Londres, New York, Tokyo: no hay una gran ciudad del mundo que, en las semanas recientes, no haya sido invadida por una armada de anuncios publicitarios de Los anillos de poder, la nueva serie de Prime Video sobre El señor de los Anillos. Desde grandes carteles hasta los costados de ómnibus, en el corazón de esta campaña de marketing está figura de Galadriel -personaje originalmente interpretado por Cate Blanchett-, cuyo largo cabello rubio y mirada de acero se volvió instantáneamente familiar. "Todavía no puedo creer que iba a ser tan famosa", dice Morfydd Clark, la nueva Galadriel, apoltronada en una silla de un hotel londinense. "No puedo pensar mucho en eso, porque no tengo una visión. Es muy extraño."
La actriz galesa, que previamente ha protagonizado películas aclamadas como Saint Maud y The Personal History of David Copperfield (además de roles secundarios en Drácula para la BBC y la serie His Dark Materials), ha pasado de un relativo anonimato a la total ubicuidad en un abrir y cerrar de ojos. En las últimas semanas saludó a cientos de fans de J. R. R. Tolkien en la Comic-Con de San Diego y apareció en varios talk shows nocturnos de la TV estadounidense.
Y sin embargo luce fresca. "Me siento como si todos estuviéramos de algún modo constantemente drogados", explica. "Habrá un período de reflexión en el que estaremos diciendo '¿qué pasó en los últimos tres años?'". Esté lista o no, el viaje en el que se embarcó está a punto de convertirla en marca de fábrica. No es poca cosa, dado que su nombre requiere que todo entrevistador vaya a buscar dudosas pronunciaciones en YouTube, donde voces robóticas intentan articular sus lenguas automatizadas con la doble "dd" del alfabeto galés.
"Me siento rara hablando de esto", dice cuando se le pregunta si su lengua nativa es una especie en peligro de extinción. "Cuando era adolescente, era más del estilo 'El galés es un idioma de mierda, el galés es una lengua muerta. ¿Para qué te molestás en hablarlo?'". Clark creció en Penarth, uno de los pueblos más al sur de Gales, cerca del centro cosmopolita de Cardiff. "Ahora la gente está mucho más entusiasmada. Todavía tiene un largo camino por delante, porque lo que estamos viendo como experiencia galesa es muy blanco, mientras que Cardiff es una ciudad muy diversa. Es un buen momento para todos los grupos pequeños."
Describir a Clark como "élfica" sería de una holganazanería objetable, dado que su rol en la serie es precisamente de reina de los elfos, la llamada "Dama del Bosque" de Lothlórien. Pero así como Martin Freeman pasó buena parte de su carrera esperando el llamado para interpretar a un hobbit (hay algo en su cara que hace imaginarlo descalzo, fumando una pipa y vagando por los campos), Clark tiene una belleza angular, por momentos a la vez inocente y austera, que parece gritar "¡elfa!".
"Yo pensé que era mucho más probable ser una hobbit que una elfa", dice, una forma muy nerda de la modestia. "Creo que tengo una cara ligeramente desconcertante. Puedo parecer bastante extrema y un poco malvada. ¡Lo que, supongo, es un poco élfico!"
En su adolescencia fue a ver las películas de El señor de los anillos con su familia. "Mis padres aman los libros", recuerda. "Mi papá me leyó El Hobbit... vi las películas deseando estar en la Tierra Media". La "comunidad", dice, resonó fuertemente en ella como un grupo de personajes ficticios antes que como una potencial carrera. ¿Cuándo empezó a pensar en dedicarse a la actuación? "Cuando mis calificaciones empezaron a ser 'regular'", dice. Pero no fue hasta que llegó a los 30 años, en 2019, que fue elegida para su propia aventura Tolkien.
Antes de eso, asistió al ahora cerrado Centro del Drama en Londres, cuya lista de alumnos incluía a Michael Fassbender, Colin Firth y Anne-Marie Duff. "La escuela de drama es muy particular", dice. "Muy, muy extraña." Ganar un lugar en un prestigioso centro de enseñanza, como saben todos los aspirantes a la actuación, no es garantía de éxito. "Creo que te das cuenta de cuánto tiene que ver la suerte cuando vas a la escuela de actuación, porque estás con un grupo de gente increíblemente talentosa, y el pronóstico es que no sucederá para todos."
