Desde Santiago
Y el pueblo de Chile no aceptó la nueva constitución que vendría a reemplazar a la de 1980, redactada en plena dictadura. Con el 100% de las mesas escrutadas, el “Rechazo” ganó por 61,9% frente al 38,1% del “Apruebo”. Las encuestas habían pronosticado el triunfo de la derecha, por no con una cifra tan holgada. Unas horas antes, con apenas el 23% de las mesas escrutadas ya estaban celebrando en el comando del “Rechazo” —que incluye a la derecha, pero también a figuras de la democracia cristiana— con gritos, banderas chilenas y cantando el himno nacional. El ambiente en el comando del “Apruebo”, y la izquierda que integró la convención constituyente que redactó la nueva constitución no era de los mejores. Algo que contrastaba con la fiesta ciudadana con 300 mil personas el jueves pasado durante el cierre de la campaña.
Boric promete nuevo proceso constituyente
“En Chile las instituciones funcionan. Este 4 de septiembre la democracia chilena sale más robusta (…) El esfuerzo realizado no será en vano, porque así es como mejor avanzan los países, aprendiendo de las experiencias y volviendo sobre sus huellas para buscar nuevas rutas. El pueblo chileno no quedó satisfecho con la propuesta de constitución. Esta decisión exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más diálogo, más empeño, respeto y cariño”, señaló en cadena nacional.
“Hay que escuchar la voz del pueblo, no solo este día sino todo lo acontecido en estos últimos años intensos que hemos vivido. No olvidemos por qué estamos aquí. Ese malestar sigue latente y no podemos ignorarlo”, señaló además de destacar que la izquierda debe ser autocrítica y estar a la altura de estas necesidades del pueblo chileno “Me comprometo a construir en conjunto con el Congreso y la sociedad civil un nuevo texto que interprete a la gran mayoría ciudadana”.
Mañana a primera hora se reunirá con los presidentes de la cámara de diputados y senadores para avanzar rápidamente, junto a una ronda de conversaciones para recoger propuestas de distintos sectores para un nuevo proceso constituyente, a fin de evitar mayores incertidumbres y construir “un nuevo Chile” para superar “heridas profundas”, como en 1988 con el retorno a la democracia. “Lo volveremos a hacer, no tengo ninguna duda de ello. Y no partiremos de cero”, dijo Boric. También señaló que se viene un ajuste de su gabinete que, debería ser a mediados de esta semana.
El fantastma de Pinochet no muere
¿Esto significa que se mantendrá la constitución de Pinochet? Por el momento y técnicamente sí. Aunque la derecha dice apoyar la propuesta de Boric. “Ratificamos nuestro compromiso por una nueva y buena Constitución”, aseguraron en una declaración conjunta los tres presidentes de Chile Vamos, coalición de derecha opositora —Javier Macaya (Unión Demócrata Independiente), Luz Poblete (Evópoli) y Francisco Chahuán (Renovación Nacional). “Creemos que hoy ha triunfado la democracia, la unidad de Chile. En paz los chilenos y chilenas han ido a votar democráticamente y es eso lo que tenemos que cuidar para mañana ponernos a trabajar en el verdadero anhelo de Chile, que es tener una nueva y buena constitución”, agregó Poblete. Macaya además dejó en claro que este no fue un triunfo de la derecha sino de los trabajadores y “el sentido común”.
Así, la derecha chilena encontró una nueva oportunidad que ya esta mañana el expresidente Sebastián Piñera —que prácticamente no ha hablado desde que dejó su cargo en marzo— señaló al ir a votar. "Tenemos un compromiso por una nueva y buena Constitución, y ese compromiso lo vamos a cumplir (…) digamos las cosas como son, llevamos demasiado tiempo de divisiones, de confrontación, de violencia, de inseguridad, y lo que Chile necesita es más paz, más unidad, porque solo de esa manera vamos a poder construir la casa de todos" e incluso pidió dejar "fuera la cultura de la cancelación y comprendamos que en Chile necesitamos una cultura de mayor amistad, de mayor colaboración".
