El gobernador del estado de Nueva Jersey, Chris Christie, desató una ola de críticas, hasta de su vicegobernadora, por tomar el sol de forma privada en una playa pública que estaba cerrada por problemas presupuestarios. 

Christie fue uno de los precandidatos presidenciales republicanos para los comicios de noviembre y jugó un papel clave en la primera etapa de la transición presidencial que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, aunque sus vínculos se han ido enfriando con el tiempo.

El gobernador y su familia eran fáciles de detectar en medio de una gran playa estatal cerrada al público. Andy Mills, un fotógrafo del The Star Ledger, enmarcó si cámara y apuntó su largo objetivo a lo que inicialmente parecían sólo puntos en la arena. Siguiendo la corazonada de que el domingo a la mañana en su tiempo libre el gobernador Christie podría estar disfrutando de la playa que él ordenó cerrar, Mills apretó el obturador. 

El presentimiento valió la pena. Unas fotos difundidas ayer en las que aparece sentado cómodamente en una silla playera, acompañado de algunos familiares y amigos, despertaron una ola de críticas porque esa playa, dentro de un parque estatal, estaba cerrada al público general.

Christie está atravesando problemas en el poder legislativo de su estado porque no le aprueban el presupuesto, y ayer se cumplió el tercer día de suspensión de las actividades de los funcionarios públicos a causa de ese problema financiero. Lejos de parecer preocupado por el asunto, Christie fue retratado disfrutando el domingo de una jornada de sol, con la playa sólo para él y sus familiares, mientras cerca de allí otra playa abierta al público estaba repleta de bañistas.

La publicación de las fotos generó en las últimas horas una oleada de críticas en las redes sociales de ciudadanos comunes, políticos rivales y hasta de personas del más estrecho círculo del gobernador. 

“Es algo más allá de las palabras”, tuiteó ayer la vicegobernadora de Nueva Jersey, Kim Guadagno, quien está buscando reemplazar a su jefe en los próximos comicios del estado. “Si yo fuera gobernadora, seguro que no estaría sentada en la playa a la que no tienen acceso los contribuyentes. Necesitamos terminar el cierre ahora. Está perjudicando a las pequeñas empresas y a los ciudadanos de Nueva Jersey”, dijo Guadagno, que al igual que a Christie le quedan seis meses de mandato. 

Aparentemente inmune a estas críticas, Christie salió ayer al paso en declaraciones a la cadena Fox diciendo que, como gobernador, tiene derecho a disfrutar de sus residencias oficiales, una de ellas frente a la playa en la que fue fotografiado. Y recordó que el lunes pasado dijo que, “pasara lo que pasara”, iba a pasar el fin de semana con su familia y amigos el último fin de semana en la residencia oficial situada en la playa del parque estatal Island Beach. 

En la cima de su popularidad, cuando era celebrado en su estado y a nivel nacional como una de las estrellas del Partido Republicano, Christie se encogía de hombros y rara vez daba crédito a las críticas. Armado con una lengua rápida, aguda y un sentido del humor impetuoso, su “siéntese y cállese” era elogiado a menudo como auténtico y resistente. Pero ahora, con el nivel de aprobación más bajo de cualquier gobernador en la historia del estado, el humor defensivo enfurece más. 

El mismo Christie había ordenado el cierre de los servicios del estado que no fueran esenciales, incluyendo los parques y las playas públicas, por el pulso que mantiene con el poder legislativo en la negociación para el nuevo presupuesto. Esa decisión, por supuesto, permitió que Christie disfrutara el domingo con familiares y amigos en una playa pública cerrada y sin que nadie lo molestara.