"Pienso la música como transiciones", explica Sofía Lecuona Pugno en un café del microcentro porteño, durante una visita fugaz a la ciudad. Nadie mejor que ella puede dar constancia de esa analogía. Y es que hace tres años inició una metamorfosis en la que su despertar como mujer trans coincidió con el artístico.

Siguiendo los pasos de figuras afines como Sophie, Arca, Dorian Electra y Juliane Huxtable, la música y compositora nacida y establecida en Rosario encontró en los sintetizadores y la electrónica el lenguaje ideal para representar el sinnúmero de emociones que la atraviesan.

Entonces apeló por el anagrama Nait Saves (inspirado en el nombre de su antiguo yo, Sebastián) para traccionar una carrera que en poco tiempo, y para su sorpresa, le permitió acceder a espacios dedicados a la experimentación como la versión local del festival Mutek, de la que será parte en su nueva edición con presentaciones hoy y mañana.

"Los artistas trans vemos en la electrónica un lenguaje de este presente que mira hacia el futuro. Para escapar del pasado o para generar el cambio que necesita la sociedad o nuestra cultura", afirma. "Eso nos da seguridad y de alguna forma conecta con un público joven que se siente identificado con la transformación."

Crédito: Cecilia Salas

► Bandas sonoras, viajes sonoros

A pesar de que hace música desde los 15 años (hoy tiene 33), nunca había mostrado su trabajo hasta ahora. "Más que interpretar o producir, soy compositora", aclara. "Pero esa música la guardé por una cuestión de perfeccionismo. No estaba lista para ser compartida. Tampoco quería mostrarme con esa identidad."

--¿Qué pasó entonces?

--Hubo una época en la que quise borrar mi pasado, que es algo que les sucede a muchas personas trans. Ese pasado me causó dolor y disforia de género. Pero soy la misma persona, y mi esencia no cambió. La manera que encontré de abrazar a mi antiguo yo, y de integrarlo, fue invertir las letras de mi nombre. Nait Saves es una especie de anagrama para reivindicar quién fui y quién me llevó a estar acá.

Justamente esa persona que fue concibió en 2017 la banda de sonido del cortometraje Distancia. Cuatro años más tarde decidió subirlo en formato de EP a las plataformas musicales digitales. "Siempre sentí la música de una forma similar: introspectiva y con muchos altibajos", describe Sofía, para quien las bandas de sonido y la música incidental se convirtieron en canales para acercarse a su actual profesión. De hecho, aparte de ese corto, tuvo otros tres encargos. El más reciente fue para el paisaje audiovisual Gaia, estrenado el mes pasado.

También prepara para 2023 una ópera electrónica y cinemática basada en su transformación. "Se llama El viaje, y es un relato fantástico que sigue un poco el camino del héroe o de la heroína", adelanta. "Es una conjunción de música, visuales y poemas, mixturados en once episodios sonoros."

► "No era mi voz"

Si no apeló a la canción como formato no es porque no lo intentó. "Antes tuve grupos de rock y de metal en donde tocaba la guitarra y componía, pero no me animé a cantar porque no era mi voz", justifica. "Y de alguna manera eso hizo que quisiera contar mi historia y mi arte a través de sonidos."

Esto no descarta que más adelante haya voces en sus tracks. "Me gustaría hacerlo, pero todavía la estoy reeducando. Por el momento busco sonorizar la emoción, porque ésta es abstracta. Me salió natural expresar de manera instrumental lo que estaba sintiendo."

Su tránsito recuerda al de Wendy Carlos: pionera en el uso del sintetizador en la música electrónica durante los '60 y una de las primeras referentes trans en la música en general. Entre sus trabajos célebres están las bandas de sonido de los films La naranja mecánica y Tron. "No seguí su historia, pero papá siempre la nombra", reconoce esta artista con formación académica. "Cuando era niña, él escuchaba rock sinfónico y electrónica retro: esa música me influenció, así como el cine que vi en mi infancia y adolescencia. Mi viejo me dijo que lo mío es música paisajística."

Sin embargo, como bien enfatiza, su electrónica está en la otra punta de la concebida para la fiesta. "Mi música cabe en el ambient", se autopercibe quien incluye en su glosario sonoro matices de otros estilos, como chillwave, IDM y glitch. "Es música introspectiva para relajarse y meditar."

--¿Y qué te sucede con la pista de baile?

--Me gustan el techno y el trance, pero nunca pasé música. No sé usar una bandeja. Como es difícil explicar lo que hago, en algún momento me pregunté si tenía que hacer música electrónica bailable para poder vivir de eso. Y la verdad es que decidí ser fiel. En mi cabeza hay melodías todo el tiempo. Sigo esa intuición.

► El sonido de lo que se rompe

Cuando piensa en modelos artísticos, Sofía enumera a Arca, Ryuichi Sakamoto, Oneohtrix Point Never, Aphex Twin, Bibio y Björk. "Son de la electrónica no bailable, la experimental", especifica. "Me gusta lo neoclásico, lo minimalista, lo disruptivo. Todo lo que suena a que se está rompiendo."

Mientras las mujeres trans abocadas a la música encontraron vitrina en la programación de los festivales de vanguardias sonoras más importantes del mundo, Nait Saves tendrá la oportunidad de mostrar su temple en la cuarta edición del Mutek local. "Es un hito en mi carrera", asegura quien presentará hoy y mañana Echoes of Reality, una instalación inmersiva concebida junto a la artista digital española Estela Oliva. "Construimos un universo virtual, al mismo tiempo que destruimos nuestro mundo. En eso está inspirada la obra."

Nunca tocó en vivo, pero pone sus fichas en hacerlo cuando concluya esta experiencia. "Soy instrospectiva y solitaria. Me gustan mi casa, mis gatas y el sahumerio", asoma la integrante del colectivo Amplify. "Pero también me gusta la sensación de pertenecer a una tribu, y hoy decido compartir mi arte."

--¿Hay similitudes entre la construcción de tu identidad personal y musical?

--Los últimos tres años fueron muy representativos. La forma de conectar una transformación con la otra, un despertar con el otro, tanto artístico como de género, es que se dieron al mismo tiempo. Se retroalimentaron gracias a que el arte fue un medio para que pudiera expresarme y canalizar eso que estaba atrapado. Creo que es una excelente forma de cátarsis, una herramienta para salir del clóset. Por eso existe mucha relación entre el arte y lo LGTB. De otra manera no hubiera empezado este proceso.

Crédito: Cecilia Salas