Graciela Carrizo, la mujer de 58 años asesinada este domingo, por error, en la plaza del barrio Molino Blanco -al quedar en medio de las balas cuando una persona que pasaba por el lugar disparó contra un hombre que pasaba en bicicleta-, dedicaba su vida a ese espacio verde donde ella misma plantó los árboles. El mate y sus nietas eran la compañía perfecta en ese lugar donde merendaba cuando las balas la alcanzaron. Ella atinó a cubrir a las chicas cuando se desató la balacera que también terminó con la vida del muchacho de la bicicleta. Cuando ocurrió el hecho, eran poco más de las 15 de una tarde de sol que la mujer disfrutaba junto a otras personas del vecindario.
El domingo a la tarde dos hombres dispararon a mansalva en la zona de Pasaje 544 y Circunvalación contra Jonatan Schneider, de 31 años, mientras que Graciela fue alcanzada por las balas mientras estaba en la vía pública junto con familiares, cuando dos proyectiles que estaban destinados a Schneider, impactaron en su cuerpo. Según indicios y testimonios aportados a la investigación el hecho se produjo en circunstancias en que Schneider pasaba en bicicleta con un familiar. Ambos fueron trasladados para atención médica: a Graciela la llevaron al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez donde falleció luego de haber llegado. El personal policial levantó 15 vainas calibre 9 milímetros.
Luego de las detonaciones, la familia y vecinas de Graciela entraron en shock. Hacía 30 años que ella vivía allí. Todo el vecindario la conocía, porque incluso trabajó para que el lugar se mantuviera limpio y para que pusieran mesas y bancos de material, donde se pudiera pasar el rato en familia. Incluso, la mujer estaba tramitando la posibilidad de que la Municipalidad colocara allí juegos para las infancias del barrio.
Ayer todo era dolor en la zona. Su hija, Yoana apenas podía hablar. “Ella vivía con el tema de plantar árboles para que tuviéramos sombra y nos pudiéramos sentar en esa plaza”, recordó en Radio2. “Siempre decía que era su placita”, agregó una de las hermanas de la mujer, Cristina, que por las cámaras de Canal 3 mostró cuál era la mesa donde Graciela solía ir a tomar mates y a disfrutar de ese espacio por el que trabajaba cada día.
El domingo estaba allí con sus nietas, de 14 y 15 años. "Yo me estaba por ir de la casa de mi mamá, porque soy de zona norte, cuando nos dice mi sobrina que le habían disparado a mi hermana y no entendíamos nada. Vinimos a esta plaza, con mi mamá, y un vecino la trasladó". Según pudieron reconstruir por el relato de personas presentes, Graciela atinó a "agarrar a los nietos para que se tiren al suelo. Cuando mi sobrina nieta reaccionó, mi hermana estaba ensangrentada, y ella empezó a gritar, a llamar a la mamá y a pedir ayuda", relató la mujer. "Trataremos con el vecindario de que esto se mantenga, como ella hacía, para recordarla siempre", dijeron para agregar que la plaza no tiene nombre y que quizás sería un buen gesto homenajearla.
El caso se sumó a la lista de crímenes cometidos en la ciudad; incluso, al conteo de mujeres asesinadas en contextos de violencias urbanas del que vienen dando cuenta organizaciones transfeministas. Tras conocer el nuevo caso, se hacía imposible no recordar otros que conmovieron este año como el de Claudia Deldebbio, la mujer que tenía la misma edad que Graciela, y perdió la vida al quedar en medio de una balacera con su hija Virginia -quien resultó gravemente herida-, mientras esperaban el colectivo.