Desde París
El guion escrito desde hace meses cambió poco: Europa va a pasar el invierno sin el gas que llegaba de Rusia hasta antes de la invasión de Ucrania. Entre el fin de semana y este lunes, Francia y Alemania se movilizaron tanto para interpelar a la población a fin de que reduzca su consumo energético como para paliar el aumento del precio de la energía. Los días empiezan a enfriarse y en este clima el presidente francés Emmanuel Macron interpeló a la sociedad para que baje sus consumos de energía. La intervención presidencial se ubica en un momento muy grave de la extensión del conflicto entre Rusia y Occidente hacia el campo energético.
Este lunes, luego de que se hiciera evidente que Rusia cerraría el paso del gas que le vendía a Europa, el gas se cotizó con un treinta por ciento de aumento en el mercado mayorista. La estampida del precio y las intervenciones de París y Berlín derivan del corte total del suministro de gas proveniente de uno de los gasoductos claves para Europa, el ruso Nord Stream 1. Después de varias interrupciones que ya habían suscitado muchas controversias, el gasoducto volvió a pararse el pasado fin de semana y es muy probable que ya no vuelva a estar en servicio. Sería improbable que Rusia le siguiera vendiendo sus hidrocarburos a los países occidentales que, a su vez, le proveen armas a Ucrania para que se defienda de la invasión rusa del mes de febrero de 2022.
Nord Stream 1 funcionaba a un veinte por ciento de capacidad hasta el viernes dos de septiembre y debía volver a recuperar su plena capacidad el sábado tres. Sin embargo, la empresa rusa Gazprom que gestiona el gasoducto anunció que no podía mantener abiertas las válvulas “en condiciones de seguridad” suficientes hasta que no se haya obstruido una fuga en una turbina. En principio, la reanudación de las actividades del Nord Stream 1 estaba agendada para el sábado a la una de la madrugada, pero quedó atrapada en el engranaje de la guerra en Ucrania y sus expansión colateral. Moscú ya había adelantado que las sanciones que Occidente adoptó contra Rusia complicaban tanto el funcionamiento como el mantenimiento de Nord Stream 1. Ello conduce a suponer que hasta que no se levanten las sanciones, el gasoducto no volverá a activarse.
Las acusaciones
Como de costumbre, la avalancha de acusaciones contra el presidente ruso Vladimir Putin no tardó en activarse. Alemania lo acusó de llevar a cabo una “guerra psicológica energética” y la presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Layen, dijo que el presidente ruso estaba “manipulando el mercado de la energía”. La dirigente de Bruselas propuso en ese contexto que se le pusiera un límite al precio del gas para evitar esa “manipulación”.
En lo concreto, el precio mayorista del gas se multiplicó por cinco desde agosto de 2021. En la perspectiva futura, el incremento del hidrocarburo podría aun ser mucho mayor, tanto más cuanto que Europa depende en poco más del cincuentas por ciento de los hidrocarburos rusos. La semana pasada, la empresa rusa Gazprom ya había interrumpido totalmente las provisiones de gas el grupo francés Engie. Hasta febrero de 2021, Francia dependía en un veinte por ciento de los hidrocarburos rusos. Como otros países, Francia buscó soluciones alternativas, en especial el gas norteamericano, lo cual le permitió garantizar el noventa por ciento de sus reservas estratégicas de gas, según la plataforma europea Agregated Gas Storage Inventory, AGSI.
Sin embargo, no parece ser suficiente si se mira a largo plazo. En este contexto, en el curso de una conferencia conjunta con el canciller alemán Olaf Scholz, el presidente francés Macron trazó una suerte de hoja de ruta para explicar cómo Francia haría para “pasar el invierno”. El jefe del Estado sintetizó los tres principios del viaje a través del otoño y del invierno: las reservas de gas, la sobriedad energética y la concertación europea. El jefe del Estado insistió en que se alcanzara el objetico de “un diez por ciento de economía de energía”. Macron puntualizó luego: ”si colectivamente sabemos comportarnos de manera sobria, no habrá ni racionamiento, ni cortes”. La narrativa presidencial, ya multi desplegada en los medios por varios ministros, gira en torno a la llamada “sobriedad energética” como poción para amenguar los efectos de la guerra energética. Se trata, según Macron, de usar “menos el aire acondicionado cuando hace calor y menos la calefacción cuando hace frio”. Todo indica que vamos derecho al sacrificio climático.
Las megaganancias
El otro elemento nuevo de esta crisis radica en que el jefe del Estado francés volvió a rechazar que se aplicara un mega impuesto nacional a las empresas energéticas que realizan lo que se llama “super ganancias”, pero en cambio aceptó que la Unión Europea imponga una contribución a los operadores energéticos que realicen “beneficios indebidos” mediante el aumento de los precios al por mayor de la electricidad en Europa. En suma, en vez de un castigo fiscal a escala nacional, lo que se propone en un mecanismo fiscal europeo armonizado, lo cual, en principio, permitiría que se recuperara una parte de los beneficios que reciben los productores de electricidad renovable o nuclear que la producen a bajo costo y la revenden por los cielos.
Por último, Macron se mostró favorable a que Europa proceda a la compra de gas conjuntamente para “que sea más barato” y también adhirió al principio de que se ponga un techo oficial al precio del gas. Estos son apenas los primeros pasos en una crisis que, según el rigor del invierno, multiplicará sus impactos en una línea destructora para las personas más frágiles. Macron pide “sobriedad energética” pero durante esos seis meses de guerra no ha habido la más mínima sobriedad en los precios. La inflación especulativa fue masiva y, en muchos casos, tramposa. Otra vez ganarán las empresas y perderán los ciudadanes.