Boca y River definirán el próximo domingo en la Bombonera cual de los dos equipos dará el salto más largo para pelearle el campeonato a Atlético Tucumán, Gimnasia y Esgrima La Plata y Huracán, los tres inesperados lideres y candidatos. Uno y otro parecen haber dejado atrás la turbulencia que les provocó el haberse quedado demasiado pronto fuera de la Copa Libertadores. Llegan al partido con onda verde. En un momento parecido, con 29 puntos en la tabla, pero transitando caminos diferentes.
Después de haber perdido por 3 a 0 ante Patronato de Paraná, Boca suma siete partidos sin derrotas entre el campeonato y la Copa Argentina. Ganó cinco, empató dos y esta racha favorable ha contribuido para afirmar en su cargo al técnico interino Hugo Ibarra. O por lo menos para disolver las críticas que ha venido recibiendo y la mirada desconfiada del plantel, que más que un entrenador de paso, siempre vio en él a una simple extensión del poder del vicepresidente Juan Román Riquelme y del Consejo de Fútbol. El frente interno boquense está más calmo (o menos agitado) y esa es una buena noticia en la previa del Superclásico.
River recorre el mismo sendero. Luego de una derrota por 2 a 1 ante Sarmiento en el Monumental, también acumula cinco triunfos y dos igualdades. Pero a diferencia de Ibarra, la conducción de Marcelo Gallardo es inconmovible. Las discusiones sobre su continuidad o no como director técnico se darán a fin de año, no ahora. Mientras tanto es él quien propone y dispone. La unidad del mando en River es fundamental y una de las razones que explican el éxito histórico de su ciclo.
Si desde los números, los dos gigantes llegan con el pulgar puesto hacia arriba, desde lo futbolístico tampoco se aprecian grandes diferencias. Porque ninguno ha desplegado un juego de alto vuelo. Boca, porque el plantel recién ahora parece haber dejado de enroscarse en su interna con Ibarra y los dirigentes y enfocado en el torneo. Y River porque Gallardo retocó demasiado la formación en busca de una regularidad que todavía no ha encontrado. Los buenos y malos momentos se suceden dentro de los partidos sin saberse bien por qué. Y ninguna individualidad ha podido ser desequilibrante, más allá de la aparición goleadora del cordobés Pablo Solari, quien será una de las dudas de la semana millonaria.
Con los últimos tres goles del juvenil Luca Langoni (dos a Atlético Tucumán y uno a Colón), Boca intenta disimular las bajas por lesiones de Exequiel Zeballos y Sebastián Villa, ambos descartados hasta el final del campeonato. A la espera de que Darío Benedetto reponga su memoria de goleador. Más allá de lo que vaya a suceder con Solari, River parece tener más riqueza en el ataque con Lucas Beltrán, el colombiano Miguel Borja y Matías Suárez. Habrá que ver como acomoda Gallardo las piezas para ir a la Bombonera a jugar otra edición del partido más grande del fútbol argentino. El que todos quieren ganar y nadie piensa perder.