Las cifras que deja la violencia de género en nuestro país siguen siendo alarmantes. Sin embargo, a lo largo de los últimos años, las políticas de prevención, las campañas contra las discriminaciones y, sobre todo, la concienciación ciudadana sobre esta violencia han ido rebajando las cifras del horror de forma lenta pero constante.
Las 28 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas desde que comenzó este año hasta finales de agosto, representa la cifra histórica más baja registrada desde que hay estadísticas. El año pasado, por ejemplo, el número de mujeres víctimas de la violencia de género se elevó a 35 entre las mismas fechas, una cifra idéntica a la registrada a finales de agosto del 2020 y muy por debajo de los 44 asesinatos que se produjeron en 2019 hasta el inicio de septiembre. La siguiente cifra más baja de asesinatos habría que buscarla en el año 2016, cuando al final del verano 33 mujeres habían sido asesinadas.
La cifra de mujeres asesinadas durante el verano, una de las temporadas en las que esta violencia se incrementa según expertos y diversos estudios, ha sido también una de las más bajas de la historia, situándose en nueve. El año pasado, entre los mismos meses se produjeron 18 asesinatos y en 2018 y 2019 fueron 22 y 21, respectivamente.
La violencia machista no cesa. Tal como repiten una y otra vez los expertos, se trata de una violencia estructural, extendida y compleja, cuya manifestación más dramática se visualiza en los asesinatos de mujeres. Diversos especialistas en este tipo de violencias advierten de que no es posible comparar año a año o mes a mes la evolución de este tipo de violencias, porque es complicado sacar conclusiones a corto plazo de procesos tan variables. El hecho de que existan meses o años con menos o más asesinatos no significa necesariamente que la violencia machista haya disminuido o aumentado de forma considerable. Sin embargo, si las estadísticas se miran a largo plazo, se comprueba que existe una tendencia a la baja en este tipo de violencias extremas.
Nuestro país lleva casi dos décadas recopilando datos sobre la violencia machista que se ejerce dentro de las relaciones de pareja (las más frecuentes), lo que ha permitido conocerla de forma amplia e ir ajustando e implementando nuevas políticas y campañas específicas para erradicarla. El resultado ha sido una paulatina disminución de los asesinatos por violencia de género a lo largo de los 19 años en los que se cuenta con estadísticas oficiales completas.
Bajan más de un 22% los feminicidios
Si se valoran los primeros nueve años desde que existen datos oficiales, es decir, los que van entre el 2003 (cuando comenzaron a contabilizarse) y el 2011, el número medio de mujeres asesinadas anualmente se acercaba a las 70 (67,2). Mientras que si esta cifra se compara con los diez años siguientes (los que van desde 2012 hasta 2021, último del que hay datos completos), el registro baja a las 52,2 asesinadas por año de media. Una disminución entre ambos períodos que supone un descenso superior a un 22%. Una reducción que, si bien sigue siendo considerada lenta, marca una importante tendencia. Esta reducción, sin embargo, no indica que la violencia machista haya disminuido, sino que se ha conseguido ir reduciendo una de sus consecuencias más extremas.
"Hay que ser cautelosos con las cifras", advierte Miguel Lorente, médico forense y exdelegado del Gobierno contra la violencia de género. "No sabemos a ciencia cierta si la violencia de género ha disminuido, pero sí que permanece porque está producida por el machismo que está en todas partes. Por eso tenemos que tener cuidado con ser confiados, pero sí se puede ser optimista". "Analizando los datos vemos que a largo plazo existe una tendencia decreciente en el número de asesinatos machistas como consecuencia del cambio social y de las políticas y medidas puestas en marcha a lo largo de los últimos años. Esto nos muestra que las políticas implementadas van dando sus frutos", agrega.
Lorente resalta la importancia de la recopilación de datos que permitan entender a largo plazo las violencias específicas que se ejercen contra las mujeres. Sin ellas, no sólo no se pueden hacer políticas específicas para erradicarlas, sino que tampoco se puede conocer la interrelación entre las mismas. Otra reflexión que proporciona el análisis de estas cifras, según este experto, es que "desbaratan el mensaje de la derecha que trata de minimizar la violencia de género, afirmando que la desigualdad no existe y que sólo la ejercen algunos hombres violentos, negando que el machismo sea algo estructural. No es verdad. Ese mensaje que lanzan para defender la idea de que no hay discriminación hacia la mujer y que lo que existe es la violencia doméstica, se destruye con la realidad de que las medidas aplicadas a lo largo de los últimos años han hecho descender los índices de feminicidios. La sociedad es más crítica con el machismo y las medidas y políticas comienzan a ser más eficaces", añade. Aunque advierte de que nunca se puede ser conformista y de que es necesario continuar con los esfuerzos para erradicar esta violencia.
