El mes pasado, Harry Styles volvió a estar en el centro de la controversia en las redes sociales. Y no fue porque un fan le lanzó un nugget de pollo en medio de un concierto, porque su hit “As it was” volvió al primer puesto del ranquin Billboard Hot 100 o porque ganó el premio al Álbum del Año en los MTV VMAs. Sino porque fue acusado de hacer queerbait, es decir: atraer al colectivo LGBTIQ a través de mostrar una “carnada gay” para apuntar a este target como estrategia de marketing. ¿Qué es este fenómeno y qué dicen las redes sociales acerca de este debate?
Harry Styles, inglés y de 28 años, ex integrante de la boyband One Direction, cotiza entre lo más alto de la realeza del pop global y es una de las voces más escuchadas del mundo. Combo completo: ganó 46 premios de 103 nominaciones, sus canciones baten récords de reproducciones y las entradas para sus conciertos masivos se agotan a un ritmo vertiginoso. Si no conocés sus hits seguro de algún lado te suenan, porque se viralizan enseguida en Instagram y en TikTok. Ahora, no solo tiene una colección de ropa y productos de belleza junto a Gucci, sino que también interpretará el papel principal en “My Policeman”, un filme sobre un triángulo amoroso gay en el Londres de los 50’s, cuando esta orientación sexual era perseguida y reprimida.
¿Estilo propio u oportunismo?
Su estilo fashionista extravagante y no binario, y su apoyo abierto a la comunidad LGBTIQ (en sus conciertos revolea banderas del orgullo y abre el escenario para que varios ‘salgan del clóset’ públicamente), lo transformaron en un ícono queer, aunque él nunca haya hecho declaraciones concretas sobre su sexualidad. (Un tema que obsesiona a la prensa y que irrita a muchxs militantes). Con respecto al género, considera que la gente ya no está buscando una “diferenciación”: “ya no necesitamos ser esto o aquello”, dijo, “creo que la gente solo trata de ser buena”, aseguró a L’Officiel. Al igual que otros artistas como Sophie Turner, aseguró que no le interesa “ponerle una etiqueta a todo y clarificar qué casillero estás marcando”, sostuvo en una entrevista con Insider.
Sin embargo, a pesar de contar con un ejército de seguidores que, tan solo en Twitter, supera los tres millones de followers, este niño dorado no está blindado contra la polémica que puede generarse en torno a él. El 22 de agosto, Rolling Stone lanzó una edición protagonizada por él titulada “Harry Styles: el hombre más querido del mundo”. “Los críticos lo han acusado de ‘queerbaiting’ o de haber sacado provecho de la estética queer, sin haber reclamado explícitamente ser parte de la comunidad. Los defensores sienten que es injusto obligar a alguien a etiquetarse como una sola cosa para validar su género o expresión creativa”, explica acerca sobre este debate la periodista del artículo, Brittany Spanos.
En ese sentido, Harry fue señalado en múltiples ocasiones de “presentarse como queer” pero, solamente, haberse mostrado formalmente con parejas mujeres. “A veces la gente dice: ‘solo has estado con mujeres públicamente’, y no creo que haya estado con nadie públicamente. Si alguien te toma una foto con una persona, no significa que elijas tener una relación pública, o algo así”, respondió en la nota el cantante, que está en pareja con Olivia Wilde.
Sin embargo, lo que para muchos fue lo más decepcionante de este reportaje tiene que ver con sus reflexiones acerca de su nueva película que, como mencionamos, es una narración sobre la violencia y persecución estatal que sufrió el colectivo LGBTIQ+ en Inglaterra. Para Styles no se trata de una película gay, sino una “de amor”. El periodista de The Guardian, Guy Lodge, problematizó estos dichos. “Esta es una táctica antigua para hacer que el tema gay sea más atractivo para audiencias mayoritarias tímidas y potencialmente prejuiciosas; es la misma mentalidad que ha hecho que ‘el amor es amor’ sea el eslogan estándar para traer aliados heterosexuales a las causas del Orgullo y los derechos queer. A todo el mundo le gusta el amor, ¿verdad?”, cuestionó.
