Desde Santa Fe
El juicio a un grupo de tareas de la Policía Federal acusado por “homicidios agravados”, “privación ilegal de la libertad” y “torturas” a militantes del PRT siguió esta semana con una inspección judicial en la zona de Primera Junta al 3400, donde un operativo de fuerzas conjuntas el 27 de febrero de 1976 le costó la vida a dos de los perseguidos: Carlos Cattáneo de 24 años y Fernando Lucio López de 18. También heridas gravísimas a la compañera del primero, María Inés Gutiérrez, que estaba embarazada. Cuarenta y seis años después de la cacería, dos jueces del Tribunal Oral de Santa Fe, Luciano Lauría y Germán Sutter Schneider, caminaron –por primera vez- por las calles del barrio, junto a un testigo y sobreviviente, Carlos Courault, quien les contó cómo fue la persecución del Ejército, la Policía Federal y la Policía de Santa Fe y señaló los lugares donde vio caer a sus compañeros. “Más que una inspección judicial fue una reconstrucción de los hechos sin los imputados, en la propia escena de los crímenes”, dijo la abogada querellante de Hijos Lucía Tejera, quien participó en la recorrida. El fiscal auxiliar Nicolás Sacco coincidió en ponderar la medida propuesta por el Ministerio Público.
El acto comenzó en una casa en calle Primera Junta al 3400 -propiedad del padre de Courault-, donde él había refugiado a sus cuatro compañeros: Cattáneo y su compañera, Lucho López y Eusebio Cabral. Era el 27 de febrero de 1976, un día de calor. Cattáneo salió a cubrir una cita con otro compañero que debía reunirse con ellos, pero se demoró por el desencuentro y la sospecha de que lo seguían. Llegó después de las 12. En el balcón –que aun está-, Courault y Lucho jugaban al ajedrez, mientras Cattáneo les contaba a María Inés y a Cabral los rodeos del regreso a la casa para zafar del seguimiento. Apenas terminó el relato, un camión del Ejército -con soldados- ingresó en contramano por calle Primera Junta y estacionó justo frente a la puerta de entrada. Unos días antes, ya habían tenido un alerta, cuando el mismo grupo de tareas allanó la casa de López en el barrio Las Flores, a la madrugada.
Ante el ataque, los cinco escaparon por tapiales y techos vecinos, hasta salir a la calle en la otra esquina, en San Lorenzo y Tucumán. Ya en la vereda y ante el cerco represivo, comenzaron a correr hacia el norte. Cabral y López adelante. Los seguía Courault. Y más atrás María Inés y Cattáneo. Llegaron hasta la otra esquina, San Lorenzo y La Rioja. “Iba mirando hacia atrás cuando veo caer a María Inés” por un disparo de fusil que impactó en su pierna izquierda. “Creo que golpeó con la panza. Mi impresión es que cayó sin atajarse con las manos”, contó Courault. “A Cattáneo ya no lo vi, en el momento que cayó ni tampoco lo vi correr atrás nuestro”.
En el juicio, Gutiérrez dijo que ella sí vio desplomarse a su compañero herido, que quedó boca abajo en la misma vereda, muy cerca. Uno de los represores que los perseguía se frenó al lado de Cattáneo y le disparó varias veces por la espalda. Siguió corriendo y ella le gritó: “¡No me tire, no me tire, estoy embarazada!’”.
El cerco se cerró aún más cuando un Jeep azul de la Policía de Santa Fe –que Courault cree que era de la Comisaría Cuarta que está cerca de la zona- les bloqueó el paso. “López, Cabral y yo quedamos encerrados en San Lorenzo entre Tucumán y Catamarca por fuerzas de seguridad que venían de los dos lados y nos disparaban. A mitad de cuadra, estábamos los tres juntos y en ese momento yo lo veo caer a López. Lo veo caer al lado mío”, dijo Courault. “Lucho se desplomó, se le aflojaron las piernas y se cayó. No perdió el conocimiento, intentó incorporarse con las manos, pero no pudo. Nos dijo a Cabral y a mí: ‘Me hirieron’. Un disparo en la espalda que impactó en su columna".
Unos metros más adelante, Cabral y Courault se entregaron con las manos en alto. A Courault lo llevan caminando hasta la Comisaría Cuarta y en la vuelta hasta Tucumán pudo ver dónde mataron a Cattáneo. Es uno de los lugares que señaló en la inspección judicial. “Pasé al lado de Cattáneo en calle San Lorenzo, en la vereda entre Tucumán y La Rioja. Veo el cuerpo boca abajo en un charco de sangre inenarrable”, les explicó a los jueces.
La abogada querellante Lucía Tejera dijo que el relato de Courault fue “muy vívido, con muchos detalles, muy conmovedor. Estaba muy movilizado” por recorrer el mismo trayecto donde asesinaron a sus compañeros y contar los hechos –por primera vez en 46 años- ante dos magistrados.
-¿Cuál es su evaluación? –le preguntó Rosario/12.
-Una medida muy necesaria. Las declaraciones de Cabral, Gutiérrez y Courault fueron muy buenas en el debate, pero dar cuenta del espacio físico y de lo que hablamos redimensiona los hechos -contestó. “A medida que caminábamos y Courault avanzaba en el relato, quedó clara la magnitud de la persecución. Primero los seguían de atrás. Después, ese Jeep de la Policía de Santa Fe que les cierra el paso. Y cuando se entregan ya los tenían rodeados”.
“El recuerdo es impresionante, quedamos todos movilizados porque fueron hechos muy trágicos”, señaló Lucía. “Más que una inspección judicial, fue una reconstrucción de los hechos sin los imputados. Esa es la diferencia con las otras inspecciones en el juicio (a dos centros clandestinos: la ex casa de UDA cerca de la Casa Gris y la ex sede de la Policía Federal), donde se reconocieron los lugares”.
El fiscal auxiliar Nicolás Sacco coincidió que la inspección fue “totalmente positiva”. Courault dijo que desde 1976 sólo había pasado un par de veces frente a la casa de Primera Junta, pero que nunca antes había hecho el recorrido, como sucedió el miércoles pasado, y junto a dos jueces.