"La inflación es siempre y en cualquier lugar un fenómeno monetario", indicó el economista monetarista Milton Friedman. La hipótesis de Friedman se consolida por repetición, pero sus fundamentos son débiles. El enunciado supone que la ausencia de equilibrio fiscal y la consiguiente excesiva emisión primaria provoca la inflación. Se trata de una copia de la Teoría Cuantitativa del siglo XVI, refutada desde la propia escuela neoclásica. Según Paul Samuelson, es "un mito para asustar a la gente".
La emisión secundaria, que consiste en dinero emitido a partir de la operatoria de bancos comerciales, no pareciera estar comprendida en la frase. Por deducción, la inflación pasaría a ser responsabilidad del Estado. Sin embargo, no se cuestiona que el Estado se endeude y que el FMI controle la política económica.
La solución al problema inflacionario por el supuesto exceso de emisión monetaria también es repetitiva: esterilizar o retirar dinero de la circulación. Los instrumentos utilizados para llevar a cabo la terapia anti-inflacionaria son la licitación de pasivos remunerados tales como Lebac, Lelic, Notalic y Pases por parte del Banco Central, que devengan intereses. A su vez, la tasa de interés debe ser creciente, es decir que cada emisión debe remunerarse con una tasa superior.
Sin embargo, el efecto que se produce es el contrario al buscado. La inflación no se reduce esterilizando dinero, sino que en cambio aumenta de manera exorbitante y dinámicamente, como se demuestra durante el gobierno anterior y el actual.
Beneficiados
Solo una minoría social que conforma el poder económico se beneficia de este esquema. Son los bancos que licitan Lelic y perciben sumas siderales de intereses a costa de la pobreza y hambre de los sectores sociales que se ubican debajo del nivel de la pobreza y de la indigencia.
También las corporaciones del agro son beneficiados indirectos de este proceso, porque redunda en definitiva en un proceso devaluatorio. La inflación atrasa el tipo de cambio y se impone la necesidad competitiva de devaluaciones pequeñas.
Así se impone la corrida cambiaria, que es una presión intencional sobre el precio del dólar con objetivo de escalar devaluaciones, para generar mayores ingresos por exportación y como factor destituyente, ya que el incremento del precio del dólar redundará en aumentos de precios superiores a la suba de los salarios.
Se agregan a la lista de beneficiarios los grandes formadores de precios que, a mayor devaluación, aumentan precios y fugan mayores beneficios dolarizados. En la lista de ganadores también están los fondos de inversión, como BlackRock.
En la actualidad, el stock de estos pasivos (Lelic, Notalic y Pases Pasivos) llega a la suma de siete billones de pesos, con un pago de intereses que, anualizados, superarían los cuatro billones de pesos. Mientras tanto, la inflación proyectada para el año 2022 superaría el 90 por ciento.
Sin embargo, se siguen licitando Leliq que incrementarán en billones los futuros agregados monetarios, que a su vez tendrán efecto al alza sobre los niveles de inflación, bajo el paraguas de una teoría que dice que no hay que emitir para bajar la inflación.
* Docente, economista, contador público e integrante del Club Argentina Arturo Jauretche. [email protected]