Entonces, ¿cuál fue su momento de suerte? "Primero, soy galesa, y recién había salido Gavin and Stacey (una popular serie de la BBC sobre dos familias, una inglesa y otra galesa), así que eso fue un golpe de suerte. La otra parte es que tuve una familia que realmente me apoyó, y pudo hacerlo emocional y financieramente, si lo necesitaba. Y otra cosa, soy blanca y convencionalmente linda."
Nada de eso parece especialmente afortunado; quizás la mejor tajada de suerte llegó al ser seleccionada para la aclamada película de terror psicológico Saint Maud (de Rose Glass), y en la encantadora revisita de Armando Iannucci a David Copperfield, estrenadas en 2019, cuando empezaba a filmarse el leviatán fantástico de Amazon Prime Video.
La agenda de filmación de Los Anillos de Poder requirió que se mudara a Nueva Zelanda, el hogar cinemático de la Tierra Media, entre octubre de 2019 y agosto de 2020. En ese tiempo, ciertos eventos mundiales llevaron la producción al caos. "Tuvimos que cerrar todo, como todos", dice. "Nueva Zelanda, de manera muy afortunada o muy estratégica, reaccionó de un modo muy particular. Allí no hubo covid, con lo que seguimos trabajando, pero nadie podía salir." Sus amigos y familiares en Gran Bretaña no fueron tan afortunados. "Tenía fiestas por Zoom con todos mis amigos, a las 6 de la mañana del horario neocelandés, y ellos resolvían las penas bebiendo."
Esa burbuja en las antípodas, separada del mundo mucho más de lo que Clark podía esperar cuando firmó su contrato, cambió la naturaleza del proceso. "A menudo no te encontrás con la gente que está en una película o una serie con vos", dice. "Y esto se sintió mucho más como un trabajo teatral. Estábamos todos en Auckland, cruzando todas las diferentes líneas argumentales."
Y la serie tiene muchos hilos, desde la monomaníaca persecución de Galadriel tras el hechicero oscuro Sauron (conocido por los espectadores como el gran ojo llameante de la trilogía original) al nuevo personaje de Eleanor Brandyfoot -que cuida de una extraña, celestial criatura-, pasando por el trabajo de Elrond construyendo una sospechosa forja gigante. Si los realizadores de Game of Thrones están hartos de que se defina a su show como "El señor de los anillos para gente más grande", parece justo rebalancear la escala y decir que esto se siente como "Game of Thrones para toda la familia".
Los anillos de poder es la serie televisiva más cara de la historia, la primera en cruzar la línea de los mil millones de dólares. Amazon gastó 250 millones solo en adquirir los derechos, un acuerdo que le permite producir 50 horas de contenido tomado de los apéndices escritos por Tolkien. "Mi abuelo me introdujo a Tolkien", dijo en la premiere Jeff Bezos, fundador de Amazon y una de las personas más ricas sobre la Tierra. "Me enamoré inmediatamente". Este entusiasmo le dio a los creadores un cheque en blanco para desarrollar una asombrosa nueva visión de la Tierra Media.
Pero afuera de la suite de lujo donde se realiza la entrevista, las calles están llenas de diarios con titulares sobre los precios de la energía, el aumento de la inflación, e incluso de trabajadores de Amazon protestando por un aumento de salario. ¿Cómo lidia Clark con la disonancia cognitiva de protagonizar una producción tan lujosa en un momento como este? ¿Es una forma de lo que podría llamarse una apropiación de Tolkien, un uso cínico de esos amados libros para reencuadrar la narrativa alrededor de la segunda compañía mundial?
"Creo que debemos escuchar a los trabajadores, y que la gente está siendo muy valiente en este momento", ofrece de manera diplomática, mientras un representante de Relaciones Públicas se agita nervioso. "Una tiene que reevaluar constantemente, y pensar sobre lo que estás haciendo y los efectos que tiene. Y creo que, particularmente como actores, es importante no olvidar que somos parte de cosas más grandes en este alocado mundo." ¿El antídoto? "Escucho mucho un disco de Phoebe Bridgers, Punisher. Se trata de pasar un buen momento en el fin del mundo."
"Volver a Gales... todos los estudios de cine que abrieron allí han hecho una gran diferencia con el trabajo", continúa. "Creo que el arte y las películas se están convirtiendo en cosas en las que la gente puede gastar un billón de dólares, lo cual es difícil de comprender. Y entonces, por momentos prefiero irme a mi pequeño mundo élfico."
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.