Calor, voto obligatorio y fin de ciclo
Este domingo fue jornada particularmente calurosa para el invierno santiaguino —con temperaturas que llegaron a 27 grados— donde a pesar de la gran afluencia de público, en general el proceso fue expedito debido a que los recintos de votación fueron relocalizados en relación a la vivienda del votante. Algo que no sucedió por ejemplo en las elecciones presidenciales del año pasado, donde hubo ausencia de locomoción pública obligando a muchísimas personas a trasladarse a pie muchas veces de una comuna a otra. Debido a que es la primera vez en una década que el voto es obligatorio, también hubo colas en la comisarías por las personas que debieron justificar la ausencia y evitar las multas. También fue la primera vez en que las personas privadas de libertad pudieron votar. Votaron 13 millones de personas -de 15 millones habilitadas para sufragar-.
Un poco de contexto: el plebiscito de este domingo fue la consecuencia principal del “Acuerdo por la Paz” en noviembre de 2019 impulsado por el Congreso —entre ellos por el propio actual presidente Gabriel Boric— que Sebastián Piñera aceptó a regañadientes como una forma de encausar políticamente el “Estallido Social” iniciado un mes antes. Un levantamiento de proporciones, que llegó a tener un millón de personas protestando en el centro de Santiago (fenómeno que se repitió en el resto del país), la policía disparando balines de goma a los ojos, efectivos militares circulando por las calles y cacerolazos todas las noches, convirtiéndose en la crisis institucional más grande del país desde al retorno a la democracia. Se propuso un proceso constituyente que comenzaría con un plebiscito de entrada, donde la opción “apruebo” obtuvo casi un 80% de los votos junto a la opción convención constituyente paritaria y con escaños reservados que redactaría el nuevo texto constitucional, en lugar de una “mixta” donde participarían representantes tanto políticos como ciudadanos.
Esto último posibilitó que en las elecciones de convencionales constituyentes en mayo de 2021 los movimientos ciudadanos y la izquierda bajo distintos conglomerados obtuvieran la mayoría de los 155 escaños, dejando a la derecha con apenas 27 representantes y sin poder de veto. Ahí comenzaría, sin embargo, un ambiente enrarecido donde la derecha, además de no aportar demasiado más allá de criticar el proceso se sumaron ciertos capítulos mal evaluados por la ciudadanía como la interrupción del himno nacional en la primera jornada de la convención —producto de protestas y convencionales que trataban de llamar la atención sobre el tema—, el descubrimiento de un convencional que lideró las protestas (Rodrigo Vade) que mintió sobre tener cáncer o jornadas de varios días para elegir a las nuevas lideres del segundo ciclo de la convención. Aspectos que pueden ser entendidos como producto de la inexperiencia y lo inédito del proceso, también fueron aprovechados por la derecha para exaltar la sensación de caos y desorden, a pesar de que se logró tener el texto en el plazo establecido, justo un año después de iniciarse, el 4 de julio de este año.
Un nuevo rayado de cancha
El nuevo texto constitucional buscaba dejar atrás la Constitución de 1980 que, a pesar de sus modificaciones en democracia, es imposible desligarla de Pinochet y de Jaime Guzmán —su principal ideólogo— que permitieron el desarrollo de una economía neoliberal a cargo de los “Chicago Boys”, economistas de la Universidad Católica formados por personajes como Milton Friedman quienes permitieron que las empresas estatales de privatizaran, grandes estímulos a procesos extractivos como las forestales en el sur o el criticado modelo de las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) donde el dinero de las jubilaciones son administradas por nuevas empresas que invierten en el extranjero, sin hacer participantes a las personas de las ganancias, pero si de las pedidas. Modelos que siguen vigentes.
La Nueva Constitución transformaría este modelo, garantizando a los chilenos la educación, salud y calidad de vida (que ni siquiera eran mencionadas en la de 1980), además de tener un enfoque de género (definiéndose como una democracia paritaria), de puesta en valor de los pueblos originarios al definir a Chile como un “Estado Plurinacional e “Intercultural” y el medio ambiente. También propone cambios en el sistema político como el fin del Senado y el Tribunal Constitucional. Algo que no cayó muy bien en partidos que en un principio apoyaron el proceso, como el Partido Socialista donde muchos de sus principales actores van a terminar sus carreras como senadores, porque luego de eso, su apoyo al “Apruebo” fue más bien tibio. Por otro lado, a los sectores conservadores de derecha no les pareció muy bien que el nuevo texto constitucional asegurará las condiciones para el embarazo, pero también su interrupción voluntaria. Una oportunidad que la mayoría de los chilenos con su voto dejó en suspenso para que siga rigiendo la carta magna de 1980.