La larga marcha hacia la épica le duró casi un tiempo a Vélez, que no pudo lograr lo imposible este miércoles por la noche en el Maracaná y se quedó a las puertas de la segunda final de Copa Libertadores de su historia. Fue derrota 2 a 1 en Río de Janeiro para que, sumado al 4 a 0 de la ida, el Flamengo juegue la definición continental ante Athletico Paranaense el 29 de octubre en Guayaquil. Será la tercera final seguida 100 por ciento brasileña a la vez que será el quinto campeón de ese país de las últimas seis ediciones, con la excepción del River 2018.
Lo sucedido hace una semana en Liniers fue demasiado como para torcer el destino de la serie pero no suficiente como para apagar la ilusión fortinera, una que llenó al Maracaná de preguntas con el gol de Pratto a los 20 minutos, luego de un gran quite de Garayalde sobre el uruguayo de Arrascaeta, asistencia de Janson y flojo retroceso carioca.
El Flamengo salió más preocupado por el show y el toqueteo intracedente que por otra cosa y Vélez se lo cobró, aunque haya sido un peaje mínimo. Incluso el técnico Doríval Júnior no disimuló su confianza y guardó al célebre Gabigol por temor a que sume una tercera amarilla y se pierda la final.
Pero ante tanto plantel y jerarquía carioca, el empate no tardó en llegar. Un gol que difícilmente se califique de lindo, pero sí de golazo por la dificultad de lo que hizo Pedro al desviar un centro casi frontal y dejar sin chances al lungo Burián. Al exFiorentina le salen todas y llegó a su gol número 12 en esta Copa, en igual cantidad de partidos. Tal cifra no se alcanza en una Libertadores desde 2000, cuando Luizao (Corinthians) marcó 15.
El goleador también fue quien le tiró un caño notable a Cáseres en el segundo gol, antes de asistir al ingresado Marinho que le rompió el arco a Burián. El segundo tiempo sirvió sólo para dos cosas: que Flamengo se luzca y que Vélez reparta alguna que otra patada, aunque todo dentro de la ley.