Las dos caras de una misma moneda
“¿Por qué un hombre hétero está dando su opinión no solicitada sobre el cine gay?”, preguntó en Twitter un usuario ante una de las frases de Styles en su entrevista para Rolling Stones, donde sostiene que la mayoría de filmes sobre deseo entre varones solamente apuntan a mostrar escenas de sexo, cerrándole la puerta “a la ternura”. “Harry Styles tiene que dejar de hacerse pasar por gay. Dejar de jugar con nosotros y con nuestras experiencias para su exposición comercial”, replicó en esta red social el periodista Benjamin Butterworth, que también cuestionó que este cantante “nunca dijo algo sustancioso que realmente sugiera que alguna vez persiguió la idea de estar con un varón, más allá de sus vagas declaraciones que infinitamente tratan de hacer creer esto”.
Otros usuarios confrontaron que, mientras él es aplaudido por mostrarse como aliado performateando una presentación estética ambigua y no binaria (como ya lo hicieron David Bowie y Mick Jagger), otras personas son perseguidas por eso mismo. Sin embargo, varios contestaron que ni él, ni nadie, debe explicaciones sobre su sexualidad y que reclamar que alguien salga del clóset forzadamente responde a una lógica violenta heterosexual históricamente practicada. Estos dos puntos de vista polarizados, tal vez, obstruyen otro debate posible: ¿qué podemos decir sobre el discurso de las “etiquetas” y de “el amor es amor, que sostienen artistas como Harry?
¿No podemos pedirles más?
Este cantante se mostró, sistemáticamente, como un aliado. Con todas las luces y sombras que acarrea este término. En un mundo donde los discursos homoodiantes y transfóbicos se recrudecen de la mano de narrativas fascistas en ascenso, que uno de los artistas pop más famosos del planeta ondee la bandera del Orgullo en sus conciertos, como dice el meme, tal vez “nos sirve”. A su vez, es cierto que obligar a que las personas confiesen “qué son” y policiar la sexualidad ajena reproduce una histórica exigencia hétero sobre el colectivo LGBTIQ. Ningún artista ni nadie debería mostrar “pruebas” de que no son heterosexuales para validar su expresión personal o creativa. Eso no anula que Harry Styles sea, en definitiva, un producto pop y, como todo producto, también necesita de su estrategia de marketing para posicionarse. Aquí algo se mezcla: su interés genuino por apoyar a la comunidad LGBTIQ, como también ofrecer una performance queer y un discurso que resulte atractivo para un target específico.
Sin embargo, dado que el es un aliado tan prominente, ¿no podemos pedirle más? ¿La idea de que definir la orientación sexual o la identidad de género como una forma “negativa” de “etiquetarse” no es algo que podamos discutir? Las “etiquetas” pueden resultar opresivas en algunos casos, sí, pero para muchxs es liberador y potente poder decir “soy lesbiana”, “soy trans”, etc. Eso no quiere decir, per sé, insertarse dentro de una clasificación constrictiva. Para varias personas, esas “etiquetas” son parte de su identidad. Llamar a estas definiciones “etiquetas” y demonizarlas a priori es hacer un borramiento de su potencial político. El discurso de “no me gustan las etiquetas”, tal vez, pisotea un poco y mira con soberbia y “superación” a quienes sí les sirven estas categorías, como también el recorrido histórico de las mismas.
Por otro lado, pedirle a una persona que se transformó en ícono gay que tenga una postura política más comprometida no significa exigirle que salga del clóset. Harry Styles puede seguir no dando declaraciones concretas sobre su sexualidad si así lo desea. En definitiva, es su derecho. Pero eso no quiere decir que no podamos problematizar el discurso de “love is love”: una baja de línea despolitizada que borra las violencias estructurales e históricas hacia el colectivo LGBTIQ para transformarlas en relatos románticos, aptos para todo público. Y no, no vamos a reclamarle a todas las estrellas pop que tengan un perfil militante. Y sí, sabemos que lo que dicen, muchas veces, está supeditado a intereses empresariales que buscan ofrecer una mirada más “light” y cómoda. Pero eso no nos impide pensar en lo potente que sería que celebrities pop hablen sobre violencia estatal y represión policial en vez de seguir insistiendo con reproducir el concepto de las “historias de amor”.