La escritura es una religión practicada con devoción por Mircea Cărtărescu, ganador del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022, el máximo galardón que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en México, “por su prosa imaginativa y desbordante que combina elementos fantásticos y realistas, ficciones especulares que indagan en la construcción de la identidad desde un espacio liminal y periférico en el paisaje europeo”. El poeta, narrador y ensayista rumano, autor del cuento El ruletista y la trilogía Cegador, entre otros notables libros, recibirá el premio, dotado de 150.000 dólares, en la inauguración de la edición 36 de la Feria, el sábado 26 de noviembre.
“Me siento muy feliz de recibir este importante premio –declaró el escritor rumano en una conferencia de prensa-. Realmente agradezco el trabajo que realizaron los miembros del jurado, he visto la lista de ganadores de este premio en ediciones pasadas, y saber que formo parte de una nómina que integra a autores de la talla de Nicanor Parra, Juan Goytisolo, António Lobo Antunes, Claudio Magris, Ida Vitale, Emmanuel Carrère y mi compatriota Norman Manea, es un honor y un privilegio para mí”. El fallo del Jurado --integrado por Lorena Amaro Castro, de Chile; Marco Belpoliti, de Italia; Javier Guerrero, de Venezuela; Maria Eunice Moreira, de Brasil; Oana Sabo, de Rumania; Antonio Sáez Delgado, de España, y Laura Scarabelli, de Italia-- destacó que el poeta, ensayista y narrador rumano, elegido entre 80 candidaturas, “es un escritor multifacético de estilo maximalista que se inserta plenamente en la tradición de la literatura mundial, interpelando desde lo onírico y existencial a sus lectoras y lectores en todo el mundo”.
Al escritor nacido en Bucarest en 1956 le costó mucho en la adolescencia hacerse de una biblioteca porque no tenía dinero para comprar libros. Como su madre le daba cada día algunas monedas para un bocadillo, con cinco o seis días de esos bocadillos nunca comidos se compraba un libro. Hasta que poco a poco, sumando el dinero de los bocadillos que nunca comió, logró tener una estantería de libros. También frecuentaba la biblioteca del barrio; en poco menos de un año la había leído entera. No hacía otra cosa que leer. Bucarest, en la narrativa de Cărtărescu, aparece como “la ciudad más triste del mundo”. En una entrevista con Página/12 con motivo de su participación virtual en el Filba Internacional 2020, aclaraba que más que rumano se definía como bucarestino, es decir, “habitante de las ruinas”.
Cărtărescu destacó la importancia que tienen sus propios sueños en su producción literaria desde que en 1973, a los 17 años, comenzó a escribirlos en su diario personal. La pasión por los sueños le viene de su madre, una mujer sin estudios que ahora tiene 93 años y que en su juventud fue campesina. “La poesía está para ayudar a las personas en tiempos de tristeza”, afirmó el ganador del Premio FIL en Lenguas Romances durante la conferencia de prensa en la que participaron medios de comunicación de México, España y varios países de América Latina. “Necesitamos la poesía porque nos pone en contacto con la empatía, el valor y la humanidad en estos tiempos difíciles”, agregó el escritor rumano.
Cuando ganó el premio Fomentador en 2018, Basilio Baltasar, presidente del jurado, escribió que la narrativa de Cărtărescu es “exuberante y pulcra, barroca y nítida, irónica y terrible, tierna y cruel”. “Su ciclo novelesco elabora la pasmada conciencia del gozne contemporáneo y abarca en su incesante evocación el delirio, la demencia y las visiones de un hombre sin atributos heroicos. Un hombre abrumado por la inminencia en la proteica, sinfónica y épica celebración de la última frontera literaria”, planteaba Baltasar sobre la obra de Cărtărescu, que ha publicado más de treinta libros, entre los que se destacan los cuentos Nostalgia y Las bellas extranjeras y las novelas Lulu y Solenoide.
En septiembre llegará a las librerías uno de los libros más esperados del escritor rumano: El ala derecha, el volumen que cierra la trilogía Cegador, considerada la obra maestra de Cărtărescu. “Para mí escribir es un proceso interior, mi cuerpo es una gran mano al servicio de ideas que me llegan, es un instrumento”, explicó el escritor rumano y aclaró que escribe a mano “sin pensar en cuántos ejemplares ha vendido o cuánto dinero voy a ganar”. “Sentarme a escribir es una dicha y un placer y esa es la principal recompensa”, aseguró el autor rumano más importante de la actualidad, un hombre que sabe que seguiría escribiendo “aunque no quedara nadie que supiera leer, incluso aunque fuera la última persona en el mundo”.