El día que se convirtió en madre, Florencia Ruiz hizo lo de siempre: música. Cuando tuvo en brazos a Julián por primera vez empezó a cantar “Jilguero”, una canción de Luis Alberto Spinetta de la época de Artaud que el Flaco recién grabó para el disco Pelusón of Milk, de 1991. Florencia le dio la bienvenida a su hijo con el mismo tema que ella había interpretado en la puerta de su casa de Haedo cuando era una adolescente que creía que no podía tocar la guitarra. Aquella vez, una noche sin luz de principios de los 90, “Jilguero” apareció de la nada para contradecirla. Surgió a través de su boca y de sus manos de manera natural e inesperada y reapareció décadas más tarde, cuando Florencia se había convertido en una mujer poseída por la energía del parto. Casi sin poder hablar, sin pensar demasiado, pudo sacar de las entrañas esa melodía dulce para saludar a su hijo. Florencia cantaba “Quiero recibir tu silencio en mí / La ilusión que no tiene fin”, mientras Julián abría los ojos y movía sus labios diminutos de recién nacido.
Y todo para que hoy, diez años después, la ilusión sea hincha de Boca. Julián aparece por la casa, saluda con la camiseta del Xeneize bien puesta y con los pelos un poco desordenados. Esta vez no reacciona ante la música, sino que propone una estrategia para conseguir más figuritas del Mundial. Florencia lo detiene de inmediato y lo manda a concentrarse en otra cosa mientras ella habla de las seis canciones que cantó hace dos días en el Centro Cultural Kirchner. Una de ellas fue “Jilguero”, por supuesto. Las otras también pertenecen a Pelusón of Milk. Florencia las interpretó durante el show más reciente del ciclo “Spinetta: discos esenciales”.
“Estaba muy nerviosa. Me costó tomar distancia en algunos momentos. Aparte no había podido casi dormir, porque a Julián le dolía la panza. Se despertó a las cinco y pico de la mañana y no pude volver a pegar un ojo”, cuenta. “Cuando terminé me sentía feliz de haber entrado bien en todos los compases, de no haber pifiado una palabra. Porque son temas muy complejos, es una obra muy profunda. Hay que estudiar mucho, viste. Y para este show estudié mucho”, dice.
En el CCK, Florencia compartió escenario con el Mono Fontana, aliado de Spinetta y viejo conocido con el que ha grabado y tocado en ya incontables ocasiones. Juntos editaron Parte, un álbum en colaboración publicado en 2016, y volverán a tocar el jueves 15 de septiembre en Bebop (Uriarte 1658, Palermo). El show, que también contará con la participación de Marcelo Lupis y Bruno Marchetti, servirá para celebrar el primer aniversario de Aullido, el último disco de Florencia, publicado en vinilo por el sello suizo Tara Records.
Aullido es un disco solitario, compuesto y grabado en pandemia, que posee un clima inquietante y al mismo tiempo quizás sea de lo más accesible del repertorio de Florencia, que tocó todos los instrumentos y logró once canciones armadas a partir de dejarse llevar por la búsqueda sonora, con un aire spinetteano que ella reconoce.
“Yo creo que de todos los discos que hice, que son un montón y cada uno tiene su impronta, éste es uno de los que gracias a la evolución, o a la maduración, le escucho cosas de otra gente. En otros discos míos lamentablemente no ha podido entrar nada. En cambio en Aullido siento perfumes de Luis. No tan cercanos, pero están. Y creo que tienen que ver directamente con el Mono. De alguna manera es al revés: pienso cuánto el Mono lo influenció a Luis. Eso también es una cosa que con los años y con el trabajo con él lo pude entender bien”, cuenta.
Oscuro y cristalino a la vez, Aullido oscila entre polos opuestos porque es más una búsqueda que una certeza. “El disco no tiene ninguna respuesta. Quizás parezca muy tranquilo, relajado, no hay grito, no hay baterías, no hay cosas, pero...”, dice Florencia, que resumió varias obsesiones y desde las letras observa un mundo que va en caída libre si no se lo encara de manera colectiva. También hace una introspección para reencontrar el deseo personal y para tratar de ampliar una libertad que pareciera estar perdida entre las obligaciones cotidianas. Las fotos de tapa de Nora Lezano logran visualizar los torbellinos que soplan por dentro y por afuera.
“Uno de los objetivos que me puse fue poder tener letras un poco más inclusivas. No digo que todo el mundo las pueda entender, pero que no sean tan voladas. Yo nunca tuve esa cosa de 'uy, mi novio me dejó, voy a hacer una canción'. La mayor motivación es de índole social. Yo siempre laburé mucho con la realidad y con las cuestiones sociales y nadie me lo puede creer”, dice.
“Alguien que no” y “Fuego” son algunos de esos temas. Florencia habla de violencia de género y de una sociedad que se consume a sí misma. “Yo siempre fui maestra, laburé de maestra rural, trabajé en Constitución, en la 1-11-14. Laburé en lugares donde hay una impronta que es imposible que eso no te arme un fuego para tu música. Que vos vuelvas a tu casa, agarres la guitarra y no te salga algo de eso. Tenés que estar muy out del contexto. Sobre todo situaciones de infancia, que son las que a mí más me sublevan”, cuenta.
Hay canciones más personales, como “Pena que me hizo bien” o “Canción de amor de Flor”, que hablan de experiencias vividas en Japón, país que visita hace más de una década y al que espera volver en cuanto se resuelvan todos los trámites que quedaron trabados durante la pandemia. En ellas se pregunta cuál es el verdadero amor y vuelve a mirarse para proyectar desde su interior.
“Hace mucho que en todos mis discos hablo de la presión que tenemos las mujeres. Estar en todos los temas, tener la casa re bien, los calzones en los cajones. Te podría citar del primer disco hasta el último tema que están diciendo 'tratemos de que no sea tan así'. Y Aullido tiene esa impronta. Hay muchas canciones que hablan de eso. 'No dispongas demasiado de tu luz' habla de eso: brindate, pero no todo el día. Por un estatuto social es de ese modo: si te vas de viaje sos re abandónica. Si el padre del pibe se va dos años, bueno, necesita laburar. Si vos querés tener solo un hijo te van a condenar porque ese hijo no tiene un hermano o una hermana”, dice.
Aullido es la segunda parte de una trilogía que Florencia siente que comenzó con Rumiante (2018) y que espera completar en breve. Todavía no hay un rumbo fijo, pero se puede arriesgar que las futuras canciones tendrán el impulso para salir cuando sea necesario.