El papa Francisco y el presidente norteamericano, Donald Trump, se interesaron por el caso de Charlie Gard, el bebé inglés a quien la justicia británica ordenó desconectar del respirador, porque la enfermedad rara que padece es incurable y lo hace sufrir, pero al que sus padres insisten en mantener con respiración asistida hasta dar con una terapia alternativa. “El santo padre sigue con afecto y emoción” lo que sucede con el chico, de diez meses, aseguró un vocero vaticano. Por su parte, el presidente estadounidense se sirvió de su cuenta de Twitter para ofrecer ayuda en el caso “de acuerdo con el nuestros amigos en el Reino Unido y con el Papa”, algo que luego fue ratificado, además, por una asesora de prensa y comunicación de la Casa Blanca. En tanto, la situación médica del chiquito no se modificó en las últimas horas, y continúa internado en el hospital Great Ormond Street, de Londres, donde los médicos aseguran que la situación es irreversible.
El portavoz del papa, Greg Burke, aseguró ayer que Francisco “sigue con afecto y emoción la historia del pequeño Charlie Gard y expresa su propia cercanía a sus padres”. “Por ellos reza, esperando que no se descuide su deseo de acompañar y curar al propio hijo hasta el final”, añadió, en referencia al pedido de los padres del niño, quienes pedían llevar al chico a su casa, algo que el hospital se niega a hacer porque, explicaron las autoridades, no hay equipamiento capaz de trasladarlo de manera adecuada. Con esa confirmación, el Vaticano volvió a manifestar una posición que el propio papa había dado a conocer el domingo a través de las cuentas de Twitter que mantiene en italiano y en inglés, en las que había advertido: “defender la vida humana, sobre todo cuando está herida por una enfermedad, es un esfuerzo de amor que Dios pide a todos los hombres”.
Por su parte, también a través de Twitter, Trump ofreció ayer ayuda para que el chiquito reciba asistencia médica en Estados Unidos. “Si podemos ayudar al pequeño #CharlieGard, de acuerdo con nuestros amigos en el Reino Unido y con el papa, estaríamos encantados de hacerlo”, tuiteó el presidente norteamericano, poco antes de que la directora de asuntos mediáticos de la Casa Blanca, Helen Aguirre Ferré, confimara que el mandatario, tras conocer el caso por los medios, se interesó por lo que sucedía y decidió “ofrecer ayuda a su familia en esta situación devastadora”. “Aunque el presidente no ha hablado con la familia (porque) no quiere presionarles en absoluto, algunos miembros de su Gobierno sí han hablado a través de llamadas telefónicas facilitadas por el gobierno británico. El presidente está tratando de facilitar ayuda si es posible”, detalló Aguirre Ferré en un comunicado. Las conversaciones, añadió la funcionaria, tienen que ver con una oferta de tratamiento en Estados Unidos, pero “por razones legales”, explicó, no pudo “confirmar el nombre del médico o del hospital donde el bebé podría ser tratado”.
El bebé padece una enfermedad incurable y que sólo afecta a 16 personas en todo el mundo. A los dos meses de su nacimiento, que había ocurrido en condiciones absolutamente normales, desarrolló un tipo raro de encefalopatía mitocondrial, que causa mutaciones en un gen y lo priva de la energía necesaria para vivir. Por eso fue internado en el Great Ormond Street Hospital donde lo conectaron a un respirador que lo mantiene con vida, aunque los médicos consideraron que ya es imposible encontrar formas de sobrevivencia y pidieron a la Justicia británica que los habilite a desconectar el respirador, alegando la muerte digna. La Justicia les dio la razón. Los padres se negaron y apelaron hasta llegar al Tribunal europeo de Estrasburgo, que confirmó el fallo judicial. Ahora, el Papa Francisco pidió que se les permitiera extender la vida del bebé y se abrió una breve prórroga en la que los padres esperan poder apelar a un médico estadounidense que tal vez, como lejana posibilidad, podría tratar el caso sin certezas.