Tras el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, el debate sobre los discursos de odio revivió en la esfera pública. Dirigentes políticos y funcionarios, entre otros, problematizaron el aumento de la descalificación personal en la discusión política de los últimos años.
En Aquí, Allá y en Todas Partes, la filósofa e intelectual Esther Díaz se preguntó cómo se puede condenar los discursos de odio sin caer en la censura: "El límite de la libertad de expresión es la libertad del otro. No deben producirse discursos que lleven a la acción porque las palabras tienen materialidad".
Y agregó: "Defender la libertad individual para sí mismo, si hablamos en términos éticos, es egoista. Yo me salvo y los demás que se arreglen como puedan".
La escritora reflexionó sobre la tensión existente entre la defensa de la libertad de expresión y la convivencia con discursos de odio en el debate público. "En el sexo, a priori, no hay límites. El límite es la otredad. Con la libertad de expresión sucede lo mismo, el límite es lo que me permite el otro", consideró.
Sobre este punto, la epistemóloga se cuestionó cómo prevenir estas expresiones sin censurar. "No tengo la respuesta, es un debate que tenemos que darnos. Nadie quiere la censura, queremos el cuidado del otro".
Por último, Díaz le asignó una responsabilidad mayor a "quienes están en lugares de poder", como funcionarios, periodistas y dirigentes.