Un incremento exponencial de petición de ayuda
Una opinión parecida es compartida por Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, que afirma que año a año el número de las víctimas van bajando lentamente: "Cuando se comenzaron a contabilizar estos asesinatos estábamos en una cifra cercana a las 100 mujeres asesinadas por año y se han ido reduciendo de forma significativa, en torno al 20%. Esto hay que relacionarlo también con incremento de mujeres que llaman o contactan con servicios de apoyo como el 016". "Todo esto nos indica que las políticas para proteger a las mujeres implementadas a lo largo de los últimos años y para que aflore esta violencia están funcionando. Puede haber errores, pero la realidad es que se está consiguiendo proteger a las víctimas", asegura.
De hecho, paralelamente a una disminución de las cifras de asesinatos, en los últimos años se ha producido un aumento exponencial de las llamadas al teléfono 016 de ayuda a las víctimas de violencia de género. Un hecho que los expertos ven como un paso positivo, puesto que el índice de denuncias por violencia de género sigue siendo muy bajo: se estima que entre el 80 y el 90% de las mujeres que han sido víctimas de violencia de género nunca ponen una denuncia.
Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la violencia de género, resalta que se registran más de 20 asesinatos menos comparado con los peores años de la serie histórica y que la mayor demanda de servicios está relacionada con una "mayor concienciación y sensibilización política y social y una menor tolerancia con el maltrato y la violencia. El servicio 016 y otros de información y atención como los puntos violeta se han ampliado de forma muy notable, al incluir el 016 todas las formas de violencia contra la mujeres". "En un contexto previo de cifra negra de maltrato en torno al 30% y un nivel de denuncia de violencia sexual del 11%, achacamos el incremento a la ruptura del silencio y los mayores recursos (tanto del Estado y de las comunidades autónomas como de los entes locales) para salir de la violencia", agrega.
Besteiro resalta que el conocimiento y las campañas no sólo han conseguido proteger a quienes denuncian, sino también a las que no lo hacen: "Incluso a las que no denuncian las protegen todas estas políticas y campañas, porque ahora saben que existen distintas violencias, no sólo la psicológica y la física, sino también la vicaria, la que se ceba con los hijos para continuar dañando a las mujeres. Algo que hace unos pocos años no se conocía casi. O que existe la violencia económica que busca la dependencia y el colapso de las mujeres". "Conocer y saber detectar estas violencias es un éxito, porque ahora muchas mujeres las saben reconocer y acaban con ellas por medio de la separación, si no se atreven a denunciar. Por eso las campañas, las políticas y la capacitación suponen un gran triunfo contra la violencia machista y vemos que a largo plazo las políticas están funcionando", añade Besteiro.
Para esta experta, ponerle nombre a las distintas violencias y poder reconocer sus características es una de las claves para la protección de las mujeres. "Hoy creo que no hay un pueblo, por pequeño que sea, que no tenga un punto violeta de información sobre la violencia sexual", añade.
Se necesitan datos para atajar otras violencias
Tal como resalta Besteiro, nuestro país es pionero en la recopilación de datos sobre violencias machistas. "Ningún otro país del mundo tiene un sistema tan sólido de recopilación de datos sobre estas violencias. En esto España es pionera". Sin embargo, hasta ahora nuestro país ha sido eficaz en la recopilación, sistematización y estudio de los datos de las violencias extremas que ocurren en las relaciones íntimas o de parejas.
Disponer de cifras es sumamente importante, destacan los expertos consultados. Por eso, afirman, es tan necesario que se conozcan las cifras del resto de las violencias machistas. Ya se han dado algunos pasos en este sentido. La recientemente aprobada ley del solo sí es sí avanza en el reconocimiento de diversas violencias machistas contenidas en el Convenio de Estambul, un tratado fundamental de derechos humanos de las mujeres impulsado por el Consejo de Europa, que España ratificó en 2014.
Desde hace unos años, la Delegación del Gobierno contra la violencia de género pidió a las comunidades autónomas recopilar los datos de asesinatos de mujeres por el hecho de serlo fuera del ámbito de la pareja. Desde el Ministerio de Igualdad prometieron hacer públicas las cifras de asesinatos de estas otras violencias (como la sexual) en julio pasado. Sin embargo, el plazo se ha alargado hasta este mes de septiembre, por la dificultad que está suponiendo la creación de las estadísticas y la necesidad de explicar bien los datos recopilados.
Para Llorente, esta recopilación de datos de todas las violencias es clave, puesto que permitirá analizarlas específicamente, pero también porque facilitará analizar las interacciones entre las distintas violencias que sufren las mujeres y sacar conclusiones clave.
"Poner cifras y contar las violencias es una de la primeras medidas para acabar con ellas. Somos muy pocos países en el mundo los que contabilizamos a las victimas mortales. Es la forma de entender que la violencia existe, cuáles son sus características y poder implementar medidas para acabar con ellas", concluye Besteiro.