a su vez tenían compañías teatrales, hacían veladas artísticas y culturales, le apuntaban más a la estrategia cultural”.
Cosso también habla de otro periódico llamado El Coya: “La publicación tiene dos etapas, 1924-1925 y 1927-1930. De la primera se pudo encontrar alguna hojita suelta en bibliotecas familiares de anarquistas de la época, y de la segunda tenemos nuevos registros”. El investigador se refiere a que, gracias al archivo de la biblioteca del Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam se pudieron rescatar cinco números del periódico de su segunda etapa de su existencia.
Las obreras de la aguja
Un hecho aún más solapado, y que es vital trascendencia y actualidad, tiene que ver con las organizaciones de mujeres salteñas, que encontraban en el movimiento anarquista un terreno fértil para poder propagar sus ideas y conectarse con otras compañeras de ideas en similares situaciones de opresión laboral o social.
“En el año 1922 llega a la ciudad de Salta el periódico de Mujeres Libertarias, fundada por Juana Rouco, Nuestra Tribuna, editado en la localidad de Necochea en la provincia de Buenos Aires”, cuenta Cosso aún con sorpresa por el hallazgo. Y agrega un dato que se destaca: “Sorprendentemente, en el ejemplar de 1922, se registra la suscripción de mujeres salteñas junto a una carta de Petrona Arias, secretaria del Sindicato de Obreras de la Aguja de Salta, primera agrupación conocida de mujeres ácratas locales, la cual se conforma como una sociedad de mujeres anarquistas”.
“Compañera Juana Rouco: ¡Salud y Libertad! Habiéndose constituido en esta localidad el Sindicato de Obreras de la Aguja, el cual cobijará en su seno a todas las esclavas de la máquina, a los efectos de defenderse de la explotación inicua de que es víctima la mujer, emancipándose así, material y moralmente la hija proletaria de hoy, para de esta manera preparar la verdadera madre del mañana floreciente y venturoso. Por cuya razón nos dirigimos a usted a los efectos de estrechar relaciones con el fin de que nos envíe toda clase de propaganda que pueda ayudar a la emancipación de la mujer, para colocarla a un nivel moral capaz de sobreponerse a todos los convencionalismos y los atavismos del pasado que se van para nunca más volver. En espera que ese 'Grupo Editor´sabrá interpretar inteligentemente nuestras aspiraciones y nuestros deseos, la saluda, por el sindicato: ¡Suya y de la libertad! Petrona Arias (secretaria). Salta.”
A partir de otras pistas historiográficas, se puede vislumbrar que hubo otras mujeres anarquistas salteñas durante la década del 20. "Ellas fueron suscriptoras del diario La Protesta en la ciudad de Salta. Victoria Cardozo, Rosa Martínez y Gilda Smit, esta última redactora de una nota recordatoria sobre el primer aniversario de las ejecuciones de Sacco y Vanzetti en el periódico El Coya. Se puede decir entonces que entre 1923 y 1925 se empiezan a formar las primeras organizaciones anarco-feministas en Salta”.
Con nombre propio
Los relatos de la presencia de Pietro Gori en 1901 y sus oratorias frente a cientos, quizás miles, de personas, o los datos que hablan de un 70% de obreros anarquistas que participaron en la construcción del Ramal-C14-Huaytiquina (Tren a las Nubes), parecen indicar que hubo extensa lista de nombres propios adhiriendo a las ideas anarquistas en Salta.
Sin embargo, la persecución constante, la proscripción y el intencionado borramiento histórico de aquellas huellas fundantes, rescatan del olvido solo un puñado de nombres, que así y todo, sirven como ejemplo para poner en valor las peripecias que tuvieron que transitar evadiendo la represión en pos de multiplicar las ideas.
Uno de los primeros nombres que sobresalen es el del famoso panadero Juan Riera, aquel que inmortalizó la zamba de Castilla y Leguizamón. Un ácrata convencido que aparentemente abrazó el ideal cuando trabajó en las obras del Huaytiquina.
El derrotero de Riera, quien había nacido en España, da cuenta de su llegada a Tucumán a los 14 años, para luego trasladarse a Salta a trabajar en la construcción del ramal ferroviario. “Lo echan del Huaytiquina por agitador, consigue trabajo en el ingenio El Tabacal donde también lo echan por organizar a los obreros. Luego forma parte del Sindicato de Oficios Varios”, repasa Cosso, y agrega que entonces comienza a ser perseguido y debe escapar, "lo hace hacia Tastil, siguiendo las vías férreas que tanto conocía, y termina escondido entre Bolivia y Tartagal. Allí seguramente se relaciona con la red de agitación anarquista que existía en la zona del norte de la provincia. Por ejemplo, en Orán estaba la Federación Obrera Libertaria de Salta”.
Otros personajes salientes de la escena salteña serán José María Martínez y Lorenzo Durán, el segundo, sastre de profesión y ambos conocidos por aparecer en los partes policiales de detenidos en las manifestaciones que se realizaban. A Martínez se le suma la épica historia de haberse escapado, a través del monte, de la muerte segura por agitador en las huelgas de La Forestal.
Por otro, también aparece el nombre de Luis Martínez Fresco, redactor de periódicos ácratas, quien fundó el pasquín La Frontera en Tartagal hacia 1925, donde su compañera, Anacleta Giovanina Maria Bonelli, también era directora, toda una precursora para la época.
Es interesante destacar la figura de Juan Arocena, corresponsal y redactor en el diario La Antorcha, así como también dueño de una empanadería frente al popular Mercado San Miguel de la ciudad de Salta. Paradojalmente, en la puesta en valor de la calle Ituzaingó, sobre el histórico Mercado, se hace referencia a este personaje libertario, obviando su pertenencia ideológica, la cual quedará como guiño cómplice para aquel que pueda interpretar las señas de la historia.
La historia del movimiento anarquista emerge y comienza a ensancharse. Se corre el velo del pensamiento hegemónico y surgen figuras que, desde la periferia, supieron hacerse lugar a pesar de las persecuciones, el exilio forzoso y el encierro constaste.
Estas son apenas algunas de las líneas que retratan un movimiento que no solo fue local, sino regional y mundial, y que supo tener una gran preponderancia político-cultural, dejando huellas vivas y latentes en los procesos organizativos de la sociedad en su conjunto.