"El partido comenzó con mi saque, rápidamente coloqué en ventaja. Los dos mantuvimos nuestros respectivos servicios hasta arribar al quinto game. Allí el norteamericano me quebró por primera vez el servicio. La preocupación mía pasaba por no levantar la pelota, para evitar que Connors asumiera el ataque. Pese a mi esfuerzo, se llevó el set por 6-2.
En el segundo mejoré mucho; en el tercer game salvé mi saque después de estar abajo 0-40, prácticamente perdido. Arriesgué mucho con el juego en ataque y fui dos veces a la red y con mi volea aminoré ventajas para finalmente, con un passing-shot, ganar el game.
En el quinto juego, la diferencia fue a cero y la superioridad notoria. Connors se recuperó e hizo valer sus servicios en el sexto game, pero en el siguiente volví a imponerme y confirmé mi reacción.
Así quebré el saque de Jimmy en el juego posterior y estiré mi ventaja a 5-3. El noveno game de este segundo set fue el último, y en el que demostré mi recuperación para vencerlo por 6-3.
Connors sacó grandes ventajas en el tercer set. Hizo valer su saque y en el primer game me quebró el servicio. Se puso 3-0, algo que parecía indescontable. Pero en el séptimo game remonté una ventaja de 40-15 y con gran esfuerzo acorté diferencias y empaté en cuatro el set.
Fue dramático, logré colocarme en ventaja 6-5 y me volvió a quebrar el saque cuando tenía casi ganado el set. Debimos recurrir al tie break. Llegué a ponerme 3-1 al frente y emparejó Connors, nuevamente saqué ventajas en 5-3 y encontré fuerzas, no sé de dónde, para liquidarlo por 7-4. De esa forma conseguí llevarme el set: 7-6.
Se venía el definitivo. El cuarto me fue netamente favorable. Arranqué con el saque a favor y logré rápidas ventajas. El 6-0 final evita toda clase de comentarios. Sentí una emoción tan grande que no encuentro palabra para definirla correctamente. ¡Había que ganarló! ¡Y...lo gané...!".
Recibió un premio inusual, cuando la multitud invadió el court y lo paseó en andas dando la vuelta a la cancha, algo jamás sucedido. Mientras, Jimmy Connors se retiró del estadio sin hacer declaraciones y del brazo de su madre. Pese a todo, Guillermo se mantuvo sereno, rodeado por más de un centenar de periodistas. Esto manifestó en la conferencia de prensa: “Tenía muchas ganas de ganar este título de Grand Slam. Este torneo no significa nada si uno no es finalista. ¡Hay que ganarlo! Mi mayor preocupación era ser el número uno del mundo. ¡Estoy muy feliz de haberlo logrado y quiero dedicar mi victoria a mi patria, la Argentina!
Además agregó, para que no quedasen dudas: “Salvo Wimbledon, de los otros tres torneos más importantes del mundo he ganado dos y fui finalista en Australia. Eso me convierte en el número uno".
También había logrado una ventaja inalcanzable en el Grand Prix, con los puntos obtenidos en Forest Hills. Se calculó que esa final fue vista por 16 millones de televidentes norteamericanos, a esa cifra hay que agregarles los espectadores que vieron el match simultáneamente desde nuestro país, Alemania Occidental, Australia y Brasil.
Wimbledon y Forest HiIIs fueron considerados unánimemente como los dos torneos más importantes del calendario mundial. “¡Sensacional!”, fue el resumen de la repercusión obtenida en Estados Unidos.
"Vale contar lo que sucedió en Nueva York, donde dedicaron extensos espacios en los medios gráficos comentando la conquista del Abierto de Estados Unidos. Es que no era nada común que todo un estadio repleto por 12.000 espectadores tomase partido por un jugador visitante y despreciara al local.
Por encima del resultado concluyente, de 2-6, 6-3, 7-6 y 6-0, lo que más impresionó al periodismo es que afuera y adentro del court todo el mundo pusiese a Vilas como 'el muchacho bueno de la película' y a Jimmy Connors como 'el niño malo'".
En el respetado New York Times, por ejemplo, le dedicaron un profuso espacio en su portada, donde incluso había una foto que lo mostraba en plena acción. En páginas interiores también se convirtió en tema central de una tradicional sección del periódico, titulada ‘Hombre en la Noticia’. El diario, Iuego de reseñar los éxitos de su carrera y sus mejores actuaciones, señaló: “Es el enigmático poeta del tenis profesional. En su libro de poemas, ‘125', escribió sobre sueños, la muerte y la soledad del hombre ¿Quién es el verdadero Guillermo Vilas? Eso es lo que muchos aficionados al tenis preguntan desde lo ocurrido ayer en el East Side Club. Poco se conoce del serio y sensible Vilas, aparte de su personalidad tenística y su preferencia por la poesía, la música y la privacidad”.
Fueron todos elogios que lo hicieron inmensamente feliz. En la extensa crónica el mismo diario agregó: “Vilas ganó muchos torneos internacionales entre 1973 y 1974, pero no fue reconocido hasta que ganó el torneo de Maestros en el ’74; allí el tenis mundial comenzó a tomarle respeto, no solo por su pelo largo y su buen aspecto. Pero hasta su victoria sobre Jimmy Connors, pese a sus recientes triunfos sucesivos, muchos jugadores se negaban a reconocer que Vilas ya pertenecía al grupo selecto de los mejores".
La nota concluyó así: “Ante Connors no solo extendió su increíble cadena de victorias sino que también estableció su legítima aspiración de ser el número uno de los profesionales”.
Por su parte el Washington Post puntualizó: “Vilas, al ganar su segundo torneo de importancia en el año, no solamente venció a uno de los mejores jugadores de la historia, sino también a un viento implacable. La actuación del argentino fue soberbia". El periodista responsable de la nota apuntó: “Después del primer set las 12.000 personas presentes en el estadio le pertenecían a Guillermo Vilas. El zurdo argentino ha demostrado todo este verano que es el jugador en mejor forma de todos los profesionales que están en competencia".
"¡Las aprobaciones me llamaron tanto la atención!, porque sabía que no eran habituales en esos medios y para expresarlo debieron haberse sentido verdadera mente impactados".
La ira de Connors
También en el Washington Post resaltaron la actitud de Connors, que no saludó a su vencedor y se peleó a los gritos con un aficionado, retirándose muy enojado. Todos coincidieron en que su reacción se había debido a Ia reprobación encontrada durante el partido por parte del público. Por eso Connors expresó: “Me iré a vivir a Montecarlo, esto no Io aguanto más. Llegó la hora de comenzar a vivir en serio”.
Los periodistas, aludiendo al refrán ‘Dime con quién andas y te diré quién eres’, destacaron que ese proceder se debía a Ia amistad que Connors tenía con el temperamental y tantas veces irresponsable IIie Nastase; en cambio Vilas tenía a su mejor amigo en Björn Borg, Ia imagen de Ia corrección deportiva.
* Fragmento de uno de los capítulos del libro.