La condición migratoria puede ser una metáfora de lo humano, de su desarraigo, de sus disyuntivas, de sus metamorfosis. Emigrante-migrante-inmigrante; aquel que abandona, aquel en tránsito, aquel que ingresa: red semántica, la del nomadismo, que adquiere en el Antropoceno tintes siniestros. Según datos de las Naciones Unidas, la cantidad de migrantes ascendía en 2020 a 272.000.000 de personas. Bajo estas condiciones, necesidad y libertad parecen ser las dos caras de una misma moneda, los móviles de aquellos que buscan otro horizonte presionados por el descarte del capitalismo con su creciente lógica destructiva.
Hace ya más de diez años el colectivo Estrella del Oriente puso en obra su proyecto acerca de la problemática de los migrantes llevando a cabo una operación conceptual que irónicamente desenmascaraba la enorme situación de inequidad entre las obras de arte y aquellos desterrados de las fronteras de su propia cultura.
Estrella del Oriente retoma ahora la problemática pero para profundizarla y circunscribirla aún más al mundo en donde opera, el del arte, reinventando la Ballena y multiplicando su intervención en un juego de cajas chinas. Crecen los efectos exponenciales del capitalismo ahora financiero, y de la globalización: en una sociedad donde domina el fetichismo de la mercancía no puede haber un verdadero sujeto humano; es el valor, en sus metamorfosis -mercancía y dinero- el que constituye el verdadero sujeto (según Anselm Jappe en La sociedad autófaga). Esta nefasta condición subtiende la operación artística de Estrella del Oriente. ¿Qué vale más? "Los girasoles" de Van Gogh o una familia de recolectores de un país de la periferia? El mundo del arte, la "institución", se convierte en el microcosmos de una nave, La Ballena -¿una alusión a Jonás?- que condensa las múltiples relaciones que la conforman y a la vez, a la manera de un metamuseo es laboratorio de reflexión, de teoría y praxis de sus propias condiciones de posibilidad, operando sobre una materia viva, híbrida, marginal.
Tal como lo muestran las maquetas y diagramas desplegados en la sala, en la nave La Ballena, a través de ese concentrado institucional se ponen en acción dos procesos (según Nathalie Heinich en Signature et authentification): uno de ellos es ontológico, de artificación, el que hace franquear al migrante la "frontera" entre el no-arte y el arte y lo convierte en obra-de-arte; y el otro funcional, de legitimación, habilitándolo como obra-de-arte-curador. La institución, con su carga disciplinar, teológica y por ello y sobre todo metafísica se muestra en su accionar como la facilitadora de un nuevo pacto faústico transformando los modos de ser de los viajeros.
Queda abierta la pregunta acerca de las bondades del cambio. Y algo de eso vislumbran sus pasajeros: el baño Plate -una polémica obra de los 60, creación de uno de sus miembros al que tienen acceso a través del "Espacio de arte y prácticas", será el punto ciego, el espacio de la protesta, de lo inconfesado, de la reticencia, de la desconfianza, ya que el trabajo de "conversión" habilita el desahogo de las frustraciones y sospecha de los pasajeros. ¿Podrán cumplir sus aspiraciones de libertad? ¿Perderán su identidad o sólo serán maniobras temporales de subsistencia? ¿Saldrán enriquecidos con las experiencias y las clases que en el tránsito ascendente a la manera platónica a través del domo Guggenheim los conducirán desde el mundo retiniano sensible al descarnado mundo conceptual y a aquel último del arte decolonial y de las minorías del que irónicamente son sus reflejos? ¿De qué nuevas subjetividades, de qué nuevos modos estamos hablando? ¿Podrán mercantilizar sus heces, indignarse ante la pobre liebre muerta de Beuys? ¿Saldrán ilesos? ¿Es un viaje que contempla un regreso a lo local, a las ítacas de estos nuevos ulises?
Citas y guiños constantes al mundo del arte: la recepción de los migrantes que arriban en la balsa de Gericault, las obras de la historia del arte, la fabricación de la Merde de migrant, el mundo del arte vernáculo con la inversión de dos de sus obras paradigmáticas, la clase magistral, el baño legitimador del urinario de Duchamp, múltiples lecturas y múltiples preguntas. De modo lúdico e irónico Estrella del Oriente abre las apuestas, explorando perspectivas inestables y aún contradictorias, dando cuenta de la heterogeneidad de nuestro presente, poniendo en crisis los estereotipos y modos de representación en este concepto de arte que en su contenido mismo, en su ser reflexivo de metamuseo, trasciende las fronteras. Resuena en ello aquel pensamiento de W.T. Adorno: "El arte que llega a si mismo… rebasaría el arte y se consumaría en la vida recta de los hombres”.
* Lic. en Filosofía. Integrante del colectivo Estrella del Oriente, junto con Juan Carlos Capurro, Tata Cerón, María Negro, Roberto Plate, Pedro Roth y Daniel Santoro. Texto de presentación de la exposición “La Ballena. El metamuseo”, que se exhibe en el Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151, hasta marzo.